Laberinto Turco | Familia & Sangre|

CAPÍTULO 5 | ESA MUJER

Sonriente y feliz, así era como se veía Alexandra en las fotos de su boda, si bien no estaba para nada contenta sabía que de alguna forma Serkan vería todo, siempre conseguía la menara de salirse con la suya y si lo que quería era verla en su boda se las arreglaría para hacerlo, por lo que se mostró radiante, como una verdadera mujer enamorada, sobre todo para que las revistas que seguian la fortuna de su marido tuvieran de que hablar y los oídos del Kral explotaran de la ira.

- Sen bir yalancısın (Eres una mentirosa). Decía con rabia mientras con su cigarrillo quemaba la cara de Niccolo de la foto, estaba ardiendo en rabia, la conocía, sabía que no estaba disfrutando de nada, pero al mismo tiempo conocía que su orgullo no dejaría que la viera débil, ella no le daría el gusto de verla sufrir.

Mientras estaba concentrado en las fotografías que Omer le había dado, su puerta sonó tres veces para luego ver como un hombre sin invitación entraba a su oficina, le habían dicho lo que estaba haciendo por lo que Ozhan sabía que no le daría permiso, así que entro siendo conocedor de que su presencia no le molestaría.

- Deberías dejar de hacer eso, dirán que ahora haces brujería y eso no es bueno para tu reputación, ¿Acaso quieres que te comparen con los albanos? El hombre bufo.

- Si has venido a poner mi paciencia al límite te recomiendo que saques tu culo de aquí, no estoy de humor Ozhan. Su Güvenilir (Hombre de confianza), sonrio, claro que no estaba de humor, debia estar rogando que Alexandra cumpliera con su promesa y no estuviera en la cama con otro de lo contrario, los italiano tendrian grabes problemas.

- He venido hablar de trabajo, los italianos no han recibido nuestros barcos por lo que tendremos que pensar en nuevas rutas para llegar a Estados Unidos ...

- No me digas que no lo has solucionado ya. Dijo sin despegar los ojos de las fotos – Se que no has venido a traerme más problemas, sé que tienes la solución a eso incluso desde antes de que negaran la entrada a la mercancía en Italia. Ozhan sonrió, lo conocía, de verdad lo conocía.

- Me conoces tan bien Kral que incluso me das miedo.

- Si no te conociera no serias mi Güvenilir.

Se conocían desde hace años, habían crecido juntos y el padre de Ozhan había sido el güvenilir de su padre, hombres de honor que siempre habían puesto a su responsabilidad como una prioridad lo que los hace leales, eso sin mencionar la devoción que desde generaciones le habían mostrado a la Ceza y a sus lideres, por ello su apellido, Çelik, era considerado como el más cercano al Kral. La sonrisa se borró de su rostro para luego mirar al igual que Serkan las fotos, diciendo algo que le dolió mucho.

- En realidad, parece estar feliz. Serkan le respondió sin despegar los ojos de las fotos.

- Sabes que está mintiendo, solo finge, su sonrisa sincera me pertenece. Con lamento paso la mano sobre su rostro retratado en aquel papel, le dolía, no lo decía, pero le dolía el hecho de que pudiese estar siendo sincera.

- Esta dolida Serkan y ambos sabemos lo que una mujer dolida es capaz de hacer. Su amigo lo miro con furia – No me mires de esa manera, sabes que tiene mucho carácter y al igual que tu no puede hacerse de los ojos ciegos ante las responsabilidades que su posición le da, sabes que debe tener hijos y dudo que su esposo firme un contrato prenupcial, aunque no la ame, nadie en su sano juicio se resiste a Alex. Serkan sonrió, esa típica sonrisa maquiavélica que lo caracterizaba.

- Es tan egoísta, pero sabes que, si ella está con alguien más, si llegara a ver a alguien más con esos ojos me encargare de volver Italia un infierno, no voy a dejar que sea feliz con nadie más, nadie tendrá ese placer. La manera en la que lo dijo fue tan atemorizante que simplemente le causo a Ozhan escalofríos.

- Entonces dile todo, sabes que se entenderá, conoce tu historia con Ayla, sabrá que le dices la verdad, pero tienes que salir de este letargo, todos saben que mi palabra es tu voluntad, pero todos ya preguntan sobre ti, sobre tu estado Serkan.

