El hombre me mira como si yo tuviera dos pares de ojos o una nariz extra, pero yo realmente no entiendo por qué estamos haciendo esto.
- ¿Sabes que no puedes casarte a esta hora? Los registros abren en la mañana. Tonto. - Digo mientras caminamos por la orilla de la carretera intentando hacer parar un taxi.
- Si, lo sé, pero nadie me niega nada y si no me caso ahora, mañana estando sobrio no lo haré, así que aprovecha que la oferta del auto está en pie. - Habla caminando delante de mí.
- Necesito el millón, no un auto. - Respondo convencida caminando con mis zapatos tambaleantes.
- El auto vale mucho más que un millón. - Me mira algo divertido y sonríe, por cierto, es una sonrisa muy hermosa, pero no se compara a la de mi amado Billy... Dios, ese hombre si que es extremadamente bello, sus ojos azules, su cabello castaño claro medianamente largo y su cuerpo... Oh... Dios... Mío... Ese cuerpo... Pero claro, él jamás ha puesto sus ojos en mí, no me ha mirado ni por casualidad, si incluso cuando me pide algo siempre mira hacia otra parte.
¿Qué no daría yo porque me mirara sólo una vez?
Miro hacia el chico guapo y él va con la mirada perdida.
- ¿Por qué haces esto? - Le pregunto y él se gira para mirarme... Si, me mira, eso es algo que me agrada de él, siempre me mira cuando me habla.
- Porque mi abuela decidió que le dejaría la empresa al primer nieto que se casara y yo no creo en esa estupidez del matrimonio, mucho menos en la idiotez del amor que algún imbécil solitario inventó para sentirse mejor consigo mismo por no poder lidiar con la belleza de la soledad. - Sus palabras están cargadas de algo parecido a la molestia y al dolor de la pérdida, así que mi mente borracha me hace tomarlo del brazo y mirarlo a los ojos.
- ¿Tú me ves? - Le pregunto mientras él y sus hermosos ojos calipso me recorren completa.
- Si - Dice sin parpadear - Más claro de lo que me puedo ver a mí mismo.
- Porque estoy completamente enamorada de un hombre que no ha sido capaz de mirarme ni una sola vez desde que trabajo con él, no digas que no crees en el amor o que algún imbécil lo inventó, el amor es algo hermoso, aunque no sea correspondido. Es querer ver a esa persona todos los días, es ser feliz cuando le ves sonreír, es desearle lo mejor del mundo por mucho que eso no sea contigo. El amor es lo que me hace levantarme cada mañana y trabajar duro para ayudar a mi hermana que está enferma, es intentar dar lo mejor de mí por la gente que también me ama, el amor no sólo es para parejas, también es para tu familia, para tus amigos, aquellos a los que tú eliges tener en tu vida. El amor no es tonto, el amor te hace sentir que realmente eres importante para alguien más. Estoy segura de que tu abuela desearía que tu llegases a sentir eso. - Sus ojos calipso me escudriñan el alma a través de los míos, sus manos se encuentran tomando mis brazos y no logro entender cómo es posible que mi corazón se acelere de esta manera.
- Quizá tienes razón, quizá mi abuela quiere eso, pero no lo va a conseguir. - Me suelta y continúa caminando por la orilla de la carretera.
Caramba, creí que habíamos tenido un momento de sinceridad, pero él acaba de romperlo como si nada.
- ¿Alguna mujer te hizo daño? - Le pregunto dando saltitos hacia él.
- No.
- ¿Te engañaron?
- No. Y deja de hacer preguntas.
- ¿Te ignoraron?
- Ya te dije. No.
- Ya sé, no te correspondieron.
- ¡Que no! Y ya cállate. Eres irritante.
No entiendo como puede ser que su mal carácter me haga reír, pero esto resultó más divertido de lo que esperaba.
- ¿A dónde vamos? - Insisto y él se gira molesto mirándome con los ojos chinitos.
- Te callas o te juro que soy capaz de dejarte aquí sola e irme. - Sus palabras me causan aún más gracia.
