| Demonio de la lujuria |

2759 Words
Despierto, me doy una ducha y salgo a desayunar, encontrándome con Leticia Vonpart, quien bebe de su café e impregnó el lugar con el olor del tocino y huevos revueltos. Ella entorna sus ojos azules en mí sorbiendo sospechosamente su café. Tomo un plato y me sirvo una porción de huevos con algunas tiras de tocino mientras mastico un pedazo de uno para caminar a la pequeña mesita que compartimos. Al tomar asiento, ella sigue mirándome de manera determinada. La verdad es que anoche tuve un sueño muy realista, le echaré la culpa al alcohol que seguía haciendo estragos en mi sistema, también sospecho que podría estarme volviendo loca o algo por el estilo. Porque dormí abrazando esa estúpida vela negra. ─¿Cómo dormiste? ─Pregunta finalmente Leti. Rasco mi brazo recordando el sueño extraño. ─Bien… ─Porque creo haber escuchado ruidos raros que provenían tu habitación, ¿no habrás creído en lo que dijo esa estafadora, cierto? Espero que no te ilusiones haciendo rituales tontos y te obsesiones con eso ─dice pasándose una mano por su cabello rubio. Miro el techo haciendo una mueca con mi boca. ─Tuve pesadillas ─respondo finalmente. Ella entorna sus ojos en mí. ─¿Saliste en la madrugada? Escuché la puerta de la entrada ─pregunta sorbiendo más de su café. Cosa que me hace arrugar el cejo, niego con la cabeza. Resopla y coloca la taza de golpe en la mesa para suavizar con sus dedos el puente de su nariz, parece frustrada─. Tengo que cambiar el clonazepam…¿Te quedarás aquí todo el día? Encojo mis hombros. ─Me dieron una entrevista para un trabajo, no sé si… ─Hazlo, digo, tienes que salir de aquí. Necesitas otro ambiente, tratar de mantener tu mente ocupada ─interviene levantándose de un salto llamando mi atención. ─Tienes razón, ¡lo haré! Les demostraré que me tienen que contratar y pagar mucho dinero ─digo efusiva levantando un puño. ─Primero que te contraten, lo de mucho dinero…lo vas viendo ─dice con una sonrisa inclinándose hacia mí para besar mi frente─. Te quiero, linda, eres más valiosa de lo que crees y ningún patán debe de arruinar tu vida ─agrega colocándose el saco de su traje ejecutivo, ella es abogada en un bufete muy elegante y es la mejor en todo lo que hace. Le doy una sonrisa viendo cómo cruza la puerta, la sonrisa se me borra pensando en lo que sucedió anoche ¿Realmente sucedió? ¿Habré estado sonámbula? Mejor ni pienso en eso. Me levanto decidida a tener un buen día; necesito encontrar empleo lo más pronto posible y le demostraré a Kevin la gran mujer que se perdió por imbécil y poco hombre. ** Alzo mi vista al enorme edificio que indicaba en la dirección del correo que recibí temprano. Suelto el aire retenido en un resoplido y me mentalizo. «Tú puedes, eres valiente, decidida, inteligente y eres buena en muchas cosas…bueno, en algunas cosas, pero, eres buena. Eso es lo que importa. Ve a patear traseros» niego con mi cabeza hablando con mi subconsciente «No, no patees traseros ¿Qué eres, Rambo?» Inflo mi pecho llegando a recepción. ─Hola, soy Catherine Spellman, vengo por una entrevista de trabajo como asistente administrativa ─Me anuncio hacia la chica que masca un chicle y alza sus ojos claros hacia mí. Lo cierto es que a lo que puedo optar es a trabajos de este tipo, ya que, mi carrera de botánica y especialidad en floristería no es muy amplia en el plano laboral. «Tenían que gustarme las flores y dejarme llevar por los consejos tan buenos de mi madre: “estudia lo que tu corazón te dicte, no importa el dinero”» La chica teclea y de repente me sonríe desconcertándome. ─El jefe le espera, piso seis, pasillo seis y oficina seis ─informa y asiento alejándome de la recepción, cruzo hacia el ascensor entrando y presionando el número seis. Ladeo una sonrisa al sujeto que está a mi lado esperando en el ascensor que se mueve lentamente. El