Capítulo 2

4942 Words
Mateo estaba en la arena, en la posición de salida en donde iniciaría su recorrido para ganarse la oportunidad de ser un sacratus, Maat le entrego una nueva espada porque no le pareció correcto que usara la suya, era grande con empuñadura de oro y su guarda mano eran dos alas plateadas, su filo brillo cuando el saco de su funda dándole a entender que no era como cualquier espada. Todos los dioses y sacratus estaban en las gradas del estadio, Zeus le explico que el recorrido sería dentro de este pero el sentiría que estaba en otro lugar y que en el momento que quisiera terminar la prueba levantara su espada al cielo y pronunciara las palabras "Me rindo" le recordó que durante toda la demostración Alida sentiría dolor y podría morir como lo haría cualquier humano, su deber era rescatarla y evitar que pudiera llegar a pasar eso. Se escucho el estruendo de un trueno y con eso Mateo salió corriendo, conforme lo hacía dejo de ver las gradas del estadio y se dio cuenta que estaba en una especie de selva había muchos árboles y vegetación a su alrededor, volteo y se sorprendió por el poder de los dioses, pero siguió adelante con paso deprisa. Con una pequeña daga comenzó a quitar la maleza que estaba enfrente de él y se hizo su camino. Llego a un puente colgante de madera estaba a una gran altura a penas se podía ver el fondo que cruzaba, se agarró de la cuerda que servía de pasamanos antes de dar el primer paso, cuando sintió que era firme comenzó a caminar más deprisa para cruzarlo; Escuchó el chillido agudo de un halcón y vio un ave enorme, el largo que tenía esta era casi tan grande como la distancia que tenía que cruzar del puente, se aproximó hacia el con sus garras abiertas, se cubrió pero hizo mover la madera de los peldaños y la cuerda vibro de derecha a izquierda, elevó su vuelo y volvió a planear para dar su siguiente golpe. Mateo desenvaino su espada, no podría hacer mucho, vio su mano derecha y apretó su pañuelo rojo que lo envolvía; Deseo con todo el corazón tener un arco para poder derrotar a la criatura que lo detenía. Su espada comenzó a brillar de color azul y a los pocos segundos se había transformado en un arco y una flecha, sonrió feliz y agradeció a la diosa Maat por habérselo dado, tomó posición para lanzar, pero el halcón ya lo estaba amenazando, sus garras se volvieron a levantar e intentó agarrarlo con estas. Pero no pudo llevárselo sin embargo rompió parte del puente y lo dejo varado a la mitad, agarrado de una sola mano, suspendido en el vacío, con toda su fuerza se levantó y logró sostenerse, por lo menos ya no quedaba colgando de las puras puntas de sus dedos el chillido del halcón resonó más fuerte y más agudo que la última vez, volvió a embestirlo y rompió la soga por una parte dejando sólo un amarre de la cuerda. El peso lo jalo hacia la orilla como si fuera una liana justo a donde tenía que cruzar, sintió que el aire pasaba por su cara mientras era jalado por la cuerda; Cerró fuertemente los ojos en lo que esperaba el impacto con las rocas de la montaña pasaron unos segundos cuando sintió la colisión que lo hizo soltarse completamente y calló unos metros hasta unas piedras, estaba en la orilla del precipicio. Le tomó unos segundos recuperar la conciencia el halcón lo seguía acosando, se pegó a la pared lo más lejos que podía del acantilado vio la cuerda del puente y brinco para tratar de alcanzarla para trepar por esta, dio varios saltos hasta que la alcanzo, la enredo en su brazo pero cuando trato de escalar esta no soporto el peso y cayó de nuevo a ese peñasco se pegó en la espalda y se quejó un poco, vio que su enemigo estaba volando encima de él esperando