+DAMIÁN+ Estoy entrando a mi oficina cuando veo a Camilo. Mi viejo amigo. Le dicen el ejecutivo fantasma porque, aunque trabaja aquí, casi nunca lo veo. Vive metido en juntas, en viajes, en proyectos que parecen secretos del gobierno. Hoy, sin embargo, aparece en mi puerta con su típica cara de “vengo a darte una bomba”. —Damián —dice al entrar, con una carpeta llena de documentos bajo el brazo—. Mañana nos vamos a Londres. Espero que lleves a tu asistente porque la vas a necesitar. Me detengo. Lo miro fijamente mientras dejo mi maletín sobre el escritorio. Aquí vamos. —No —le respondo de una. —¿No? —frunce el ceño—. ¿Por qué no? Respiro hondo. No sé por qué se lo estoy contando a él justo ahora, pero ya no tengo ganas de esconderme. Al menos no con Camilo. —Hace poco me enteré de q