- La traicione, solo está concentrada en eso, si en algo tienes razón es en el que esta enojada y que no escuchara razones ahora, por lo que debo dejar que se calme, en cuanto a lo otro mañana mismo saldremos, sé que todo este alboroto por mi ausencia se ha creado en Manisa y justo allí es a donde iremos. Con dolor guardo las fotos en uno de sus cajones y le pidió a Ozhan que pidiera que arreglaran sus maletas, ya debía volver al trabajo.

El Güvenilir salio del lugar y ordeno lo que el Kral habia solicitado, estaba bajando las escaleras para asegurarse que los guardias estuvieran listos para su partida cuando se topo con aquel retrato, valla que es una mujer hermosa, tuvo el placer de conocer a Alexandra desde el momento en el que Serkan se enamoro de ella y lo comprendia, pocas mujeres son como ella, esa italiana tuvo la osadia de domar al león más carnivoro de todo el mundo, tomo con tanta delicadesa a esa serpiente venenosa y la transformo en lo que ella deseo. Ozhan conoce de primera mano lo que él es capaz de hacer por ella y lamenta más que nadie el dolor de su separación, no ponia en duda que ella estaba incluso peor de lo que el Kral se veia, porque estaba seguro que el orgullo de su amigo le impedia mostrarse como realmente estaba.

Alex es amada, apreciada y vanagloriada por todos y cada uno de los integrantes de los Ceza, su bondad recorrio cada rincon de Turquia haciendo que todos tuvieran un mejor trato, pero sobre todo que las mujeres fuesen tratadas de una mejor manera, guiadas por el islam, pero guiadas y tratadas como lo que son, valisos tesoros de sus marios, padres y hermanos, ella llevo igualdad y por ello todas las mujeres que la conocieron anhelaban que en algun momento volviera a estar con ellas, no era que Reyjan fuese una mala esposa, solo que estaba ausente de todo y eso por el hecho de que su esposo le habia negado la posibilidad de ocuparse de lo que como la Kraliçe le correspondía.

- ¿Tú también idolatras una pintura? La voz de la mujer lo hizo sonreír.

- Idolatro a la persona, Reyjan, no a la pintura, tú no tuviste el placer de conocer a esta encantadora mujer. Sabia que sus palabras la enojarían.

- Ten cuidado de que mi marido no te escuche hablando así de ella estoy segura de que te mataría por referirte de esa manera de su amada. La rabia se mostraba en sus ojos y en el tono que había utilizado.

- Soy de los pocos a los que se le permitió estar cerca de ella, sobre todo porque sabes que jamás le faltaría el respeto a mi Kraliçe, no solo porque valoro mi vida sino porque en realidad ella fue mi amiga, alguien en quien verdadera mente confío. Él hombre mantenía los ojos sobre el cuadro mientras hablaba con ella.

- Es increíble, necesito saber que tiene esa mujer en medio de las piernas para que todos hablen de esta forma de ella. La mujer rio de manera enojada y burlona – No me cabe duda de que esa italiana los embrujo a todos con quien sabe que artimaña occidental con tal de tenerlos botando la baba por ella, no es más que una put… Fue estampada con violencia contra la pared, su cabeza reboto contra el duro concreto haciéndola gritar del dolor, y que sus ojos reflejaran miedo cuando vio como Ozhan sacaba una navaja de su bolsillo y la ponía en su cuello - ¿Qué haces?, yo soy.

- ¿Tú eres?, llamemos a Serkan y digámosle lo que acabas de decir de Alexandra, tu matrimonio basado en una vil mentira se acabaría en este momento y tu serias enviada a conocer al diablo, no voy a permitir que una mujer como tu hable mal de ella, esa italiana como la llamaste tiene más valores que tú y que cualquiera otra mujer de este país, si te vuelvo a escuchar hablar de esta manera de ella tendrás muchos problemas Reyjan. La mujer estaba temblando, el miedo en sus ojos era catártico.

- Ozhan. Escucho la voz de Serkan llamarlo, vio lo que su Guven hacia y luego dio la espalda, no le importaba lo que le pasara a esa mujer – Vámonos.

Esas fueron sus palabras, mismas que una vez más le restregaron en la cara a Reyjan que no es nada, que no es nadie y que si quería, aunque fuese una oportunidad debía deshacerse de esa mujer, de esa Alexandra Angelucci.