su oportunidad para hacer su siguiente movimiento, tomó la cuerda y comenzó a enredarla sobre su hombro hasta que la tenía toda, tomó su arco y se colocó en posición para lanzar su flecha al inmenso animal, lo tenía en la mira con la oportunidad perfecta para dispararle y derrotarlo pero noto un nido cerca de donde estaba y comprendió que lo que hacía el ave era proteger a su familia, bajo su arma completamente, sólo siguió con su mirada su ruta de vuelo. Cuando vio que estaba muy cerca se preparó para brincar, escuchó el chillido del halcón y se lanzó hacia el vacío cayendo sobre el lomo de esta, se tomó de sus plumas y se sostuvo firmemente por que la corriente del aire que sentía era demasiado fuerte, tomó en su boca la flecha y amarro el lazo cerca de la punta, el otro extremo lo amarro a su mano derecha, el ave comenzó a volar en picada bajando a la tierra, se agarró con toda su energía y eso hizo chillar a la furiosa bestia que parecía perder el control y empezó a moverse de izquierda a derecha para quitarse al intruso que llevaba encima, dio varios giros y aleteos hasta que logró tirarlo. Mateo comenzó a caer mirando al cielo tomó su arco, podía matar al ave en ese punto estaba demasiado lejos para alcanzar la orilla y no estaba seguro que la fuerza de su flecha lanzada lo llevara hasta donde quería pero decidió arriesgarse, vio un árbol, el objetivo perfecto y arrojó su tiro en esa dirección esperando que pudiera servirle, el impulso lo jalo con un poder sobrenatural llego hasta la orilla y quedo colgando del precipicio, se impulsó y comenzó a subir por la soga, usó toda su fuerza para llegar hasta arriba y cuando lo logro se quitó el sudor de su frente. Dio unos pasos lejos, estaba cojeando de un pie, tomó la flecha y la quito, enredo en su cintura la cuerda haciendo un cinturón con esta, se disculpó con el árbol, pero siguió su camino por que ni el dolor que sentía en su pierna lo haría parar, prosiguió andando por esa selva, con su navaja volvió a cortar la maleza, pasaba por debajo de árboles y se arrastraba por el piso para llegar a su objetivo. Llegó a un lago se veía una isla en medio, pero no había ningún barco o bote que lo llevara hasta ese lugar, cerró los ojos apretó contra su cuerpo su arco y su flecha, deseo tener una canoa para poder cruzar, comenzó a brillar de color azul y su arma se convirtió en lo que tanto quería y fue cuando entendió que esa espada se transformaría en lo que anhelaba su corazón. Subió a esa canoa y comenzó a remar por aquel lago, pero conforme avanzaba descendía una oscura niebla, le costaba trabajo ver lo que tenía enfrente, trato de seguir derecho, pero le estaba resultando imposible, comenzó a escuchar una melodiosa canción, era dulce y tierna parecía llamarlo a lo lejos. Dejo de remar un momento —Rescata a la chica, ese es tu objetivo— sacudió su cabeza, trato de retomar su camino pero su propio cuerpo parecía traicionarlo —Tienes una misión, tu país desaparecerá si no haces algo, tienes que rescatar a la chica, convertirte en sacratus, convertirte en dios y salvar a tu gente— respiro hondo —Rescatar a la chica, convertirte en sacratus, convertirte en dios y salvar a tu gente, rescatar a la chica, convertirte en sacratus, convertirte en dios y salvar a tu gente— repitió varias veces lo mismo y siguió repitiéndolo mientras avanzaba. Seguía escuchando esa armoniosa canción y a pesar de repetir varias veces cuál era su misión, no pudo seguir su camino, vio unas rocas, creyó llegar a la isla pero conforme se acercaba no sólo el canto se hacía más fuerte se veían sólo rocas enormes, se detuvo cuando vio una chica sentada en una de las piedras que le