Ella fue llevada a un dormitorio donde solamente una cama y una mesita era lo único que había. Le explico a esa mujer el motivo de su viaje y lo único que hizo fue reírse a carcajadas. No quería que se marchara. Pensó en su nueva amiga, pero no hay manera de que la viera, aunque por el momento no tenía nada con lo que disponer. Se ha quedado sin dinero, como para poderse ir de ahí. No entendía ese comportamiento de esa mujer. —¿Madre? —se adelantó una de las jovencitas hacia la mujer que volvía a entrar a la casa y cerraba la puerta— ¿Por qué no la has dejado despedirse? —Vuestra, querida tía, me ha dicho que no desea que salga de esa bodega, ¡y por Dios que no la dejaré ir! —¿Por qué madre, que ha hecho esa joven a nuestra tía? —preguntó otra de sus hijas. —No sé —aceptó la mujer— Alg