hombre me sonríe de vuelta, pero con una sonrisa más grande, como la de la chica. Cosa que me incomoda. ─Hace sol ¿Cierto? ─Digo lo primero que se me ocurre para romper el hielo. ─Sí ─responde sin dejar de sonreír. Paso saliva viendo los números y mi corazón palpita algo acelerado. Suena el timbre del ascensor y las puertas metálicas se abren, salgo de un salto como si se me quemara el trasero y mis tacones golpean el suelo, suelto un suspiro «Qué personas más extrañas» pienso sin darle mucha importancia. Miro a mi alrededor buscando el pasillo seis y cuando lo encuentro noto a las personas trabajando arduamente y caminando en diferentes direcciones, me miran con una sonrisa, pero nada más. Llego hacia la oficina que me indican y golpeo mis nudillos en la puerta aclarando mi garganta. La puerta se abre sola lentamente y me asomo para ver la espalda de un hombre alto vestido de un traje oscuro mirando al horizonte hacia el gran ventanal que da a la ciudad de Nueva York. Carraspeo, terminando de entrar. ─Disculpe, soy… ─Catherine Spellman ─interrumpe y su voz se me hace familiar, por la ronquez que llega a erizar mi piel. Se gira de repente y veo su rostro…aquel hombre con el que soñé. Sus ojos miel se clavan en los míos, provocando que mis latidos se alteren. «Esto debe de ser una broma, es mucha casualidad» ─. Pareces sorprendida y veo que has venido sin la vela, por lo tanto, no tienes poder sobre mí. Tú y yo ajustaremos cuentas ─dice desconcertándome «¿Cómo sabe lo de la vela?» ─No sé quién eres… Él gruñe frustrado. ─¡Soy el hijo de lucifer; Asael Morningstar, o “Hades”! No actúes como si no recordaras, anoche estabas muy consciente ─manifiesta «¿Fue real?» me cuestiono pestañeando. Abro mis ojos con sobresalto y me giro sobre mis talones para hacer ademán de irme. La puerta se cierra de golpe evitando que salga. ─¡Me trajiste a este mundo deplorable y me enviarás de nuevo a mi casa! ─Grita enfurecido. Me vuelvo a girar para mirarle. ─Te acercas y…gritaré ─advierto. Él ladea una sonrisa. ─Inténtalo, de todas maneras, nadie te hará caso, están poseídos ─dice con ligereza sentándose encima del escritorio pareciendo divertido. ─Espera, ¿realmente eres el hijo del diablo? ¿Traje a mi habitación al hijo de lucifer? ─Pregunto sin creérmelo siento que se me va a bajar la tensión. ─No te lo repetiré, pero; sí. ─¡Maldición! ─Exclamo tirando mi cartera al suelo─. Maldición, maldición. ─Deja de repetir mi palabra favorita ─dice. Le encaro lanzando trasero en el sillón. ─No sé cómo devolverte a tu casa ¿No existe Uber o algo así? ¿O no hay cobertura para el puto infierno? ─Gruño ofuscada. Él baja del escritorio de un salto. ─Eres una mortal que no sabe nada del infierno ni de magia oscura ¿Cómo demonios lograste encender mi vela de nacimiento? ─Pregunta con seriedad. ─Una bruja… ─Ya me lo dijiste, pero, ¿qué más hiciste? ─Leí unas palabras en latín que me dio en un papel, pero…lo perdí ─Muerdo mi labio con vergüenza. ─¡Lo perdiste! ¡Así de sencillo! ─Grita. ─¡Sí! ¡Igual no es mi culpa! Yo solo quería… ─Detengo mis palabras, pues mi motivo suena muy inmaduro. ─¿Qué querías lograr? ─Pregunta acercándose a mí, él es imponente. ─Nada de importancia, fui una tonta al encender esa vela sin saber las consecuencias. ─¡Sí que eres una tonta! ─¡Tenías que decir lo contrario no afirmarlo! ─Replico él gruñe sujetándose el cabello. Me levanto del sillón y miro a mi alrededor la oficina─. Si eres el inframundo, ¿cómo es que pareces el jefe y dueño de esta empresa de arquitectura ¿Mataste al…? ─No, ¿me crees tan cruel? Me encojo de hombros. ─Eres como un diablillo, si tu padre es el diablo. Y no hay que fiarse del diablo. Él resopla. ─Compré el edificio y la empresa, los empleados están poseídos para que hagan bien su trabajo sin necesitar de mi ayuda ─responde como si fuera algo sencillo. «¡¿Poseídos?!» ─Entiendo…¿Usan