cantaba; Tenía cuerpo de una hermosa mujer con el torso desnudo y un largo cabello rubio pero en lugar de piernas tenía cola de pez, con su dedo índice y de forma sensual le hacía una seña para que se aproximara. Quiso cambiar de rumbo, pero cuando volteo noto que dos bellas mujeres se aproximaban a su pequeña embarcación una morena y una pelirroja comenzaron a rodearlo y a sonreírle mientras le cantaban, nadaron alrededor de él hasta que llego la sirena que se encontraba en la roca. — ¿Por qué no vienes a jugar con nosotras? — dijeron las tres al mismo tiempo como un coro. —Sólo déjenme— intentó apartarlas con el remo. —Te divertirás— volvieron a hablar las tres. Su canto le estaba afectando cerró los ojos —Rescatar a la chica, convertirte en sacratus, convertirte en dios y salvar a mi gente, rescatar a la chica, convertirte en sacratus, convertirte en dios y salvar a mi gente— volvió a repetirlo, pero las voces de aquellas hermosas y seductoras sirenas eran más fuertes y comenzó a embelesarse con su canto. — ¿Cuál chica? — lo movió la sirena rubia. Él se sobré salto y se alejó de su mano —No les importa. — ¿Es tu amada? — pregunto la pelirroja intentando tocarlo, pero fue quitada con el remo. —No, no hay ninguna amada. —Yo seré tu amada— la morena le mandó un beso. —No, déjame a mi— le sonrió la rubia. La pelirroja lo tomó por la cara y lo aproximó hacia ella —Yo te haré sentir cosas que jamás ha experimentado un humano. Su respiración se agitó, la tenía tan cerca que sentía su aliento, tragó saliva, luchó contra el deseo de probar sus labios y la rechazo —Las caricias, los besos y el deseo me apartan de mi objetivo real. —Seremos tu deseo— le sonrieron las tres sirenas en lo que continuaban cantando y nadando alrededor de su bote. Desesperado cerró los ojos, su canto era muy fuerte y comenzó arder en deseo por tocarlas, sentirlas y probarlas, impaciente tomó una bolsa que llevaba colgando de su cinturón y sacó un trozo de pan, le quitó el migajón y se hizo dos tapones que se colocó en sus oídos de forma discreta con eso dejo de escuchar su canto, volteo a verlas, pero ya no parecían hermosas mujeres tenían la piel verde oscura con grandes colmillos en su boca y ojos rojos como la sangre. Comenzó a atacarlas, eso sólo las hizo enojar y comenzaron a agredirlo, no tenía armas, iba a buscar su daga, pero si lo tiraban de su barco sería su perdición, conservo la calma y pensó un segundo —Son hermosas— les hablo a las sirenas, pero no escucho lo que le decían sólo las vio nadar alrededor de él más tranquilas "Tengo que engañarlas, sólo así me dejarán ir, haré que me lleven a la orilla" pensó —Dos de ustedes son hermosas— Vio como parecían discutir entre ellas —Y una de ustedes dos me ha robado el corazón. Las tres sirenas se aproximaban a él parecían suplicar por conocer la identidad de las dos hermosas y de la sirena que lo había enamorado, necesitaban saber quién era la menos bonita quizá para burlarse de ella o recalcar su superioridad de atracción. —Les diré quién es— las tres se voltearon a ver parecían niñas pequeñas emocionadas —Con una condición. Se alejaron del barco, no parecían felices con sus peticiones, comenzaron a secretearse y después de unos segundos las tres le sonrieron y afirmando con su cabeza, le dieron a entender que querían conocer su petición. —Necesito llegar a la isla para regalar a mi amada un objeto especial que tengo en la orilla de la isla, es algo exclusivo y sorprendente así siempre resaltará de entré todas las demás sirenas, será única con ese obsequio cualquier viajero sabrá lo importante que es con sólo verla. Las tres sonrieron y comenzaron hablar entre ellas, parecían estarse