Por la tarde Robert llegó a la oficina de Eliot.
–Los contratos con Alister están listos hace dos días –mencionó Eliot sin levantar la mirada –. ¿Qué quieres ahora?
–¿Qué estabas haciendo con Alizeé Henning?
–Algo que no te importa –contestó Eliot.
Se podían contar con los dedos de la mano las personas que no le tenían miedo a la presencia de Robert Anderson, Eliot estaba entre ellos encabezando la lista, desde que se conocían, Eliot no había demostrado ningún tipo de sentimiento hacía su amigo y socio.
–Sabes que los Henning no tienen acceso al edificio.
–Ya no es solo tu bufete, Robert –señaló con el lápiz –. Tú decidiste colocar más nombres en la entrada, lo recuerdas.
–Era lo más juntos –expresó Robert –. Los tres iniciamos está firma.
–Pero yo no lo pedí –debatió Eliot –
