+BIANCA+
Me desperté tarde. Sí… muy tarde. Y con una cruda del demonio. El tipo de cruda que te hace arrepentirte hasta de haber nacido. Abrí los ojos con un quejido, sintiendo el cuarto dar vueltas lentamente, como si estuviera dentro de una maldita licuadora a velocidad media. Miré a mi alrededor, apenas pestañeando, y lo primero que noté fue que Alessandro no estaba. Ni en la cama. Ni en la habitación.
—Genial —murmuré con la voz reseca y la garganta como papel lija.
Antes de salir a buscarlo, decidí ducharme. No podía andar por ahí en ese estado deplorable. Me arrastré, literalmente, hasta el baño, y fue entrar y ver el lavamanos para que mi estómago dijera “ahora”. Me incliné justo a tiempo y empecé a vomitar. Lo poco que quedaba en mi estómago se fue por el drenaje. Tragos, vino,