jactando a quién le daría el anhelado obsequio, las tres se pusieron a la punta de su canoa y con la mano le indicaron que las siguiera, comenzó a remar lentamente, temía que lo llevarán a otro lado, las tres estaban nadando en la punta y lo hacía velozmente la promesa de aquel objeto las tenía claramente entusiasmadas. Comenzó a ver la orilla de la isla, parecía que las sirenas le decían algo, pero no estaba seguro que era porque tenía tapado los oídos, pero lo que alcanzo a interpretar fue que no se podían acercar a la isla —El objeto no está lejos, sólo denme unos segundos y pronto regresare. Se apartó de ellas y llegó a la orilla, sostuvo su bote y deseo que se convirtiera en espada, brillo de color azul y en un segundo se trasformó, iba a marcharse, pero sintió pena por las sirenas fue hacia las plantas y arbustos que estaban cerca, les armo tres coronas de flores, regreso y las vio a lo lejos, se aproximó lo más que pudo subiendo a una roca. —¡Las tres son hermosas me robaron el corazón! — les lanzo a cada una su propia corona, vio como se los colocaban, lo saludaban con la mano y le mandaban besos. Se alejó del borde y comenzó a caminar hacia la espesa jungla, se quitó sus tapones en lo que creaba la ruta por la que andaba; Con ayuda de su pequeña daga, quitaba las lianas y las plantas que le estorbaban para avanzar, cruzó otro puente colgante que paso por encima de un pequeño riachuelo y peleo contra un jabalí que le cortaba la senda, continuo por una vereda y dejo de ver el verde de la selva para adentrarse en un desierto. La arena comenzaba a cubrir su camino y el viento soplaba fuertemente deteniéndolo, se empezaba a cansar, pero no se detuvo, siguió hasta que se topó con una montaña y comenzó a escalarla, extrañamente conforme avanzaba tenía el sentimiento de conocer ese lugar, las piedras, el trayecto y todo lo que tenía alrededor le resultaba familiar. Se detuvo en seco cuando vio la entrada a una aldea; Pero no era cualquier poblado deshabitado en medio de la nada, lo sabía bien porque hacía varios meses salió de ese lugar para rescatarlo del olvido al que parecía condenado. —¡Mateo! — escucho la voz de una niña de nueve años que le gritaba —¡Mateo! — el llamado se hizo más fuerte y vio como una pequeña de cabello n***o corría con todas sus fuerzas a donde estaba él. —¡Coral! — le grito él y abrió sus brazos para recibir el abrazo que le otorgó. —Sabía que volverías, lo sabía, jamás nos abandonarías— le sonrió mientras sus ojos de color ámbar se comenzaban a desbordar de la felicidad de ver a su hermano mayor —Todos te estamos esperando— lo tomo de la mano y lo condujo dentro de la ciudad. Conforme andaban las personas lo saludaban y parecían alegres de encontrarse con él —¿Cómo llegue aquí? Su hermana le sonrió —Debes estar cansado y espero que me cuentes todas las aventuras que tuviste, recuerda que lo prometiste. —No— se paró de golpe —Tengo una misión. —Pero ¿qué no lo entiendes? Si volviste es que lo lograste. — Coral...— abrió la boca —Yo no he vuelto. —¿Qué? Pero estas aquí. —Es imposible que lo esté. —Yo te veo— agarro su mano —Te siento. —Debe de haber un malentendido, debo seguir mi camino. —¿Me abandonas? Lo freno con esas palabras —Jamás— volteo a verla —Por eso tengo que marcharme. —¿Cómo se llama? —¿Quien? —Por la que me abandonas. Se agachó para verla —Tu eres quien más me importa y lo sabes. —¡Mentiroso! ¡Rompiste tu promesa! — le grito y se echó a correr hacia el bosque. —¡Espera! ¡Regresa Coral! — comenzó a seguirla y trato de alcanzarla —¡Vuelve! ¡Coral este lugar es peligroso! ¡Maldición regresa! Vio como entraba a una cueva, se detuvo un segundo para retomar el