• CAPÍTULO II •

2695 Words
Una bocina fuera de la casa hizo alertar a la morena a mi lado, la cual rápidamente guardo el labial rojo con el que antes se pintaba los labios poniendolo en su bolso y parándose de el sofá. — Es él — comentó emocionada dirigiendose a la puerta y saliendo de la casa rápidamente. Yo solo me dispuse a apagar la televisión y luces para igualmente salir y cerrar la puerta con la copia de mis llaves, para luego toparme enfrente de mi un Mercedes Benz color rojo vino, y en el capo de éste una muy melosa Elisa besando apasionadamente a un chico alto de piel morena y cuerpo un poco delgado, el cual supuse que era Jhonny. — bueno — carraspee para llamar la atención. Éstos ni se inmutaron, y luego de unos eternos segundos de incomodidad ambos se despegaron y giraron a verme sonrientes. — Hola — saludo aquél chico de piel bronceada — soy Jhonny — extendió su mano la cual antes se encontraba en el trasero de Elisa, para saludar. No quería ser grosera así que la acepté y correspondi al saludo. — Soy Luci. — bueno, se hace tarde amor, vamos — dijo Elisa despegandose de él y caminando rápidamente al asiento de copiloto a lo que Jhonny y yo imitamos su acción. El recorrido fue algo corto puesto que la universidad solo se encontraba a unas calles lejos de donde nosotras no manteníamos hospedadas, así que solo había tenido tiempo de escuchar unas cuatro músicas en la radio y hablar con ellos de las instalaciones de la universidad para que la entrada de la enorme universidad se viera reflejada ante mis ojos. Ya la había visto antes para mí inscripción, pero en ése momento no había tanta gente como las había ahora. Muchas personas hablaban entre ellos, algunos leían en el césped y otro comían en la cafetería de la universidad que había a plena vista, puesto que las paredes de ésta tenía unos enormes ventanales. — llegamos — anunció Jhonny aparcando el auto en el estacionamiento. Ni siquiera había bajado y desde mi ventana podía ver en el auto de al lado a una pareja igual de melosas que como Elisa y Jhonny estaban hace unos minutos, lo cual me hizo incomodar y no querer bajar para no interrumpirlos. Elisa pareció notar mi incomodidad al verme en el retrovisor a lo cual ella no tuvo ningún descaro de tocar la bocina de el auto haciendo que la pareja se separaran sobre exaltados y luego de mostrarnos el dedo de enmedio, irse. — gracias por traernos Jhonny — agradecí bajando de el auto al igual que ellos. — no hay de qué, las amigas de mi novia, son mis amigas. Iba a responder pero un fuerte rugido de un auto ostentoso calló mis palabras. Todos los presentes rápidamente giraron a ver el auto n***o y un bullicio se hizo presente mientras éste se aparcaba. — Será mejor que nos vayamos — comentó Elisa tomándome de el brazo para empezar a caminar hacia las instalaciones. Pude notar como Elisa con un semblante medroso caminaba volteando a ver repetidas veces a ése lujoso auto, aumentando cada vez su paso. — Elisa, solo no voltees a ver — dijo Jhonny tomando la mano de su novia. — ¿Quién es el de el auto? — me atreví a preguntar algo confundida puesto a sus actitudes girando a ver quién bajaba de aquel auto pero solo recibí un jalón de parte de mi amiga para que no volteara. — será mejor que no te acerques a él — dijo ésta soltando su agarre. Sus palabras no parecían ser propias de ella, mucho menos su miedoso tono de voz. Comunmente entre las dos era yo la asustadiza, pero tanto misterio me causaba una inmensa curiosidad de ver a aquel sujeto que tanto causaba miedo. — ¿Cómo sé a quién no debo acercarme si no lo veo? — reí tratando de aligerar la tensión creada pero no funcionó. — Luci, hablo enserio — soltó lanzando una mirada retadora. — Escucha a tu amiga — comentó Jhonny a su lado — Ése chico no es una persona con la que te quieras juntar, es peligroso. — ¿Peligroso? — pregunté curiosa pero ésta vez sin ningunas ganas de querer voltear a ver quien se iba a bajar de aquel auto. — Se llama Hugo Dussán, va en el segundo semestre de contabilidad. Esa carrera está maldita debido a él — volvió a hablar el moreno — Todos le temen por su familia. Se rumorea que su familia son unos mafiosos, e incluso han implicado a Hugo en varios homicidios. Nosotros creímos que eran simples rumores pero una vez la policía vino y se lo llevaron arrestado pero mágicamente al otro día él regreso como si nada hubiera pasado. Un chico nuevo en contabilidad se atrevió a preguntarle y el pobre quedó con la cara toda golpeada. Ésto debía ser una pésima broma, ¿Cómo podía haber un criminal estudiando aquí? — Esas son acusaciones muy fuertes — solté sorprendida — ¿Están seguros de eso?, Quizás él solo tuvo un problema menor y la gente mal interpretó las cosas, quizás ese chico le pregunto y él molesto de que lo juzguen, lo golpeó. — No, Luci, él es una mala influencia, se que no soy la persona más santa de todas pero se