los dólares en el infierno? ─Sí, el infierno es el mundo paralelo a la tierra, pero mil veces mejor. ─Sí, sí. Con las torturas y todo eso; que divertido ─murmuro con sarcasmo e intercambiamos miradas en silencio─. Entonces…¿Cómo regresarás? ─Corto el silencio. ─No lo sé, pensé que tú sabrías por eso planeé todo esto ¡En vano! No puedo durar mucho tiempo en la tierra, ¡Me desvaneceré o mi padre me encerrará en el purgatorio por abandonar el infierno! ─Suelta eufórico y muy preocupado. ─El diablillo le tiene miedo a papi ─Me burlo. Sus ojos enfurecidos se posan en mí. ─Eres una mortal muy molesta ─gruñe. ─Pero soy la mortal que necesitas y aparentemente soy tu dueña ─Sonrío. ─No eres mi dueña. ─Anoche me demostraste lo contrario ─digo juguetona, él rompe la distancia buscando acorralarme, mis pasos van en reversa y mi espalda choca con la pared, su gran tamaño llega a mi cuerpo y pone a mis pulmones a trabajar de más. Trago con dificultad cuando posa su mano en mi mentón alzándolo para que le mire. ─Parecías no creer que lo de anoche no era real, que yo no era real ─manifiesta con su voz grave, arruga su cejo y aprieta su mandíbula. Mis latidos enloquecen ante su cercanía, mientras que mi piel se calienta y mi coño se aprieta instintivamente─. Sé lo que estás sintiendo…estamos conectados de alguna manera, puedes sentir cuando la lujuria me invade y yo puedo sentirla en ti. Soy el demonio de la lujuria, pequeña Catherine ─declara y mis latidos palpitan con más fuerza «¡¿Qué demonios?!» Me cuestiono alterada. Él se inclina hacia mí y súbitamente puedo sentir algo que arde en mi entrepierna, como un fuego abrasador que me hace soltar un gemido. ─Acabas de sentir lo excitado que estoy. Para tu mala suerte soy un semidios insaciable por algo siempre tengo a una ninfa dispuesta para mí ─dice con descaro. ─No soy fácil ni una puta ─espeto manoteándole la mano, pero él vuelve a colocar sus dedos en mi mentón obligándome a mirarle. Sus ojos son tan hipnotizadores, de un color de otro mundo, hermosos como ninguno y su olor…él huele tan bien, es capaz de secarme la boca y calentar mis mejillas como si estuviera ebria. No sé qué me está sucediendo. ─No, no lo eres. Por algo tienes el puto poder del heredero del inframundo en tus manos…podrías ser una Perséfone ─dice en un gruñido tomando mi rostro con posesión para presionar sus labios de los míos sin previo aviso. Mis ojos se abren como platos por la impresión, pero se relajan cerrándose cuando mis labios les responden a los suyos aceptando el beso. Él me presiona contra la pared, mis pechos se aplastan de su torso caliente y duro. No sé lo que está ocurriendo ni por qué he perdido el control de mi cuerpo. «¡¿Qué haces?! ¡Estás besándote con el Hades del infierno!» Su lengua irrumpe mi boca para danzar con la mía en una lujuria que resulta exquisita y voraz. Nunca había sido besada de esta forma tan…candente. Poso mis manos de su cuello y él me alza un poco. Para de repente, sentir una de sus manos entre mis muslos, la punta de sus dedos roza la tela de mi braga. Suelto un jadeo por eso. ─Te gustó eso ─murmura en mis labios. Abro los ojos por sus palabras, mientras mis latidos golpean con fuerza mi esternón. ─Cállate ─digo avergonzada desviando la mirada. ─Lo siento, me gusta hablar mientras follo ─menciona y me doy cuenta de lo que está ocurriendo. Ayer me dejaron en el altar, un demonio irrumpió mi habitación y en vez de tener una entrevista de trabajo, estoy besándome con el susodicho demonio. Le aparto de un empujón. ─¡No voy a follar contigo! ─Exclamo acomodándome la falda ejecutiva, me inclino tomando mi cartera y clavo mis ojos en él señalándole con mi índice─. ¡Vete al infierno! ─¡Eso quiero! ─Replica. Refunfuño dándome la vuelta para abrir la puerta, estoy acalorada, frustrada y me quedé con ganas de que ese