Ardiendo

1008 Words

Cada pareja fue tomando su rincón. Damián y Rosalía se adueñaron del extremo más profundo, abrazados, riendo bajito. Efraín y Charlotte se dejaron llevar al lado opuesto, y yo… me quedé con Alessandro en uno de los extremos, donde el agua me llegaba al pecho y podía sentir cómo sus piernas rozaban las mías bajo la superficie. Solo Alicia seguía sin compañía, pero no parecía molestarle. Al contrario, tenía una copa en la mano y una sonrisa satisfecha. No sé cuánto tiempo pasamos así, bebiendo, rozándonos con los dedos bajo el agua, susurrándonos cosas suaves, pero de pronto me sentí invadida por una urgencia. Una necesidad que no venía del cuerpo, sino del alma. Lo miré a los ojos, tan de cerca que nuestras narices casi se rozaban, y le dije en un susurro que apenas el agua pudo cubrir:

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