+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+*+ Un chasquido de dedos. ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Qué hago con ropa todavía puesta? Mi mente vuelve del orgasmo mental que estaba teniendo, y cuando alzo la mirada, me encuentro con Damián frente a mí. La camisa semi abierta, los labios que hace segundos imaginé devorándome, y esa cara de confusión que me dan ganas de abofetear y besar al mismo tiempo. —Rosalía —dice mi nombre con esa voz profunda que debería estar prohibida por la ley—. Te estaba llamando. ¿Qué sucede? Mierda. Mi respiración se acelera. Y no porque haya subido cinco pisos por las escaleras, no. Es porque mi cuerpo sigue aferrado a esa maldita fantasía. Mis bragas están haciendo contacto directo con el mismísimo infierno. ¿Cómo le explico eso? Veo a mi alrededor.

