los sueños prohibidos

Byron un chico de ciudad y una familia rica se encontraba en plena juventud, disfrutaba de sus ratos libres los cuales eran muy pocos y miraba el paisaje a sus alrededor. Escribía poemas y trataba de encontrar su profesión en simples actividades. Al terminar la escuela de inmediato iba a ser enviado una universidad de Inglaterra. Sus padres eran dueños de barcos que transportaban distinto objetos y persona. Una de las más conocidas de Portugal de 1700. Sus hijos no eran lo que ellos esperaban, Byron no era hijo legítimo de la señora de la casa, así que vivía lejos y aislado de la familia, era más un extranjero en ese hogar, pero se le permitió estudiar y vivir una vida casi digna, tenía ocho hermanos con los que casi ni hablaba. Todos altos y con ojos negros, delgados y con rostro ancho y algo narizones. Byron era el único que era hijo de una extranjera, así que no heredaría nada solo tendría el apellido Almeida como su único derecho. Era el único que tenía rasgos faciales distintos al resto. Tenía los ojos café y el cabello marrón, además era algo acuerpado y hacia ejercicio constantemente. Además vivía en una casa a las afueras de la ciudad. La ropa que traía usualmente era heredada de sus hermanos mayores. Este top de vestimenta eran conocidos como hábito a la francesa. El último día en Andalucía fue difícil para el. Sus familiares parecían felices al verlo partir de ese lugar. [...] Su viaje inicio en medio de la nada prácticamente, iban en uno de los barcos de la familia, junto a un grupo de personas, con ese olor a pescado y a sol radiante empezó su viaje. El barco era bastante grande y que tenía ya muchos años encima. Aunque le habían hecho muchas reparaciones el tiempo ya lo dejaba ver sus problemas estructurales. Aunque aún servía para su labor las cual era transportar cualquier cosas en el mar. Byron solo tenía un cuaderno y una pluma en la mano, con la cual dibujaba cada detalle del barco como si fuera un retrató de lo que veía. Todavía no sabia ido de Andalucía y ya sentía nostalgia de abandonar este lugar. Aunque era claro que lo más probable es que nunca lo haría. Solo lo cansarían con la hija de algún hombre y formaría parte de otra familia mientras estudiaba o se valía por el mismo. Ese era el objetivo para su viaje. No volver nunca a su hogar. En el barco había muchos hombres de todas la edades y estratos sociales incluso personas muy ricas y sus sirvientas que cuidaban de cada detalle de ellos. Byron tenia ese nombre porque su madre se lo dio en honor a un hombre que salvó su vida hace unos años y de la cual nunca supo nada. Solo rumores que lo dejo abandonado y era una mujer de la vida alegre. Su padre solo lo reconoció por una serie de lunares en la mano ya que el Byron el único que heredo esa peculiaridad de su padre. Aquel chico de cabello marrón se encontraba en uno parte de arriba. En el palo mayor, un sitio como una canasta. Allí estaba la vela más grande de todo el barco. Donde usualmente uno de los tripulantes observaba el horizonte. El veía como poco a poco llegaban los tripulantes al barco y su tiempo en este lugar se terminaba. Todos venían vestidos con abrigos, chaqueta, pantalones, medias y zapatos de tacón. Las pocas mujeres que venían con su familia venían vestidas con vestidos de colores claros, sombreros y pelucas. [...] A medio día el barco zarpo a Londres. Un viaje de tal vez unos cuantos días, con rumbo hacía Londres tal vez a estudiar y nunca regresar. Habían unas ochenta persona en ese lugar. Estaban prácticamente en un tipo de sobrecupo pues no había cama para tantas personas. Así que muchos tuvieron que dormir en la proa y cualquier sitio donde se pudieran acomodar. Byron aposar de ser el hijo del dueño de ese barco durmió en la proa y aguanto el giro intenso de la noche, solo cubierto por unas cobijas que le dieron. A su lado un maletín con papeles y algo de ropa, unas cuantas joyas y algo de sus sueños. Solo unos cuantos tripulantes estaban despiertos mirando y analizando cada movimiento y evitando una emboscada en alta mar. En ese tiempo todavía existía un puñado de piratas que ese negaban a desaparecer y continuaban robando barcos de noche. Para la mala suerte de todos les tocó vivir una noche de esa categoría. Tres barcos empezaron a acercársele de la nada para despojarlos de todas sus pertenencias. En Cuestión de horas fueron detenidos por el grupo de piratas que les hicieron una emboscada y los amenazaron con matarlos. Todos fueron obligados a salir a la proa. Todos los tripulantes estuvieron a fuera de sus camarotes, mientras los piratas revisaban todas sus cosas y sacaban lo que querían. El altamar nadie podía hacer nada, estaban a la deriva. Los piratas tenían gorros y aretes en las orejas. Algunos hasta pintadas las caras. Algunos tenían rostros muy extraños y se reían mientras los robaban en su cara. [...] Pasaron diez días de recorridos, y nueve desde que los robaron, solo les dejaron comida para que siguieran su viaje. por suerte para Byron, no llevaba nada más que papeles y ropa usada, el dinero que llevaba lo tenía en las botas de sus zapato. No le quitaron nada importante, pero al resto de la tripulación si. Se llevaron todo lo que consideraron de valor y los golpearon a todos. Eran casi noventas hombres fuertemente armados frente a ellos. Toda la mercancía fue robado estaba compuesto principalmente de arroz, vino, tabaco. A lo lejos podían ver el puerto de tílburi donde estaban los otros barcos y podían encallar. Todos estaban indignados. Demasiado molestos por lo que pasó. Ninguno quiso hablar de ese incidente solo se quedaron en silencio. Byron fue el primero en bajarse y no quiso mirar atrás mantuvo su mirada en los carruajes para llevar a la ciudad de Londres la cual era su destino. Mientras buscaba un carruaje para su viaje se cruzó con un chico algo femenino, traía el chaleco bordado, camisa blanca, chorrera, puños con volantes y medias seda. Además llevaba un sombrero. Vestía como una persona de sociedad y tenía un tipo de antifaz, y cabello rojo corto así que muy poco le importo, siguió su camino y subió a él primer carruaje vacío que encontró, pero precisamente ese chico subió allí. Byron y el trataron de evitar mirarlo y no le dijo nada. Solo cerró los ojos y espero llegar a Londres. El camino era muy largo y difícil, había ocurrido algunos robos. Los carreteros llevaban armas para evitar incidentes en ese recorrido. [...] El viaje continuo como si nada, tres días de recorrida por diferentes pueblos de Inglaterra. Byron estaba algo cansado por el viaje que parecía mas eterno que el del barco. El clima era algo frío ya que estaban cerca de llegar a Noviembre, las noches eran muy difíciles para el chico que solo esperaba llegar lo más rápido si destino.