—Dije que...
La cueva retumbo tirando a Mateo al piso, el suelo se movió de nuevo y las rocas comenzaron a desprenderse del techo, tomó su arco y su flecha, deseó tener un escudo, brillo y rápido llego hasta donde estaba la diosa, la cubrió con su cuerpo y el escudo mientras las piedras y rocas comenzaban a caerle encima, una era tan grande que lo tumbo sobre ella, recupero la conciencia y notó que sus cuerpos estaban pegados se levantó un poco quedando sus rostros juntos, trago saliva y desvió su mirada; Cuando sintió que todo dejo de moverse se quitó el escudo.
—¡Quítate sucio mortal! — le pego Alida varias veces y lo empujo hasta que se movió.
—¿Que te pasa? Fue para protegerte, ni creas que fue por...— tartamudeo —Por... Por... Por otra cosa, ¡Ni lo pienses! ¿Te quedo claro?
—¡No! — se puso de pie.
—Sólo fue para cuidarte-
—Pues no te molestes— comenzó a caminar a la salida —¿Y de qué otra cosa estás hablando?
Corrió para alcanzarla —¿No estas molesta por que tú y yo...? Bueno, ya sabes— Levanto sus hombros —¡Por que no! Estarías muy equivocada.
—¿Saber qué? Yo no sé qué es eso de "Tú y yo..." No sé de qué me hablas y aléjate de mí— iba a continuar, pero el pasillo se veía oscuro —Ve cumple tu trabajo en vista de que no te importo y sólo te importas tú, alumbra el camino que si me pasa algo habrás fallado.
Tomó el escudo y deseo que se convirtiera en una antorcha ilumino todo el pasillo hasta los rincones más oscuros, le ofreció su brazo para que se sostuviera, pero ella lo rechazo sin preocuparse siguió su camino.
—Si me importas.
—Mentiroso— siguió sin si quiera verlo —Lo único— apretó sus dientes —Por lo único que te importo es para cumplir tu tonta misión, jamás te preocupó mi seguridad, lo que me pase— se volteó —Eres un egoísta.
—Claro que no, soy Mateo— le cortó el camino para quedar frente a ella le extendió la mano.
—No es de mi interés, no quiero presentarme— continúo dejando estirada su mano.
—Yo no soy egoísta, tú eres la egoísta "Mis manos me duelen" "No puedo hacer nada" "Soy una inútil".
Se paró en seco y apretó sus puños, levanto su cara —¡Tú eres un mortal! ¡Hipócrita! No te quiero cerca de mi ¿Como puedes ser amable y grosero al mismo tiempo? ¿Cómo?
Dieron unos pasos cuando todo comenzó a temblar de nuevo, pero ahora fue acompañado de un fuerte rugido, Mateo alumbro el fondo y vieron a una criatura enorme parecía un gigante de fuerte músculos, pero tenía un sólo ojo, estaban frente al cíclope.
La tomó por la muñeca y se echó a correr sin importarle mucho los tropiezos que tenía su compañera, la saco rápidamente de la cueva mientras el rugir de la bestia se hacía más fuerte indicándoles que estaba más cerca.
—Me dañas— le reprocho.
—Tenemos que darnos prisa.
—¿Esa es tu excusa para justificar el hecho de que me haces daño?
—iEsa cosa nos va a matar! — la volvió a jalar y comenzó a guiarla por la jungla.
—No puedo más— se soltó y respiraba de forma agitada.
—Vamos— intentó agarrarla, pero no se dejó.
—No puedo más— su respiración se cortaba más —Mis pies.
Volteo a todos lados —¿Te duelen?
—Si, pero...— se sentó en un tronco levanto uno mientras le mostraba toda su pierna.
Trago saliva —Hay que irnos.
—No has visto.
—Ya vi tu pierna ¿qué tiene?
—No mi pierna, mi pie... Mira— subió más su pierna dejando ver gran parte de su cuerpo —Hay algo café y pegajoso en la planta de mi pie.
—Eso es lodo.
