Claudine se sentía miserable, como fue que dudo de él, porque no le dio el beneficio de la duda, posiblemente todo hubiera sido diferente. Sus lágrimas caían, fue muy tonta en ese entonces, posiblemente por lo joven que era. Su nueva compañera la consolaba. —Lo sé —asintió la joven, limpiando sus ojos— Pero creo que tengo que sanar. Dime, ¿Qué dice la otra carta? —En ella te avisa de la muerte de su padre y de un primo que adoraba, aparentemente nunca te habló de él, pero estaba muy enfermo, era un muchacho débil al que solo se le esperaba la muerte. Te expresa la tristeza que sufre en ese momento deseando estar contigo. —¡Dios! —se limpió las nuevas lágrimas— Estelle, ahora me doy cuenta de lo poco que le prestaba atención. Yo siempre hablaba y no sé nada de él. Apenas y conozco que su

