¿Casarme?
La noche está fría, sin embargo, el bar está completamente lleno de gente, lo que provoca que se sienta demasiado calor aquí adentro.
Quiero salir a tomar algo de aire fresco, pero la mano de Ada, mi hermana, me detiene.
- ¿A dónde vas, Liz? - Me pregunta con sus ojos llenos de energía que no puede utilizar.
A ver, les explico un poco.
Mi nombre es Eliza, Liz, González y tengo veintidós años, trabajo en una de las empresas Haynes, que es un conglomerado de distintas ramas de negocios, como por ejemplo, la tecnología, la construcción y la madera, compite abiertamente con grandes empresas como Glow, C&O, HC, entre otras.
Mi hermana Ada tiene recién diecinueve años y es una niña todavía, ha pasado de hospital en hospital intentando curar su corazón dañado de nacimiento, sin embargo, no tenemos posibilidad de operarla, ya que eso requeriría un millón de euros, lo que claramente mi familia no posee, mi papá trabaja como constructor y mi mamá se quedó siempre en casa cuidando de mi hermana y de mí, así que lo único que podría salvar a mi hermana sería un milagro, lo que nunca hemos tenido.
No crean que nos quedamos solo con una opinión, recorrimos todos los médicos y los bancos para poder tener claro lo que podemos hacer, pero a mi padre, en su calidad de trabajador, sólo le prestan diez mil euros, y ahora que yo pude conseguir un puesto como secretaria de Haynes intenté pedir un préstamo y me dieron sólo cinco mil euros, esto no es nada comparado con lo que necesitamos para la operación de Ada.
La vida es cruel a veces y no te permite tener la oportunidad ni la posibilidad de salvar a aquellos a quienes más amas. Si puedo ser honesta, daría mi vida por la suya, total, yo ya he vivido veintidós años sana, ella no ha podido hacer eso nunca.
Es por eso que esta noche salimos a beber y a bailar, necesitamos tener un momento de paz entre hermanas antes de que tenga otra recaída y vuelva al hospital, también nos acompañan nuestras amigas, Giselle y Sara.
- Tranquila, cariño, voy a tomar aire y vuelvo enseguida. - Miro a Sara y ella asiente, sabe que debe quedarse al lado de Ada sin separarse ni un segundo hasta que yo vuelva.
- Realmente necesito aire, pero ustedes quédense aquí. Voy y vuelvo. - Le digo a Gisselle cuando me la encuentro en el camino hacia el baño.
- Bien, sólo ten cuidado. - Toma mi hombro y me habla cerca del oído debido a la música.
- Gracias. - Le digo alejándome.
Camino hacia la salida tambaleándome y logro sentarme en una banca al lado del bar mientras miro mis zapatos.
- ¿Cómo estás? - Me pregunta una mujer a mi lado.
- Bien, gracias ¿Y tú? - No sé quién es ni de dónde salió, sólo sé que es muy bonita y también muy educada por la forma en la que habla.
- Bien, gracias por preguntar ¿Estás sola? - Su tono de voz me molesta, pero no entiendo por qué, para ser honesta.
- No, estoy aquí con mi novio. - Digo señalando hacia un hombre demasiado guapo que camina igual de mal que yo. Algo que me hace reír, ya que es alto y muy sexy, pero se ve extraño al estar bebido.
- ¿Y cómo se llama? - Me pregunta la mujer.
- Lance... Se llama Lance. - Digo parándome con la señal de alerta que viene de mis antenitas y camino hacia el tipo tomándolo del brazo - ¡Lance, te tardaste demasiado!
Claro, la mirada extraña en el hermoso rostro del tipo se ve incluso graciosa, lo que me llama profundamente la atención es que sus ojos son de un color calipso y su mandíbula perfilada lo hacen verse increíble, eso sin mencionar sus labios rojos que se ven exquisitos.... ¡¿Qué diablos estás pensando, Liz?!
- ¿Tú quién eres? - Me pregunta en un tono demasiado molesto y frío como la nieve.