—Me da asco— se lo intentó quitar de la mano, pero no pudo.
—Es tierra con agua por eso esta mojado— Se paró la diosa y limpió su palma sobre él —¡Que te pasa!
—¿Qué? ¿Te molesta? — levanto sus hombros y recogió su vestido —Dijiste que es lodo y que no te molesta a mi si, no me iba a limpiar con mi ropa.
Se escucho el rugido —Me molesta, vámonos la volvió a jalar por el brazo y comenzaron a correr, pero con el largo vestido de la diosa esta se tropezó y cayó sobre el fango ensuciándola por completo —¡Párate y vámonos!
Ella se volteó a ver y se quitó la suciedad de su cara —Olvídalo— levanto sus manos al cielo —Me rindo, ya no quiero ser rescatada por este tonto mortal.
—¿Qué haces?
—Me rindo.
—¿Que? No— se paró frente a ella y la levanto de un golpe —Nada de rendirse.
—Suéltame— le pego —Ya no quiero seguir, estoy llena de lodo.
Volteó a todos lados y vio un pequeño lago —Vamos— la llevó a rastras —Vamos límpiate.
Ella entro en el estanque y comenzó a quitarse el fango que tenía, se sumergió por completo y cuando salió ya no tenía ninguna mancha, su ropa estaba pegada a su cuerpo, se trasparentaba un poco, se abrazó para darse calor y comenzó a salir, trepando por las piedras, pero se resbalo y Mateo la atrapo para que no se fuera a lastimar
—¡Suéltame! — comenzó a patalear —¡Quita tus manos mortales de mí!
—Silencio— La bajó con cuidado y la contemplo un momento se acercó a sus piernas y tomó su navaja y rasgó el largo vestido.
—¿Qué haces? No puedes romper mi ropa.
—Volverás a tropezar— le quitó lo que le estorbaba y quedó un poco más arriba de la rodilla, pero sus cortados eran chuecos y disparejos dejando una parte más largas que otras —Listo, vámonos— la tomo por la muñeca y la volvió a jalar.
Siguieron su camino pasando por el desierto, Alida no dejaba de quejarse por que le había entrado arena en el ojo y le reprochaba que quedaría ciega, que una diosa hermosa como ella no podía quedar así, siguieron su camino hasta llegar a la orilla de la isla, Mateo trasformo su espada en una canoa y los dos subieron
—Ayúdame a remar.
—¿Que? — lo volteo a ver —¿Estás loco? No, se supone que me ibas a rescatar y mis manos— le enseño sus palmas que estaban envueltas —Tienen dolor y yo no remó, humano deberías tratarme con el respeto que merezco.
—¡Deja de quejarte! — le reprochó mientras salían de la orilla.
Pronto se encontraron a mitad del lago, la niebla comenzó a cubrirlo todo y a lo lejos comenzó a escuchar una melodiosa canción, con eso el héroe comenzó a buscar sus tapones.
—¿Que te pasa? — le pregunto ella cuando lo vio alterado.
—¿Que no las oyes?
—Si, son sirenas.
—Exacto, tengo que encontrar mis tapones antes de que nos hipnoticen.
—Yo soy inmune, soy mujer.
Se escucharon unas risitas y el canto se hizo más fuerte, por fin vieron a las tres sirenas que se acercaban.
—Es el guapo muchacho— dijeron las tres.
—Hola— las saludo con la mano de forma nerviosa.
—¿Alida? — preguntaron las tres.
—Si, soy yo— soltaron una carcajada las sirenas —¡Lárguense de aquí! — las corrió con sus manos.
—Pobre— volvieron a reír —¿Es ella a la que tienes que rescatar?
—Lo es, tengo que irme.
—Pero dijiste que te robamos el corazón— se acercó la rubia.
—¿Cómo que te robaron el corazón? — le pego en la cabeza —Por eso esta misión ha sido un fracaso— puso sus manos en su cintura —¿Que no sabes que sólo te quieren comer?
—¡Mentira! — gritaron las tres.
—Lárguense.
