Comprendió que esa mujer no le pondría las cosas fáciles, pero ella no era de las que se echaba para atrás, sabía dar frente, a quien sea, tenía bien claro que si alguien era endeble y miedoso, el mundo se lo comía. Esa mujer de alta sociedad y con gustos horribles, ya que su atuendo chillante y floreados, la delataba, pero nadie se atrevía en llevarle la contraria. —Lo lamento señora, al escucharla llamarme por mi nombre, pensé que me conocía, soy de París, Francia. —le dijo con un reto que la mujer aceptó a juzgar por esos ojos relampagueantes. —Parece que no meditas preguntar mi nombre, ¿no le interesa? —Pensaba que la amabilidad de las personas de donde usted es empleada me atribuiría que usted se presentara— Los franceses reflexionan que todo es muy fácil —dijo desdeñosa. —Ahora bi