beso se convirtiera en algo más─. ¡Estás contratada, Spellman! ¡Y no te desharás de mí tan fácil! ─Grita a mi espalda, le saco el dedo del medio. Apresuro mis pasos y entro al ascensor con el pecho subiendo y bajando. Sin creer lo que acaba de ocurrir. ─¡Dejen de sonreír, imbéciles! ─Gruño hacia todas las personas. ** Asiento ante las palabras de mi madre quien parece preocupada por mí. Acaricia mi mejilla y le abrazo. ─Estaré bien, madre ─insisto. ─Ese idiota, mis antepasados lo maldicen ─menciona mi padre. ─¡Joaquín! ─Regaña mi madre a mi padre haciéndome reír. Él me guiña el ojo─. Te amamos, hija. Dios tendrá para ti algo mejor, rezaré por ello ─dice mi madre y aprieto una sonrisa asintiendo. Nos levantamos del sillón y los acompaño a la salida del departamento. Mi madre me sujeta las manos y coloca un rosario de plata en ellas. ─Para que siempre te acompañe mi pequeña gatita ─menciona y beso su mejilla. ─Gracias, madre ─Me despido de ellos quienes tomarán un vuelo a Nueva Orleans. Llega Leti en la salida de ellos. ─Buen viaje, señor y señora Spellman ─dice con una sonrisa. ─Vigila que no se ponga mal ─pide mi padre hacia ella. Asiente y se terminan de ir. Suelto un resoplo lanzándome en el sillón, Leti me lanza una bolsa de papas. ─Felicidades por tu empleo ─menciona y arrugo mi cejo. ─¿Cómo supiste…? ─Lo publicaste, aunque fue muy extraño ─dice y tomo mi celular mirando la pantalla con las notificaciones, verifico la publicación que dice expresamente: “Trabajaré para el mejor jefe del mundo, además es guapo, sexy y tiene una sonrisa que vale millones de dólares” ─¡¿Qué?! ─Exclamo al leer la estupidez que no publiqué. ─Veo que te gusta tu nuevo jefe. ─¡No es así! ─Digo. Esto es obra nada más de ese demonio narcisista y egocéntrico. ** Golpeteo con mis manos la cama, frustrada de no poder conciliar el sueño. Muerdo mi labio «¿Por qué me siento excitada? ¿No será por ese…?» Me pregunto y mis mejillas arden. Recuerdo el beso y sus palabras, si realmente estamos conectados, el cómo me siento es culpa de él. Giro mi rostro vislumbrando la vela oscura, de todos los demonios del infierno, tenía que tocarme ese… Me estiro hacia la cómoda a mi costado y abro el cajón sacando mi consolador rosado. Lo enciendo y este vibra. Lo meto debajo de las sábanas subiéndome el camisón para posarlo sobre mi monte de venus. Suelto un gemido entre dientes cuando palpa mi área sensible, provocando que mi clítoris se hinche y mis pezones se ericen endureciéndose. Aparto la tela que cubre mi sexo y poso el aparto entre mis pliegues estimulando mi perla sensible e hinchada. Arqueo mi espalda moviendo mis caderas con desespero mientras que mis gemidos se afloran pensando en lo que sentí, en lo que vi anoche…su cuerpo desnudo y su enorme… ─Asael…Hades…demonio ─gimo para sentir cómo el orgasmo me invade intensamente, tiemblo y siento que me elevo de la cama. Súbitamente, mi cuerpo se siente caer rápidamente a un vacío. ─¡Aaaaahh! ─Grito al ver todo oscuro y de repente, caigo en una cama donde reboto. Pestañeo sin saber qué sucedió ¿Me he muerto por un orgasmo? Miro a mi alrededor y no es para nada mi habitación. Hace mucho frío, mi piel se eriza y tiemblo. Aprieto el consolador en mi mano, bajando de la cama para regresar a mi habitación─. ¿Dónde estoy? ─Me pregunto. Las paredes son altas y oscuras, todo es de color n***o, hasta el suelo. Giro mi cuerpo para ver la ventana y corro hacia ella. Abro mis ojos con sobresalto al notar que no estoy en Nueva York ni en la tierra… ─¡Estoy en el infierno! ─Grito asustada al escuchar los gritos desgarradores, ver a los esclavos, un gran fuego fluir de una montaña y un cartel con la foto de Hades junto a otro hombre un poco mayor, ambos tienen coronas negras y puntiagudas, abajo dice: “La realeza del infierno”
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