—Hay que ayudarlo— se acercó la pelirroja —Ya tiene suficiente con tener que soportar a la diosa de las preguntas y la distracción— rieron las tres.
—Te compadezco— se puso al frente la morena.
—Vamos— le hizo una seña la rubia y se colocó atrás de la otra.
Se quedo confundido —Gracias ¿Me van ayudar?
—Si— le sonrieron las tres.
—Fastidiosas— hizo un puchero la diosa.
Lo condujeron por todo el camino y platicaban con él, también se burlaban de Alida y le contaban algunas cosas de ella y de su reputación de ser alguien distraída, torpe y preguntona, cuando llegaron al otro lado Mateo se despidió de ellas y les agradeció mientras su compañera ni siquiera se molestó en voltear y siguió su andar.
—Espera, no puedes irte así, podría ser peligroso.
—A ti que te importa— siguió su andar hasta que se tropezó con una rama y cayó al piso.
Corrió para alcanzarla —¿Estas bien?
—No te incumbe— se sobó su rodilla que estaba roja y sus ojos se enrojecieron y comenzó a llorar.
—Déjame reviso, te puedo curar.
—Me rindo— volteo al cielo —¡Zeus me rindo!
—¿Otra vez? Casi llegamos.
—Lucas se va a burlar de mi toda la semana y seré el chiste de novedad de Memo, espero que estés contento.
—Vamos por favor, casi llegamos necesito convertirme en dios y tu fuiste voluntaria para ayudarme.
—No me dijeron que iba a ser difícil o que me lastimaría, que tendría dolor, que mi cara se llenaría de lodo o que las sirenas se burlarían de mí, me prometieron que sería muy diferente, eres un pésimo héroe, no me imagino como estará tu pueblo si lo rescatas de la misma forma que lo hiciste conmigo, yo no te importo.
—Mira— agachó si mirada —Lo siento.
—¿Que?
—Lo siento.
—¿Que sientes?
—Lo que te paso.
—¿Ósea que sientes lo que me causa dolor?
—Lo entiendo, no fue mi intención dañarte, si lo hice, fue un accidente, no quería hacerlo.
—Dijiste...— se quitó el cabello de su cara —Que era una inútil.
—Sólo te quejas un poco, vamos... Por favor, hazme ese favor sólo hay que cruzar un puente y regresamos, te juro que ya no sentirás más dolor.
—De acuerdo— volteó a ver la mano que le ofreció —Pero no te voy a tocar.
Siguieron por la vereda hasta llegar al acantilado, no había ningún puente, Mateo volteo a todos lados y se asustó cuando vio al halcón que estaba cerca de donde estaban, Alida se comenzó acercar al imponente animal.
—¿Qué haces? — le hablo en silencio para no llamar la atención.
—Necesitamos cruzar— se acercó y acaricio su plumaje, el ave volteo a verla y dejo que acariciara su pico, lo abrió y emitió pequeños trinos como las aves —Nos ayudará— se volteó a verlo.
—¿Lo hará? ¿Sabes comunicarte con las aves?
Ella suspiro —Bueno una amiga mía me enseño pensando que eso era mi talento, pero...— miró al piso antes de voltear a verlo y sonreírle —Sí, nos ayudará— Se subieron en el lomo del halcón —No le jales las plumas que se enojará.
Abrió sus imponentes alas y comenzó a batirlas para emprender el vuelo, subieron a lo alto del cielo y en menos de unos minutos los hizo cruzar el trayecto que les faltaba, vieron la señal donde indicaba que él había empezado la carrera, descendió suavemente y los dejo bajar.
—Gracias— lo acaricio Mateo, se dio la vuelta y dio unos pasos se escucharon algunos aplausos, volteó y notó que estaba en el estadio.
—Alida— se aproximó Zeus —¿Estas sana y salva?
El muchacho apretó los labios y ella lo vio como miraba su pañuelo, volteo al suelo conocía esa mirada porque es la misma que siempre tenía cuando falla —Lo estoy— la miro y le sonrió —Sólo tengo lodo y mi vestido quedo roto.
