+ROSALIA+ Estoy entrando a la habitación, y él, con esa voz que hace que hasta mis huesos se derritan, me dice: —Ve a la ducha. Y yo, como una maldita estúpida, ilusionada, asiento. Ni siquiera pregunto nada, ni me hago la misteriosa, ni lanzo un comentario sarcástico como suelo hacer. No. Solo asiento. Asiento como si fuera la virgen Rosalía de las urgidas. Estoy totalmente perdida. Hundida en el océano de sus palabras. Muerta, enterrada, y encima floreciendo, porque este hombre me dijo que me fuera a duchar. ¡A duchar! ¿Tú sabes lo que significa eso en mi diccionario mental hormonal? Exacto: acción previa al palo. Así que camino hasta el baño, y por el camino, mírame… ya estoy quitándome la ropa como si la piel me quemara. El vestido cae. La ropa interior, bueno, ni recuerdo si lleva

