+++++++++ Estoy en el tocador. Parada frente al espejo. Parecía una escena de novela barata: yo, hecha un desastre emocional con el rímel corriéndose como si acabara de ver a mi ex casarse con otra (cuando la única desgracia aquí es que fantaseé con mi jefe dándome como un salvaje… y resultó que todo fue una maldita ilusión). Solté el bolso al suelo, como si eso fuera a liberar toda la tensión acumulada entre las piernas. —¡Al diablo el maquillaje! —mascullé, mientras me echaba agua en la cara con furia. Literal, me estaba derritiendo... Pero no por el calor. No, no. Esto era puro deseo sin resolver, una frustración tan grande que me daban ganas de llorar o morder una mesa. Lo que viniera primero. De un momento a otro se me vino la idea de llamar a mi amiga, ¿dónde está mi celular? A