aliento, pero sólo fue un momento antes de bajar por una vereda para adentrarse al escabroso lugar donde había ido su hermana, escucho que ella gritó y eso lo hizo ir más a prisa. Entró en la caverna, el suelo estaba mojado y sus pisadas resonaban fuertemente por el eco del agua que chocaba contra sus pies, estaba oscuro, confundido al no saber por dónde ir, deseó averiguar cuál debía ser su ruta, su espada brilló y se trasformó en una brújula brillante que alumbraba su trayecto, llegó donde habían tres entradas, la flecha comenzó girar varias veces hasta que se detuvo y señalo una de las entradas que lo dirigía a la derecha, siguió andando hasta una especie de habitación que era alumbrada por antorchas, no comprendía bien donde estaba parecía que a su alrededor habían celdas colgadas del techo, al llegar justo a la mitad de lugar se prendió fuego en el fondo y vio colgando sobre este dos jaulas. —¡Ayúdame hermano! —¡Coral! — gritó y dio un paso a la derecha en su dirección y la otra jaula que estaba a la izquierda descendió a las llamas ardientes. —¡Mortal! — escucho la voz de una mujer —¡Ayúdame! Volteó y vio que en la otra trampa estaba la diosa que se había ofrecido como voluntaria para ser rescatada, dio un paso en su dirección y subió su cárcel, pero descendió la de la pequeña. —¡Tengo miedo Mateo! —Tranquila— volteo a todo lado dio un paso para atrás y las dos prisioneras descendieron a las ardientes flamas, gritaron las dos con el movimiento brusco. —Tienes que ayudarme a mi— le gritó Alida. —Prometiste siempre cuidar de mi— Se quedó en silencio y cerró los ojos, era obvio no iba a poder salvar a ambas, dio el primer paso y bajó su hermana —¿Por qué me haces esto? Tragó saliva y ahora camino del otro lado descendiendo a la diosa —¡Mortal estúpido! ¡Me vas a matar! Así intercaló sus pisadas haciéndolas subir y bajar pero ninguna de las dos llegaban a las flamas, quedó abajo de las dos, intentaba pensar un plan "¿Como las rescato?" Rebusco rápidamente con su vista la cueva pero no había algo útil que lo sacara de ese predicamento. —Está cerrado— la niña movió su puerta. —¿No ves una llave? —Yo tengo una llave— le mostró Alida la que traía en el cuello —Pero no creo que funcione sólo abre las puertas del liceo. —Úsala— Ella levanto sus hombros y se acercó a la puerta que la tenía encerrada, metió la llave y se escuchó un click, se abrió. —¡Ahora brinca a la orilla! —¿Estás loco? ¡No! Me voy a matar y no puedo volar, se supone humano que viniste a salvarme, no a salvar a pequeñas niñas. —¡Cierra la boca y brinca! —Olvídalo— se cruzó de brazos. —Dame la llave. Hizo un puchero —Bien— la lanzó lo más cerca que pudo de Mateo, pero dio un paso y eso hizo bajar la otra trampa. —¿Por qué escuchas a esa mujer? Ayúdame, estoy asustada, eres igual que él. —Tranquila Coral— su respiración se aceleró, tomó la brújula y vio que señalaba hacia Alida, intentó cambiarla de posición, pero no dejo se señalarla, lo aferró contra su cuerpo y deseo tener de nuevo el arco y la flecha, brillo antes de transformarse en lo que pidió, volvió amarrar la cuerda en la punta, pero en esta ocasión también dejo la llave, tomó su posición y la lanzó llegando hasta donde estaba su hermana. —¡La tengo! — abrió su puerta, pero se escuchó un ruido de su celda, su hermano dirigió su mirada a su amarre que la sostenía se estaba rompiendo y en menos de un segundo calló hacia el fuego. Mateo corrió con todas sus fuerzas hacia Coral brinco y cuando sintió que la tenía atrapada vio que se convirtió en cenizas consiguiendo sólo la llave, pero su descuido había provocado que la trampa que tenía presa a Alida comenzara a caer, ella comenzó a subir por