La joven se sentía muy emocionada y percibía que sus lágrimas querían salir de emoción. Pero no lo haría. Sí, esa mujer la veía llorar, tal vez la abofetearía y le diría algo como: «Aprovecha estas lágrimas para lograr el éxito y que todos te reconozcan». Pasaron una cena agradable, donde las ilusiones de ambas salieron a la luz, entusiasmadas como estaban, bebieron bastante vino y rieron con gracia y de tonterías. Incluso, la señora Madelin se dignó a escuchar sus problemas, argumentando que ya no estaban en contienda de negocios. —Creo que esos señores tendrán problemas, ese Petit idiota es dado a la venganza. —Lo sé, temo por ellos —sinceró la joven— Quiero sacarlos de ahí cuanto antes. —Entiendo —la anciana apretó sus labios— Pero sabes que yo… —No estoy pidiendo nada, no quiero qu

