| Esclavo del infierno |

1924 Words
Minutos antes… Inframundo. Asael Morningstar Veo a la ninfa desvistiéndose mientras no deja de sonreírme coquetamente. Ella baja las mangas de su vestido mostrándome sus pechos grandes y pezones rosados. Me saboreo de solo verlos y comienzo a desvestirme también. ─¿Puedo traer a otras ninfas? Nos divertiremos, mi futuro rey ─dice Minte con su cabellera rubia ondeando. ─Por supuesto ─acepto remojándome los labios. Ella chasquea sus dedos y de las cortinas aparecen tres ninfas más; Orfne, Dafne y Tetis. Las Lámpades del inframundo son tan hermosas, exóticas y muy sexuales…Justo lo que necesita el heredero de la lujuria. Ellas también comienzan a desvestirse para caminar hacia mí. Sus labios sedosos se posan en mis pectorales marcados con mis tatuajes, dejo salir un jadeo ronco cuando Minte sostiene mi polla en sus manos estimulándome. ─Sabes qué hacer, mi mentita ─digo y ella se coloca de rodillas ante mí para acercar sus labios a mi m*****o. Mientras las demás ninfas me besan, acarician y se frotan contra mí en gemidos. Súbitamente, siento una energía de otro mundo que me envuelve. Arrugo mi cejo y las ninfas gritan apartándose de mí en cuanto comienzo a brillar como una puta hada y a elevarme. ─¡¿Qué me hiciste, Minte?! ─Exclamo en un gruñido. ─¡No sé nada, Asael! ¡Hablaré con tu padre! ─Contraataca preocupada. No puedo mover mis extremidades, pero juro que torturaré a quien me haya hecho esto. «¡Estaba por follarme a cuatro ninfas!» ─¡Hades! ─Grita Minte al final mi sobrenombre y todo se vuelve oscuro. ** Tierra Mis pies chocan abruptamente con una superficie plana. Los latidos de mi corazón son feroces dentro de mí. El olor y la energía es diferente en el lugar, miro a mi alrededor, notando que es una habitación, está un poco oscuro, pero puedo notar un bulto en la cama. «¿Dónde estoy?» Me cuestiono y un olor dulce llega a mis fosas nasales, supongo que proviene de aquel bulto en la cama. Mi boca se siente seca «Mi padre me devorará y me encerrará en el núcleo del inframundo» No he tenido buena racha con mi actitud en el infierno, soy el heredero para rey y él me ha insistido en que debo de casarme, sentar cabeza y preferiblemente con una buena y muy fértil ninfa…él sabe que eso escasea en el inframundo. ─¿Acaso esto es…? ─Susurro. De repente el bulto se levanta mostrándome tenuemente el rostro de una mujer con cabello oscuro y largo, sus ojos también son cafés, es delgada, menuda y algo pálida. Sus ojos abren con sobresalto al verme, y sé que está viendo mi enorme v***a «Es algo de lo que soy bien dotado» gruño exigiéndole que me diga dónde estoy. ─¡¿Quién mierda eres?! ¡Es mi habitación, pervertido! ─Grita enfurecida y comienza a lanzarme cojines. Enciende la luz de la habitación, dejándome ver un vestido blanco tirado a un costado, la habitación me resulta un poco extraña. ─¿Acaso no sabes quién soy? ─Pregunto ofendido. ─¡No! ¡¿Cómo entraste?! ¡Llamaré a la policía! ─Sigue gritando como loca sacándome de quicio. Gruño más desconcertado, ¿por qué llamaría a la policía…? ─¡Soy Asael Morningstar, hijo de lucifer, heredero del infierno y hades del inframundo, soy…! ─Ella decide lanzarme una lampara que se quiebra en mi pecho interrumpiendo mis títulos. Clavo mis ojos en ella, no parece una ninfa cualquiera, si lo fuera se habría abalanzado hacia mí ofreciéndome su coño jugoso─. Lo que haces es inútil ¿Lo sabes? Soy una especie de semidios ─agrego arqueando mi ceja. ─¿Semidios? ─Suelta riéndose muy extraño─. ¡Mi trasero! ─Grita y vuelve a lanzarme cosas─. ¡No te