los barrotes y por la cuerda, pero esta no tardo en prenderse. —¡Mortal inútil haz algo! Se quedo parado viendo como las cenizas de su falsa hermana se quedaron vagando por la cueva ¿cómo pudo cometer un error así? Apretó sus dientes y subió por las piedras de la pared dio un salto para aproximarse a donde estaba la deidad que parecía no poder resistir más tiempo. —¡Brinca! — Estiró sus brazos. —¡No! —Tienes que hacerlo. —¿Para qué me dejes caer? Olvídalo. —Te juro que no pasará. Alida se aferró a la cuerda, pero sus manos le punzaban, volteo a ver abajo parecía la única solución, sus pies le colgaban y su frente estaba húmeda al igual que sus palmas, cerró fuerte sus ojos y se escuchó un grito en lo que caía porque había soltado la cuerda. El joven muchacho abrió sus brazos y se movía de izquierda a derecha para calcular donde caería, se arrojó atrapándola en el aire, su espalda golpeó contra la piedra y el impacto los hizo rodar, intentó cubrirla por completo, las vueltas lo hicieron quedar encima de ella. Su cabeza le daba vueltas, se levantó un poco y la miro por primera vez, su piel parecía porcelana, lo que más le llamo la atención fue su cabello lacio de color azul cielo que le llegaba hasta los tobillos, tenía tierra en este que quitó cuando la sacudió, sus mejillas tenían cenizas y cuando toco su suave piel para limpiarla lo hizo tragar saliva y poner nervioso, detrás de lo gris del hollín encontró sus chapas rojas, sus ojos seguían cerrados pero tenía unas largas pestañas negras acercó su oído a su pecho y escucho que respiraba despacio, seguía viva esa sensación lo hizo recuperar el aliento, ella se comenzó a mover parpadeó varias veces dejando ver sus ojos morados, parecía tierna, delicada y vulnerable lo tomó por el cuello usando sus muñecas para acercarse, sus rostros estaban muy juntos tanto que sentía el calor que emanaba el cuerpo del otro. —Tengo algo que decirte— Alida mojó sus labios cuando los mordió. —¿Decirme algo? — intentó alejarse. —No sé cómo explicarlo— sus ojos comenzaron a humedecerse —Es algo que nunca había sentido. —Tenemos que irnos— volteo a la salida. —No podemos, no puedo porque esto que siento...— su respiración se cortaba mientras lloraba y le escurrían las lágrimas —Jamás había experimentado esto. Su cara quedo frente a la de él, su nariz rozaba la suya —¿Que sientes? — pregunto mientras recorría con sus ojos su rostro frágil, apretó sus dientes y cerró su puño —Me distraes, tengo algo que cumplir— le reprocho. —Siento un ardor— mordió sus labios —Mis manos están palpitando y mi frente se puso a llorar— lo soltó quedando recostada en el piso y le enseñó sus palmas que estaban rojas —¿Qué es eso que sale? Mis manos están llorando algo rojo y no me gusta, se siente... ¿qué es esto que siento? —¿Qué? —¿Qué es esto que se siente? Punza y si lo toco— acercó su dedo —¡Auch! ¿Qué es eso? —Estas sangrando— se sentó a su lado y de su bolsa de viaje sacó unas vendas —Acércate. —No— se alejó, pero no podía arrastrarse —¿Que me quieres hacer? —Te voy a curar, esta herida con esto te dejara de doler. Se intentó sentar, pero no podía por lo que cayó en sus brazos la sostuvo y la atrajo hacia él para atenderla —¿Qué es curar? ¿Qué es una herida? ¿Qué es el dolor? El soltó una risa pensando que bromeaba, pero la vio hacer un puchero —Curar es cuando haces algo para que se quiten tus heridas, una herida es eso que tienen tus manos— se levantó su pantalón y vio que el mismo líquido rojo brotaba de su pierna. —También tienes de esa cosa roja ¿está llorando? ¿qué es? Le sonrió su inocencia comenzaba a enternecerlo —Es sangre, y no está llorando, así como tu frente tampoco llora eso es