Siempre me quedaba la opción de denunciarlo por malos tratos, ahí no hay discusión, directo a la cárcel. Claro que pueden descubrir que no es cierto, pero me han asegurado que en este caso no pasas de una bronca en comisaría, o por parte del juez. Ni siquiera afecta para una próxima denuncia. Pero me parece que el cabrón de Raúl no merece tanta molestia por mi parte. Me voy arreglando sin necesidad de llegar a esos extremos. Soy muy imaginativa. Me encanta ver la cara de desubicado que pone cuando busca alguna de sus cosas que yo he cambiado de lugar. No las escondo, simplemente las cambio de lugar. Un par de ellas a la semana. Solo de vez en cuando tiro alguna al cubo de los desperdicios. Nada de importancia: su corbata de seda favorita o aquella jarra de cerveza con tapa de aluminio —men

