¡Shoosh!, ordenó, mientras alineaba su pene con su coño... Sus piernas se separaron de las de ella. Se adentró en ella con una embestida rápida.
"¡SANTA MIERDA! ¡Qué bien se siente! ¡Cógeme, Terry! ¡Cógeme!"
"He dicho que te vayas", ordenó de nuevo. La agarró del pelo, lo enrolló dos veces en su puño y estiró un poco su cabeza y cuello. "La palabra de seguridad es Roja. Dilo... Dilo, Amy", le gruñó al oído, mientras su polla se deslizaba por su húmedo túnel.
—Rojo —espetó—. ¿De verdad crees que necesito...?
¡GOLPE!
"¡Mierda!" gritó, al sentir el escozor en su nalga derecha.
Terry comenzó a follarle el coño con una intensidad creciente.
"Te dije que te callaras, linda pícara. Casi me arrancas la polla con ese pequeño toquecito que te di", resopló, mientras aceleraba el paso sobre su