sudor y esta cosa roja es de lo que estamos hechos los mortales si la perdemos toda morimos por eso es importante curarla y el dolor es algo que te hace sentir el cuerpo cuando corre el riesgo de morir, ese ardor, esas punzadas son dolor, duele y se siente mal. —¿Me voy a morir? — se acercó a él y dejo sus manos enfrente en lo que respiraba agitada —No quiero morir. —¿Por esas heridas? — soltó una carcajada —Uno no muere por esas pequeñas heridas— limpió sus manos con agua y envolvió cada una —¿Cómo se siente? —No lo sé— miro intrigada la curación que le habían hecho —Aún duele. —Te dolerá menos conforme sanes. —¿Sanar? ¿Y cuánto tiempo es necesario para que pase eso? Le quitó el cabello de la cara en lo que la apartaba y se ponía de pie —Sanar es cuando tu cuerpo vuelve a estar bien y tu herida dejo de existir, el tiempo puede variar según lo grave de tu lesión algunas toman minutos, horas... Meses, mañana se te pasará, si fuera grave si tendrías un problema al final cuando estas bien tu cuerpo deja una marca donde lo lastimaron— levanto su brazo y le mostró —Eso es una cicatriz te dice donde hubo un daño. —Estas cosas de los mortales son muy extrañas— intentó ponerse de pie, pero nada más parecía rodar por todo el suelo, hizo una rabieta —Extraño volar. —Sostente— la tomo por la cintura mientras ella rodeo su cuello, levantarla no le costó trabajo fue como si el viento alzara una hoja —Listo— la soltó y ella parecía caerse —¿No sabes caminar? —Si, pero...— vio sus pies —Duelen— los señalo —Siento las mismas punzadas, pero no tan fuertes. —Descuida ya te rescate— volteo alrededor —¿Por qué seguimos aquí? Zeus dijo que tenía que salvarte, ya lo hice— Ella soltó una risita y le sonrió —¿Te estas burlando de lo que pregunto? Intentó morder su pulgar, pero no pudo por la venda hizo un puchero —Yo jamás me burlaría de algo que preguntan, al contrario— levanto su hombro mientras caminaba por la cueva de forma torpe —Es que usualmente soy yo la que pregunta y la gente se ríe de lo que pregunto me pareció gracioso porque...— volteo a verlo y le sonrió —Es la primera vez que se la respuesta— se paró derecha y firme muy orgullosa. —¿Y....? ¿Por qué seguimos aquí? —Tu misión es rescatarme y llevarme de regreso sana y salva, aunque no sé qué significa esto último— suspiro —Hasta ahí llegue, era demasiado bueno eso de tener una respuesta. —Entonces debemos cruzar el mismo camino que tome, procurare que no te vuelvas a lastimar eso es lo significa sana y salva— se sobó la espalda —Vamos y no te alejes, aunque ya pasé las tres pruebas. —¿Enserio? ¿Y cómo sabes que era una prueba y no un obstáculo? Volteó a verla y se quedó con la boca abierta —Me enfrente al halcón, cruce por donde viven las sirenas y te saque de la jaula. —¿Cómo sabes que eran las pruebas que menciono Zeus? —Sólo camina— se dio media vuelta y comenzó a andar deprisa dejando atrás a su compañera. —Espera— le grito, quería correr, pero las piedras del piso se le enterraban —Vuelve— dio un desplante encima de una roca la hizo gritar y tomarse de la planta de sus pies perdió el equilibrio y quedo tirada en el piso. Mateo regreso al escuchar el grito y la vio apretando los labios haciendo un berrinche —¿Ahora qué? Así nunca vamos a volver. —Eres un pésimo héroe— se cruzó de brazos —Me prometieron que esta experiencia sería muy diferente. —Muévete— le ordeno —Tengo una misión que cumplir y la estas entorpeciendo. —No puedo, tengo dolor ¿por qué no me cargas? — levanto sus brazos. —No— volteo alrededor —No eres una inútil, párate, sólo te estoy cuidando porque me obligan, ni siquiera me importas. —¿Qué?
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