—Mateo Verser mortal de los reinos olvidados serás llamado sacratus a partir de ahora, bienvenido al liceo— se escucharon aplausos y bullicio en todo el lugar.
—¿Cuantos dioses se necesitan para rendirse? — preguntó Memo el dios de las bromas, la ironía y el sarcasmo, de cabello n***o corto con una sonrisa amplia y burlona.
—¿Cuántos? — preguntó la diosa del caos Calista una mujer de cabello castaño rojizo amarrado en una trenza en sus manos siempre traía una manzana echa de oro.
—Una, con Alida es más que suficiente— todos soltaron una carcajada.
—Pobre— se acercó a ella Lucas la deidad nórdica de la destrucción, su cabello n***o estaba amarrado en una cola de cabello y sus ojos eran de color rojo —Déjenla, no ven que tiene suficiente con ella saboteando su propia vida— se volvieron a escuchar burlas.
—Pero... "No lo hago a propósito"— Memo la imitó lo que provoco más burlas.
Dani un dios regordete y de cabello castaño corto y rizado se acercó a la chica —Bebe— le pasó una copa y le sirvió vino —Al menos así lo olvidas.
Ella la apretó, antes de tirarla al piso, se volteó al rincón ignorándolos —No los escuche— Aidé la deidad celta de la inteligencia y la razón le hablo, su cabello era castaño y lo traía amarrado en una trenza recogida.
—No lo hago— se cruzó de brazos.
—Eres muy talentosa— Grian su otra amiga rubia de ojos azules la abrazó —No conocen lo especial que eres— era la deidad celta del sol y de las hadas de los bosques.
—Basta Memo— le habló un joven de piel morena y cabello n***o era Sasha, el dios azteca de la juventud, la vida y la alegría.
—¿Qué no te diviertes?
—¿Con tus tonterías? — soltó una risa —Yo no necesito fastidiar a alguien para divertirme y si quisiera molestar alguno— volteo al rincón donde estaba Mateo —Iniciaría con el mortal.
—Cierto ¿por qué no lo hemos hecho? — se le acercó Lucas —Criatura inferior— se escucharon risitas burlonas alrededor. ¿Quién te dijo que podías estar aquí?
—Zeus te nombro sacratus pero eso no significa que puedas tomar las lecciones con nosotros.
—¡Calista! — la reprendió Herecura que había entrado —A sus lugares— le tomó un segundo poner orden al alboroto. —Bienvenido al liceo, aquí estudiarás con los sacratus, se te asignara un didaskalo que será tu guía para descubrir tu fuerza y poder como dios, hoy trabajaremos en parejas— comenzó a escribir letras con las nubes como si el aire fuera un pizarrón —Existen más de una deidad para tener un apoyo— volteo alrededor y vio que los equipos estaban formados —Alida dije parejas, no pueden estar tres en un equipo.
—Es que...— levantó los hombros —Ya no hay más.
Herecura volteo al fondo —Trabajarás con Mateo.
—Prefiero trabajar sólo.
—Ni los mortales la quieren— se escuchó a Memo y todos soltaron una carcajada.
—Silencio— la didaskalo se acercó a él.
—No es por eso, trabajo mejor sólo.
—No es opcional, aquí no trabajamos así Alida forma equipo con Mateo, hoy se discutirá sobre lo que es un equipo, vendrán sus mentores individuales y desarrollarán el tema con ellos.
La joven de cabello azul se sentó a lado de su compañero —No es necesario que lo hagas— le habló ella sin voltearlo a ver.
—No creo que nos diera opción— voltearon a ver a Herecura.
—Bueno— suspiro —No te sientas obligado— le sonrió la chica.
Todos comenzaron a ponerse de pie y se marcharon con sus maestros, hasta que ellos quedaron solos en esa isla hasta que llego la diosa Maat.
—Hola Mateo— se paró frente a él y le sonrió —Yo soy tu didaskalo.
Le devolvió la sonrisa y desenvaino su espada, la colocó en sus manos y se hincó —No sé cómo agradecerte todo lo que hiciste por mí.
