La anciana se dejó caer sobre la silla, su semblante era depresivo y hasta angustiado. A comparación de lo que antes había mostrado, su amiga no estaba feliz. Le hizo un ademán para que se sentara con ella. Tenía curiosidad sobre el estado de ánimo de la anciana, ya que eran personas muy preciadas por ella. —¿Sonia? —preguntó— ¿Qué sucede? Te noto muy decaída. —Es mi esposo. Esta situación me tiene decaída, por el hecho de que somos dos viejos que no tenemos muchos recursos. —negó la mujer, colocando las yemas de sus dedos sobre su frente en un gesto pesaroso— Está muy mal. —¿Qué le ocurre al señor Jones? —Se hace viejo, Claudine, y los patrones le siguen exigiendo como si fuera un jovenzuelo, siempre amenazándolo que lo despiden. —¡Eso es inhumano! No comprendo por qué los Petit son