han escuchado cosas muy feas de él últimamente, él no habla con nadie, solo se le escucha hablar por temas de estudios,y chicas que dicen que es un dios en la cama. — ¿Y tú cómo sabes éso? — preguntó Jhonny girando a ver a su novia la cual sonrió y rodó los ojos. — solo digo lo que escucho, no seas un celoso — respondió Elisa dandole un beso y haciéndome sonreír. Yo aproveché su distracción y giré discretamente a ver aquél auto pero parecía que ya había bajado de él puesto que no había nadie al rededor de éste. Nunca había querido juzgar a una persona sin antes conocerla, pero es éste instante tenía miedo de tener a un presunto asesino y mafioso en mi misma universidad. — Luci, pendiente de tu horario — habló la morena dándome un abrazo en forma de despedida — en cada esquina hay un mapa y horarios de cada clase, si te pierdes solo mira el mapa o llámame, ¿Vale?. — de acuerdo — sonreí. Elisa también sonrió y fue detrás de Jhonny que ya estaba por cruzar el pasillo al cual supongo que era su clase. Una vez sola me acerque a la esquina y efectivamente estaba un mapa pero el vidrio que cubría éste estaba manchado por algunos marcadores lo cual no me permitía ver bien las indicaciones. — perfecto — murmuré sarcásticamente tratando de remover el marcador con mis dedos sin tener resultados. Todo estaba tan manchado que apenas y se podían ver ciertas cosas de él mapa pero aún así no podía entender nada. No quería llamar a Elisa justo cuando acaba de irse. Esto era vergonzoso. Estaba apunto de voltear y localizar otra pared donde hubiera otro mapa pero mi cuerpo impactó fuertemente de un pecho el cual pareció ni hacerle cosquillas nuestro tropiezo, a diferencia de mi que me encontraba sostenida por sus brazos para no caer. — ¡Oh!, ¡Como lo siento! — me disculpé rápidamente e incorporandome de nuevo. Fue ahí cuando mis ojos se dieron el privilegio de verlo. Era realmente alto comparado conmigo y sus ojos azules y expresión seria intimidarian a cualquier persona, sin contar lo realmente atractivo que era. Quería moverme pero era como si sus ojos me hubiesen convertido en piedra, lo que me hizo pensar en la historia de medusa. Quizás ésta era la viva muestra de que aquella mujer que convertía la gente en piedra con una sola mirada, no se alejaba del todo a la realidad. Y aquel aroma tan varonil que desprendía de él no ayudaba a despertar de ese pequeño trance, al contrario, solo me hacían querer permanecer allí oliendo aquel penetrante perfume. — Me estas pisando — comentó con una grave voz logrando causarme un escalofríos que recorrió toda mi espalda. Rápidamente perdimos todo contacto visual al yo bajar mi mirada y comprobar que efectivamente mi zapatilla se encontraba pisando unos caros zapatos negros de cuero. Mi pies se retiró tan rápido como un rubor inundó mi rostro por la vergüenza. — Yo.. — balbucee — Yo, de verdad lo lamento, estaba buscando el salón de introducción de derechos, no te vi y lo de el zapato, yo.. — No te he preguntado. — comentó rápida, cortante y seriamente, callandome de inmediato, haciendo que mis mejillas ardieran mucho más. «Que vergüen» era lo único que podía pensar. — El salón que buscas está a un pasillo a la izquierda, la primera puerta que encuentres, ése es. — volvió a hablar. Me sentía realmente mal, choque con él, le pise el zapato y aún así me ayudaba. Estaba a punto de agradecerle pero rápidamente su cuerpo dió media vuelta y comenzó a alejarse dejándome con las palabras en la boca y mis fosas nasales aún impregnadas de su delicioso aroma. Luego de salir de mi desconcierto, rápidamente me dirigí a donde me había indicado y luego de dar dos toques la puerta se abrió dejando a la vista a un hombre canoso y algo arrugado el cual me miró severamente. — Disculpe la demora, soy nueva y me he perdido — me disculpé, más sin embargo él no pareció moverse de el marco de la puerta para darme paso, y detrás de él todos en sus asientos me veían curiosos. — Todos los presentes aquí son nuevos y han llegado a tiempo — comentó severo — deberá saber que algo que no tolero es la impuntualidad. — Lo lamento, no volverá a pasar. — Me da igual si vuelve a pasar o no, a fin de cuentas, es su nota, no la mía y su puntualidad da mucho de que hablar sobre el tipo de persona que es usted. Espero llegue a tiempo para su siguiente clase. — fue lo último que comentó para después cerrar la puerta en mi cara haciendo que un fuerte sonido debido al azote me sobre exaltara. Mi corazón bombardeaba sangre tan fuertemente a un punto que dolía, y, debido a ésto mi corazón podía sentirse que se saldría de mi cuerpo en cualquier momento. Nunca me habían negado la entrada a un salón, mucho menos llegado tarde, y quedar fuera de el salón me hacía querer llorar. Elisa me había dicho que en derecho eran muy duros pero no imaginé que tanto. Todo estaba solo a mi alrededor y el silencio en el pasillo permitía que