- Sólo sígueme la corriente, por favor, allá atrás hay una mujer que me está haciendo muchas preguntas extrañas y estoy demasiado borracha como para poder escapar si ella intenta llevarme, haré lo que quieras. - Digo bajito y fingiendo una sonrisa hacia la mujer que me mira extrañada.
- ¿Cualquier cosa? - Pregunta el desconocido guapo.
- Si, cualquier... - Le suelto el brazo y lo miro molesta - ¿Cómo que cualquier cosa? ¿A qué te refieres con eso? No soy una de esas mujeres, así que no estés pensando esas cosas ¡Sucio!
- Sólo quiero saber si te casarías conmigo. - Si, estoy ebria completamente, pero sorda que yo sepa no estoy..,. ¿O si?
- ¿Qué? - Digo bajito y él me mira enfocando con un solo ojo - ¿De qué estás hablando?
- Si, de eso, necesito una esposa y tú estás rodeada, allá en la esquina hay tres tipos que han estado esperando a esa mujer, en la calle hay una furgoneta negra, está dispuesta para que tú entres a ella, así que decide ¿Te casas conmigo?
- ¡Ja! No puedes estar hablando enserio. - Me río y él toma mi brazo colocándolo en el suyo.
- ¿Estás segura de que quieres que te deje aquí? - Miro un momento a mi alrededor y veo todo lo que él indicó antes.
- Que buenos ojos tienes. - Digo en tono borracho que suena gracioso, pero no es así como quiero sonar, no.
- ¿Lo dices enserio? ¿Lo de casarte? - Le pregunto considerablemente seria.
- Si. Pide lo que quieras. - Dice él mirándome con esos hermosos ojos.
- Sólo soy observador. - Su tono es igual al mío, ebrio.
- Quiero un millón. - Respondo riendo de las ocurrencias. Cómo si fuese tan simple que alguien te de un millón de euros por solo firmar un papel.
- ¿Señorita? - La mujer de hace un rato me toma del brazo y puedo ver de inmediato como la furgoneta se acerca desde el otro lado - Venga conmigo por favor.
Miro al chico guapo en búsqueda de ayuda y él toma de inmediato la mano de la mujer haciendo que me suelte.
- ¿Qué necesitas de mi mujer? - Le pregunta de forma seria, con esos ojos que son capaces de acabar con tu vida sin siquiera tocarte.
- ¿Es tu...? - La mujer parece conocerlo o algo así, porque se mueve rápidamente del camino del chico guapo.
- ¿Vuelvo a hacer la pregunta? - La voz del hombre que lanza dagas y la mirada asustada de la mujer me indican que esto va a acabar muy pronto, así que miro al chico y de pronto veo que se acercan por el costado los tipos que estaban en la esquina.
- Vámonos. - Dice tomando mi mano con más fuerza mientras yo empujo a la mujer y salimos corriendo, no sé hacia dónde vamos, pero todo es mejor que quedarnos aquí.
Al frente, un auto que no había visto nunca abre la puerta.
- ¡Joder! ¿Es automático? - Ni siquiera sé por qué hago esa pregunta tan tonta, pero él me mira y sonríe.
- Lo es, ahora sube. Pareces una niña pequeña haciendo esas preguntas. - Dice una vez que enciende el auto y echa a correr.
- Lo siento, jamás había visto uno de estos. - Digo admirando el interior del carro que parece de lujo.
- ¿Y por qué no me pides uno de estos en lugar del millón? - Me pregunta interesado.
- ¿Y por qué? ¿Acaso no tienes mi pago por ser tu esposa? Además... ¿Quién carajos te deja conducir ebrio?
- No estoy ebrio. - Responde serio.
- Te vi tambaleándote antes. - Digo sonriendo.
- Tienes razón. - De pronto se estaciona a un lado de la carretera - Vamos a tomar un taxi.
- ¿De verdad? - Pregunto sorprendida.
- Por supuesto, no debes manejar así. Mal ejemplo para las niñas como tú.
- ¡No soy una niña! - Digo molesta mientras él hace parar un taxi - Espera... ¿Realmente nos vamos a casar?