La Sra. Cole tenia uno de las caras más amables que tu hubieras deseado ver. Sus ojos centelleaban positivamente mientras los clientes entraban a su pequeño negocio de dulces y era casi cierto que la mayoría de las compras que hacia la mayoría de la gente era debido a la cordialidad y la risa exhibida por la diminuta almacenera. Estratégicamente posicionado en frente del mar, opuesto a la mejor parte de la playa, el negocio de la Sra. Mrs. Coles estaba lleno con todo tipo de deliciosos caramelos que tu seguro deseabas comprar. Había chupetines a rayas multicolores, manzanas acarameladas envueltas en celofán y también toda clase de chocolates que no podías sacarle los ojos de encima. Bien al final del mostrador había un gabinete especial de frente vidriado, lleno de trufas hechas a mano par