—Ya lo hiciste, de pie— le ofreció su mano para ayudarlo —La espada es un regalo, consérvala— volteo a ver Alida y luego alrededor —¿Dónde está Dorian?
Ella levanto los hombros —No lo sé— se puso de pie —No siempre aparece.
—Podemos esperarlo.
—No es necesario, quizá ni siquiera llegue— flotó alrededor del salón.
—¿Por qué estas tan segura?
—Así es él, sólo está en el momento justo.
—Perdón, pero... Suena como un mal mentor.
—Pues un mal mentor para una mala alumna ¿qué más da mortal? Ahora hasta los humanos se burlan de mí.
—No eres una mala alumna sólo...— mordió su labio la diosa —Necesitas tiempo.
—¡Tiempo, tiempo, tiempo! ¡Estoy harta del tiempo!
—Es justo lo que dice tu mentor— volteo a verla —Que no eres muy paciente— suspiró —Pues si no hay que esperarlo síganme— cruzaron el puente y llegaron hasta la entrada del jardín donde se detuvo —Toma— le entrego a Mateo un collar con un dije —Es la llave para entrar al liceo, no puedes perderla.
—Gracias— se la coloco en automático.
—Vamos a bajar— la diosa les abrió la puerta.
—¿A dónde vamos Maat?
—A mi templo Alida, hoy trabajaremos ahí.
Mateo camino hasta la orilla y se asomó —¿Hay que bajar? — trago saliva —Me costó trabajo subir.
—Para eso te di la espada.
—Lo sé, pero...— sostuvo su arma y se trasformaron en dos alas doradas que se posaron sobre sus hombros —Es que...— sus pies se elevaron unos centímetros y parecía perder el control —Esto de volar no se me da.
—Pues es que lo estás haciendo mal.
—¡Que buena idea! Alida tu eres excelente volando ¿por qué no le enseñas?
—Se supone que vamos hablar sobre el trabajo en equipo.
—¿Y ayudar a tu compañero no es trabajo en equipo?
Ella flotó hasta donde estaba él —Se delicado, eres muy tosco, observa— se movía de forma tierna y suave como si el aire, las nubes y ellas fueran uno mismo —Hay que ser sutiles, dejarse llevar, eres muy rígido— flotó a su alrededor y le sonrió —Lo divertido es que no hay reglas al volar, sólo...— subió muy arriba y se dejó caer —Hay que soltarse.
—¿Y dónde está la estructura? ¿No tienes técnica?
—¿Qué es eso de técnica?
—Los veré abajo— les sonrió Maat antes de irse.
—No... ¡No me dejes con ella! — le grito, pero no lo escucho, pero su compañera si lo hizo.
—¿Por qué me molesto? — se dio la vuelta y se alejó.
—Es que no te sabes explicar— intentó alcanzarla.
—¿Que hay que explicar? — comenzó a descender acostada como si fuera un pétalo que cae delicadamente al piso —Te dejas llevar.
—No se dejarme llevar, a mi enseñaron disciplina, control, técnica, estrategia.
—Dejarse llevar es eso, no hay técnica ni disciplina ni ninguna de esas cosas, por eso soy buena volando, lo único que se hacer— suspiro —Relájate— llevo sus manos atrás de su cabeza y se recostó en una cama invisible.
Mateo movió sus manos como si fueran alas y sólo provoco las risas de Alida, intentó acostarse pero al ver el piso pasó un sudor frío que recorrió su cuerpo —¡Es imposible!
—Siente el aire, no luches contra él, se parte de el— se puso de pie y camino —Como bailar, eso sí lo debes de conocer, he visto muchas fiestas de los mortales y les gusta moverse al ritmo de la música a mí me encanta, siempre he querido bailar con alguien— se movía alrededor como si estuviera con una pareja invisible mientras tarareaba algo —Es divertido.
—No puedo divertirme, vine aprender.
—Pues si no aprendes a volar ¿cómo piensas regresar? Dudo que Hermes te quiera volver ayudar, es un dios ocupado ya sabes por eso de tener que entregar los mensajes de todos.
