Un recuerdo que nunca se olvidará de la memoria de Claudine. La joven lo siguió con nerviosismo, vigilando que nadie los viera, Temía que algún conocido la reconociera y la acusase con su madre. Cuando subieran esas interminables escaleras hasta llegar a la cima de la catedral. La muchacha no se detuvo ni un momento, sino hasta llegar al campanario, donde las gárgolas de piedra custodiaban la cima y vigilaban que no hubiese intrusos. —¡¡Dios mío, esto está muy alto!!—susurró la joven al ver el esplendor de la vista. —¿Te gusta? —la abrazó por la espalda, acercándola a la baranda de piedra, recordándole a la joven de la altura en la que se encontraban. —Sí. Pero alejémonos de la muerte segura. —Vincent soltó una pequeña risa y retrocedió dos pasos. Alejando a la joven del vértigo. —Est