la fuerte voz de aquel profesor que me había negado la entrada se escuchara afuera. No quería perderme la clase y no lo haría, así que me mantuve de pie junto a la puerta para escuchar lo que decía. Una hora había pasado y ya mis piernas dolían, a lo lejos podía escucharse varias puertas abrirse y estudiantes salir de sus salones. Algunos al verme parada en aquel solo pasillo, no pudieron evitar sentirse extrañados. — Eso es todo por hoy, los dejaré salir temprano — fue lo último que escuché decir al profesor dentro de el salón para que la puerta fuese abierta y los alumnos comenzaran a salir rápidamente charlando entres ellos y algunos viéndome igual de extrañados que los de los otros salones. Mi mirada al instante volvió a fijarse dentro de el salón al sentir una figura parada enfrente — No suelo decir éstas cosas a los novatos pero me sorprende — comentó el profesor repentinamente enfrente de mi con maletín en manos — ¿Se ha quedado aquí parada toda la clase?. — Sí señor — murmuré — estoy pagando por mi educación y aunque e faltado con el horario, quería ver mi clase. — y es justo eso lo que me impresiona — dijo asintiendo pensativo — no a todos les importa tanto una clase como para quedarse más de una hora de pie en la puerta solo para escuchar. Y quisiera creer que es mentira suya y que fue casualidad de que volviera, pero el asomo de una cabeza se veía moverse de un lado a otro por la ventanilla de la puerta. — añadió haciendome sentir un poco de vergüenza de que todos vieran eso — eso es algo admirable para muchos, pero la impuntualidad es una gran falta para mí. Espero verla sentada en un pupitre la próxima clase, señorita.. — hizo un espacio en las palabras al no saber mi nombre. — Luci Kambel — respondí. — Espero que no se repita su llegada tarde, señorita Kambel — añadió para luego retirarse. Técnicamente la culpa no fue completamente mía, no era mi culpa que el mapa esté rayado, de no estar rayado, no me habría tardado y no me hubiese chocado con aquél chico de ojos bonitos y facciones marcadas. — así que tú eras esa mata de pelos andante — comentó una voz masculina haciéndome sobre exaltar debido a no haber estado prestando atención. Apenas me di la vuelta, un chico bronceado, ojos verdes y una blanca y ladina sonrisa ya hacía parado viéndome divertido. — eh, yo — balbucee para luego de un carraspido comentar apenada — sí, eso creo. — No sabes cuántas ganas tenía de salir de la clase y ver a quién pertenecía esa inquieta cabeza. — comentó burlesco haciéndome sonreír con vergüenza para luego extender su mano — Soy Lukas. — Luci — correspondi al saludo estrechando mi mano igualmente. — ¿Me acompañas a la cafetería?, Todavía hay tiempo de sobra para la próxima clase, y descuida, no te vas a perder, yo te llevaré, me se todo los caminos a los salones de memoria — comentó comenzando a caminar hasta la cafetería seguido de mi pequeña figura confundida. No tenía dónde ni con quién ir y en éstos momentos agradecía extrañamente cualquier tipo de persona que pudiese asimilarse a un amigo. Había perdido mi primera clase y probablemente el echo de que me vieran y poder relacionarme, ya se había perdido y pensar que aún así alguien se había tomado la molestia de acercarse hacía que mi alivio se hiciese presente. — ¿No eres nuevo? — solté algo desconcertada recordando lo que el profesor me había dicho al no dejarme entrar a su clase. — algo así, solo me he tomado el tiempo de recorrer toda la universidad antes. — sí, supongo que debí haber hecho lo mismo — dije sin poder evitar soltar una sonrisa. — ¡Lu! — se escuchó llamar detrás de mí. Rápidamente ambos volteamos y una morena a la cual conocía a la perfección se acercaba rápidamente hasta nosotros con una mirada que ya sabía qué significa. «¿Quién es ése chico?» — Espérame un segundo — le dije a Lukas acercándome a Elisa la cual tenía una enorme sonrisa. — te descuido un segundo y mírate, ya andas con un chico lindo — sonrió coqueta y yo rápidamente puse mi mano en su boca para callarla. — Elisa, por Dios, ¿Qué cosas hablas? — pregunté soltándola — solo se ofreció a llevarme para no perderme en el instituto. Por cierto, los mapas, no todos sirven y aquel que creí ser mi día perfecto, recién empieza y ya va mal. Mis palabras automáticamente borraron la sonrisa de su rostro y una mirada interrogativa se vio reflejada en ella. Chocar con el chico más lindo que he visto en toda mi vida, pasando vergüenza; perderme una clase, pasando vergüenza; y que un chico se acercara a hablarme debido a la vergüenza que pasaba. Todo éso definitivamente era malo y vergonzoso para mí. Muchas cosas habían pasado en apenas dos horas y la mayoría de ellas no eran del todo gratificantes. Había soñado tanto con ésto que parecía que todo se volvía un terrible balde de agua fría a mi tonta ilusión de mi día perfecto.
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