acerques, pervertido! ─Advierte en cuanto doy un paso. Ella está vestida con una camisa fea y grande que cubre su cuerpo ¿Por qué lo cubriría? Parece que esta ninfa esta mal de la cabeza, miro la ventana y camino hacia ella para volver a mi orgía de una vez por todas. ─¡¿A dónde vas?! ─Grita a mi espalda. Le ignoro mientras escucho cómo intenta hablar con alguien por un celular. Me trepo por la ventana y veo todo diferente, no logro ver el fuego ardiendo de Lucifer ni las calles oscurecidas llenas de almas desterradas de la tierra. Me detengo al ver autos, personas…una luna…un puto cielo. Mi respiración comienza a alterarse. Sé que tuve una clase en el inframundo que trataba sobre la “tierra” y el mundo paralelo donde recibimos a todas sus escorias mientras vivimos en algo que ellos llaman “pecado” No será que…¡¿Estoy en la tierra?! ─¡Estoy en la tierra! ¡Tú! ─Gruño encarando a la que ahora sé que no es una ninfa. Ella no tiembla ante mi presencia, me encara─. Me trajiste aquí, ahora devuélveme a mi puta casa ─ordeno sin más. Sus ojos cafés me observan detenidamente. ─Pervertido y demente, lo que faltaba ─dice resoplando─. Mejor vete, la policía no me creyó y piensan que la demente soy yo. Ayer me dejaron en el altar, créeme, ya nada puede hacerme más daño ─dice desconcertándome, camina como si nada de regreso a la cama─. Apaga la luz antes de irte, fenómeno ─murmura ofendiéndome. ─¡Levántate! ─Demando. ─¡Cállate, quiero dormir! ─Exclama devuelta. Camino hacia ella para sacarla a rastras de la cama. ─¡No dormirás hasta que me lleves de regreso a mi…! ─Detengo mis palabras y pasos al ver mi vela de nacimiento. Cada demonio tiene una y la mía se supone estaba bajo llave, para que nadie pueda pedir por mí como un…no, eso no es posible, soy el puto heredero del infierno ¡No un esclavo demonial! Tomo la vela en mi mano alzándola hacia ella, obligándole a que me explique el cómo una mortal común y debilucha tiene mi vela─. ¿Dónde la conseguiste? ¿Cómo me has traído aquí? ¿Eres una bruja poderosa, acaso trabajas para Lilith? ─Pregunto eufórico, ella bosteza. Lilith y yo…no hemos estado del todo bien, ella no está feliz de que mi padre la use a su antojo mientras que desea ser la reina del inframundo a toda costa. ─¿Te has drogado? ─Responde finalmente. ─Muchas veces, ¿pero eso qué tiene que ver? ─Estás drogado, vuelve por donde viniste y déjame en paz. No toques mis cosas ─dice arrebatándome la vela. ─¡No es tuya! ─Exclamo. ─¡Si lo es, la bruja me la dio! ─Replica furiosa, puedo ver el gesto que tiene y resulta algo sexy que arrugue la nariz «Concéntrate» ─¡Ajá, eres una bruja! ─¿Me estás llamando bruja a mí? Te atreves a irrumpir desnudo mi habitación, me gritas, me quieres robar mis cosas y me insultas. Tú definitivamente no quieres conocer a una novia deprimida muy enojada ─advierte entrecerrando los ojos. ─¡Soy el hijo de lucifer, no te atrevas a amenazarme! Mortal inútil ─farfullo. De repente, se me abalanza y me muerde el brazo. ─¡¿Qué mierda?! ─Gruño ante el intento tonto que hace por lastimarme, pero, sorpresivamente para mí; lo logra, puedo ver ¿Sangre? Salir de la herida. Le alzo con mis manos y ella patalea buscando golpearme. La miro con detalle y no, no es una vampira ni un demonio del inframundo, mucho menos una ninfa, pero…logró hacerme daño. Tengo entendido que no pierdo mis poderes en la tierra ni me vuelvo mortal. A menos que los libros estén equivocados. Solo sé que, si ella encendió la vela de mi nacimiento, es probable que ella me haya traído con un propósito, y me rehúso a ser su esclavo. ─¡Bájame! ¡Leti, despierta, hoy