Movió sus piernas como una rana y sus brazos como nadando —No nací para volar.
—Es que lo haces mal— se aproximó hacia él y se acercó a su rostro hasta estar muy juntos, el chico se apartó un poco pero ella volvió a violar su espacio personal —Cierra los ojos— Alida lo hizo para darle un ejemplo y la imitara pero eso lo puso más ansioso al quedarse tan cerca y contemplar las facciones de su cara.
—¿Y si no quiero?
—¿Quieres volar?
—Creo... Si, si quiero— lo cerró.
—Pues hazlo, no pienses— lo tomo de las manos comenzaron a girar mientras bajaban —Siente el aire, la brisa, ¿no es relajante?
Soltó un poco su cuerpo y siguió la brisa, le resultaba cálida —No me gusta relajarme.
—¿Por qué no? A mi encanta volar por qué es lo único que hago bien, nadie me crítica, no hay reproches, ni Lucas molestándome, es perfecto, sólo yo y nadie más, sin expectativas que cumplir.
Dieron varias vueltas y Mateo sintió cuando tocó la tierra, abrió sus ojos aún seguía tomado de las manos, la vio flotando y vio su sonrisa.
—¿Es aquí? — preguntó nervioso.
Abrió sus enormes ojos y lo soltó mientras mordía su lengua —Debe de ser, no lo se.
—Pero me trajiste aquí.
—Silencio, harás que nos descubran los mortales, nadie puede vernos recuerda cumplir con las reglas del liceo.
Voltearon alrededor estaban en una montaña, desde ahí se veía el desierto y una ciudad, estaban en Egipto, Alida le tomó la mano y lo jalo para flotar hacia el palacio, recorrieron por los cielos toda la ciudad.
—Es hermoso— sonrió Mateo —¿No van a vernos?
—Sólo verán dos aves volando y mira— señalo el balcón —Ahí está Maat.
Cuando llegaron a donde estaba ella les aplaudió —Buen trabajo ¿aprendiste a volar?
—Quizá me tome más de una lección, pero creo que lo hice mejor ¿Que hacemos aquí? — caminaron por un largo corredor hasta llegar al salón del trono, se paró en seco —Nos verán.
—Tranquilo, recuerden que vienen conmigo, somos invisibles antes los ojos de los mortales y estamos aquí porque mi templó está dentro del palacio, te enseñaré que hace un dios, ese hombre sentado en el trono es el faraón de Egipto es mi deber aconsejarlo— se acercó hacia él y toco su hombro, el rey cerró los ojos.
—La diosa Maat me sugirió algo— se puso de pie —Se que es lo que debemos hacer con nuestros enemigos...
—¿Ves el poder que tenemos? — el muchacho asintió con la cabeza —Síganme— se dio la vuelta y continuaron por los pasillos, cruzaron un jardín hasta que llegaron a unas puertas doradas enormes, todo estaba lleno de jeroglíficos, un hombre que parecía dormido cuidaba la entrada, abrió los ojos y cuando vio a la diosa le abrió en automático —Ellos son mis sacerdotes— el lugar estaba rodeado por incienso y otros aromas que inundan sus narices.
—Es muy bonito— dio unas vueltas Alida —¿Qué es eso? — señalo enfrente.
—Es un altar donde me ponen ofrendas para que los ayude— tomó asiento en un trono —Hoy hablaremos sobre hacer equipo ¿saben lo que es?
—Es cuando trabajas junto a otras personas por un mismo fin.
—Muy bien Alida tienen un mismo objetivo y se ayudan ¿cómo se trabaja en equipo? — volteó a ver al muchacho.
—Hacen un plan y se dividen tareas.
—Sí— los miró a los dos —Ustedes no saben nada de esto.
—Pero respondí tu pregunta— hizo un puchero la joven diosa.
—Conoces su significado, pero no saben hacerlo.
—Pero sólo pude pasar la prueba porque ella me ayudo.