- No puedes hacer eso, me necesitas. - Digo alegre y con arrogancia.
- Eso es mentira, cualquier mujer estaría dispuesta a casarse conmigo, es más, morirían por eso. - Habla dentro de su egocentrismo machista.
- Mira, niño bonito, si fuera así no estarías buscando a una ebria en un bar para que sea tu esposa. - Digo y él gira sobre sus talones para mirarme con sus manos nuevamente en mis brazos.
- Te callas o te callo.
- Jamás me callo.
- Pues deberías, eres insufrible.
- No eres mejor que yo.
- Oh, por favor... - Dice exasperado mientras yo sonrío - Te callas o te callo.
- ¿Cómo pretendes hacer eso?
- Buscando una cinta o algo para amordazarte. - Si, ya salió de sus cabales.
- Quiero verte intentarlo. - Coloca rápidamente una de sus manos en mi boca y yo intento zafar, pero es más fuerte que yo.
- Debí dejar que te llevaran esos hombres ¡Joder!
Me suelta y se gira, pero yo necesito continuar fastidiándolo y no sé por qué, debe ser el alcohol en mi sangre talvez.
- ¿A dónde vamos? - Vuelvo a preguntar y él camina más rápido.
- Definitivamente te dejaré aquí.
- Está bien, me callo, me callo.
- ¡Pero no lo haces! - Se toma del cabello y yo me acerco rápidamente a su lado para tomar su brazo.
- Vamos. Tu guías.
Caminamos así un par de kilómetros más hasta que llegamos a una gasolinera y él se acerca al hombre que se encuentra atendiendo mientras yo voy al baño.
Una vez que salgo, un par de hombres se encuentran saliendo del baño contiguo, lo que me causa una sensación de miedo, así que apuro el paso y escucho a los hombres hablándome desde atrás, hasta que unos firmes y duros brazos me aprietan contra un pecho en las mismas condiciones.
- ¿Ya terminaste, cariño? - La voz suave del hombre me calma el corazón, así que levanto rápidamente la cabeza para encontrarme con esos profundos ojos calipso.
- Si, te iba a buscar. - Coloco mis manos en su pecho mientras él me sostiene fuerte entre sus brazos acercando su rostro al mío hasta que, sin previo aviso, se aleja completamente.
Pero... Pero...
- Hay una iglesia a un kilómetro de aquí, un taxista que está cargando combustible está dispuesto a llevarnos. - Dice él dándome la espalda.
- Bien, vamos entonces, recuerda que debes darme mi millón. - Digo pasando a su lado molesta, pero no entiendo por qué lo estoy.
- Si, mañana cuando entregue el acta de nuestro matrimonio al registro para hacerlo legal te entregaré el dinero, pero ¿Segura que no prefieres el auto? Puedo pedir que te lo entreguen mañana mismo.
- No, el auto no lo podré vender rápido y sólo necesito un millón para la operación de mi hermana. - Comento mientras vamos caminando hacia el taxi.
- ¿Operación? ¿Tu hermana? No entiendo. - Dice algo confundido.
- Mi hermana tiene un defecto en el corazón y necesita un trasplante, es por eso que necesito el millón, sin el dinero no la pueden operar. - Le explico mientras saludo al taxista y subo al auto.
- ¿Por eso fue que aceptaste el trato? - Me pregunta interesado.
- Por supuesto, hemos intentado conseguir ese dinero por todos los medios posibles, esperamos incluso un milagro y de pronto, tú apareciste. - Le sonrío y él me mira extrañado.
- Entonces ¿Soy un milagro?
- Si, eres un milagro.
- Tú también lo eres para mí. - Una sonrisa genuina me muestra la belleza de este hombre.
- Bien que lo creas, porque tendrás que acostumbrarte a mi, voy a ser tu esposa. - Me burlo de él, pero en lugar de enojarse, toma mi mano y la mantiene así el resto del viaje.
Quizá esto de estar casada no sea tan malo.