no es un buen día para que tomes clonazepam! ─Grita desesperada pataleando mientras la miro con desconcierto. ─Me has llamado del inframundo al encender esa vela, devuélveme ahora mismo ─demando bajándola. Ella se baja la camisa y se cruza de brazos, mira la vela y luego a mí. ─¿Eres como un adivino? ¿Concedes deseos? ─Inquiere y me doy un manotazo en la frente. ─No soy un adivino, te lo puedo asegurar. ─No creo que seas el hombre que pedí ─murmura mordiéndose el labio. ─¿El hombre que pediste? ─No es nada ─suelta con una risita nerviosa─. Encenderé la vela y te irás por donde viniste, o despertaré de esta pesadilla ─agrega tomando la vela y la enciende. Tomo una manta de la cama y me la envuelvo en la cintura cubriendo mi desnudez que ha sido suficiente por hoy─. Pensé que nunca te cubrirías ─espeta llamando mi atención. ─Por si no lo sabes, soy codiciado en el infierno, muchas se pelearían a muerte por mí ─digo de forma informativa y nada egocéntrica. Ella suelta un resoplido, y comienza a buscar algo de manera muy desesperada─. Dime por favor que es parte del ritual ─observo cómo se asoma por debajo de la cama y sacude las sábanas. ─El papel, que me dio la bruja con las palabras…no está ─dice algo asustada. ─¿Y supongo que eso es importante? ─Supongo ¿Sabes de brujería? ─Me pregunta como si nada. ─Conozco muchas brujas. ─Que no te incluya “follar” ─reitera. ─Entonces, no ─Miro la vela encendida y noto que sigo aquí…que me quedaré atrapado aquí. Ella comienza a pellizcarse así misma rápidamente─. No estás dormida ─digo y ella insiste. Ruedo los ojos resoplando. ─No puedes ser real ─gruñe. ─Pues lo soy, como todo el maldito infierno ─espeto cubriéndome el rostro con las manos en frustración─. No puedo creer que sea tu esclavo, el de una mortal menuda con pecas en la nariz ─manifiesto llamando su atención. ─¿Mi esclavo? ─Pregunta abriendo sus ojos con inocencia. «En este instante necesito que se abra el suelo con la corona de demonios de mi padre y me lleve directo al infierno» ─¿Cómo te llamas? ─Pensé que lo sabrías, si soy tu “ama” ─Se ríe tontamente pero mi mirada molesta hace que detenga su risa. ─Catherine Spellman ─dice finalmente ofreciéndome su mano, que recibo en un apretón, su tacto se siente como un estallido para mis sentidos cosa que me desconcierta y me hace apartar la mano. Su apellido me suena de algún lado, quizás de una bruja antigua…Puede que haya logrado manifestarme por ser descendiente de alguien con magia oscura. Sus ojos me detallan de arriba abajo mientras sostiene en sus manos la vela oscura─. Arrodíllate ─ordena de repente y mis rodillas se doblan forzándome a golpearlas contra el suelo, quedo de rodillas ante ella «¡¿Cómo mierda?!» ─No sabía…que podría ser real, lo siento ─manifiesta y alzo mi mentón mirándola─. Levántate, levántate ─demanda y mis piernas se estiran alzándome erguido de nuevo al frente de ella. ─Me vengaré por esto ─gruño en advertencia. ─Hazlo luego, necesito dormir, buscar un empleo y tú, desaparecer de mi vista. Quizás en unas horas olvide que esto sucedió. Vete de aquí, Asael Morningstar ─ordena finalmente sujetando de nuevo la vela y siento cómo mis pies se elevan, dándome la vuelta hacia la puerta sin poder manipularlos. «Con la vela es que puede controlarme» pienso de repente. ─¡Maldición! ─Farfullo saliendo de su habitación y del edificio. Sabrán en el infierno que desaparecí; mi padre me mandará a buscar, eso es seguro y eliminará el maleficio que Catherine Spellman me hizo ¡No seré su esclavo!
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