Después de mucho perseguir a la joven Anita, por fin la dejo en manos de un galán muchacho, Anita le agradeció con la mirada. Claudine salió un momento a refrescarse en el balcón, sintiéndose bendecida por la dicha de tener éxito esa noche. Pero, tenía que tener cuidado, el resto de las modistas rápidamente la imitarían, al menos en algunas cosas. De alguna manera tenía que ganarse la fama, y era ahí donde la señora entraba a su favor. —Veo que has tenido una noche agradable —le dijo una voz susurrante al oído. Claudine no necesitó volverse para saber que era Joshua. —Ha sido gratificante, se podría decir. —¿Por qué siempre eres tan reservada conmigo? —le preguntó— Parece que te obligo a hablar. —No es de esa manera, ¡lo siento! Solamente que tengo mucho en que pensar. —Claro. En ese