—Ya era hora que lo reconocieras mortal inútil.
—No me ofendas...
Los dos comenzaron a pelear y dejaron de entenderse sus palabras con los reproches y quejas que se hacían uno del otro atropellando sus propios comentarios.
—Diez monedas a que mi sacratus le gana al tuyo.
Maat volteo atrás donde escucho la voz —¿Dónde estabas Dorian?
—Estaba donde tenía que estar ¡Alida no te dejes!
—Sólo los alientas más al caos, necesitan orden.
—Estaba con Hades yo creo que por eso se me quedo.
—¡Los dos guarden silencio! — levanto su ankh y con un brillo cegador los calmó.
—Llegaste— le sonrió Alida —Ves— lo señalo —Tengo gente que me apoya y mi mentor no me abandona.
—En realidad no estoy aquí por ti.
—¿Qué? ¿Por qué? Eres mi didaskalo, deberías estarme enseñando y este mortal no hace otra cosa más que molestarme e insultarme.
—Sabes que estoy donde debo de estar y con quien debo de estar— tomó una de las ofrendas de la diosa y se la comió mientras caminaba hacia Mateo —Afirmaste que sabías trabajar en equipo porque eso es lo que hiciste con Alida.
—Sí— se paró de forma desafiante.
—Pero la dejaste caer, aunque sabías que tu misión era cuidarla, no te importó.
—Claro que me importó, fui en su ayuda.
—Después de tirarme.
—Pues si hubieras echo lo que te pedí en un principio...— los dos comenzaron a interrumpir las palabras del otro, se insultaban al mismo tiempo.
Dorian volteó a ver a Maat —¡Ups! Perdón es que Hades estaba con Calista y esa diosa saca lo peor de mí, sólo le gusta el caos— le sonrió.
—¿Cómo resolver este problema?
—No sé, yo sólo vine hacer una pregunta— le tapó la boca a Alida con la mano —Mateo sólo te quiero preguntar ¿Tú crees que trabajar en equipo significa hacerlo todo sólo y sin pedir ayuda?
—Yo...
—No— lo interrumpió —No me tienes que contestar, vamos a comer Maat, Isis me platico que haría una cena especial y estoy seguro que a Ra no le importara que lleguemos ahorita.
—Pero tienen que enseñarnos, eres un pésimo mentor— le reclamo el chico.
—Sí...— se rasco el cuello —Me lo dicen seguido ¿nos vamos? — le ofreció su brazo a la diosa.
—¿Que no puedes cambiar de mentor?
La chica jugó con su cabello azul y evito los ojos del mortal que la cuestionaban —Es que... Yo no soy Thor, por él que se pelearon para ver quién sería su maestro, a mi...— volteó al piso —Por mi nadie se ofreció, de hecho, ya me iban a correr y llegó en el último segundo Dorian.
—Pero llegué, en el momento exacto estuve ahí.
—Como verás es al único que le importé.
—Un mal mentor para una mala alumna, pero no te deprimas— la abrazó el dios —Por él sólo se ofreció Maat, casi lo corren por que no parecía haber alguien que lo respaldara por que Herecura ya tenía a su alumna.
—Pero es una gran mentora, no como otros.
—Yo dejo que Alida se tome su tiempo ¿Que son mil años más no crees?
Ella suspiró y se sentó en el piso —¿Que son mil años más?
—Ves está contenta.
Mateo volteo a verla y miro Dorian —No lo está, deberías apoyarla, se supone que tú la guías.
—¿Eso dicen que hago? Entonces no estoy haciendo bien mi trabajo— volteo a ver a la deidad de la justicia —¿Nos vamos?
—¿Y nuestra lección? — reprocho cuando vio a Maat tomaba su brazo.
—Por que no...— medito en silencio Dorian —La aprenden juntos, nosotros iremos a comer, seguro harán un buen trabajo, apostaría que les enseñó por dónde empezar.
—Una parte— le sonrió ella —Pero planeas algo.
—Para nada, yo sólo sé...— volteó a ver su reloj —Que no deberíamos de estar aquí.