Melissa pudo escuchar cómo se elevaban las voces dentro de aquel despacho, aunque no podía entender con certeza qué ocurría. Ella se alejó al escuchar pasos acercarse a la puerta, era Damien, él alcanzó a verla.
—¿Qué haces? — preguntó tranquilamente.
—Te estaba buscando.— respondió ella rápidamente — Damien necesito mi celular.
—No, te lo daré cuando regresemos. Prepárate, volaremos más tarde.— dijo él alejandose.
Melissa suspiró, todo estaba muy extraño, acababan de llegar y ¿ya se iban? Ella seguía sin poder comunicarse ni obtener nada de información. Tendría que idear algo.
Al final de la tarde iban en el auto, Damien estaba notablemente tenso tecleando algo en el celular, atravesaban una zona boscosa cuando derrepente disparos comenzaron a llenar el aire.
—Nos atacan — informó el chofer.
—¡Carajo acelera! — Gritó Damien sacando un arma.
—¿Damien que está ocurriendo? — preguntó Melissa.
—Agachate — respondió Damien haciéndola bajar la cabeza.
Los escoltas que seguían a Damien trataban de repeler el ataque.
—Sr. Nos están alcanzando — el chófer iba a toda velocidad.
—Maldición no vamos a escapar si los refuerzos no llegan — Damien también disparaba y gritaba algo por teléfono.
—Dame un arma Damien — pidió Melissa.
—¡Entra en el bosque, malditasea! — ordenó Damien al conductor ignorando el pedido de Melissa.
El hombre hizo lo que su jefe pidió y desvió el auto hacia los árboles. Damien sabía que seguramente los estarían esperando mas adelante, Lucien tenía que estar detrás de todo esto.
Salió del auto con Melissa de la mano y se adentraron en el bosque, corrían tanto como podían entre las ramas pero los estaban siguiendo.
—¡Carajo! — jadeaba Damien.
Se habían escondido en un pequeña cueva que formaba un enorme arbol en su raíz.
—La ayuda vendrá, quédate aquí. — Damien le tendió un arma — No salgas, intentaré llegar a la costa y solo será mas fácil. Volveré por tí, lo prometo.
—Damien no, están cerca. No vas a lograrlo. — lo detuvo Melissa tomandolo de la muñeca para intentar detenerlo.
—¡Obedece! Sé lo que estoy haciendo.
Melissa rodó los ojos y asintió, aunque por su puesto que no le obedecería. Precisamente ella era quien sabía qué hacer en esa situación.
Damien aprovechando la oscuridad comenzó a moverse entre los árboles, Melissa lo seguía muy despacio, por nada en el mundo se quedaría escondida.
Derrepente un hombre saltó sobre Damien derribandolo, ambos peleaban pero un segundo hombre redujo a Damien dandole un golpe en la cabeza con la cacha de su arma y este cayó al suelo.
Melissa maldijo por lo bajo al ver la escena. ¿Qué debia hacer? Si mataban a Damien su caso se simplificaría, solo tendría que informar la ubicación de Lucien y todo acabaría. ¿Acaso eso era lo que de verdad quería? ¿Estaba dispuesta a sacrificar a Damien? Él era un criminal después de todo y ella su verdugo, estaba con él precisamente para incriminarlo.
Uno de los hombres apuntó a Damien directo a la cabeza y sonrió como si le diera placer lo que estaba apunto de hacer; entonces sonaron dos disparos, ambos certeros incluso en medio de la oscuridad y los hombres cayeron sin vida.
De entre las sombras salió Melissa con el arma en la mano.
—Muevete Damien, hay que salir de aquí.— le dijo ella haciéndolo reaccionar.
Damien en silencio la seguía, hasta que por fin la ayuda que había pedido, llegó.
—Sr. Knapp ¿Se encuentra bien?
—¿Por qué diablos tardaron tanto? — se quejó Damien con rabia.
—Estabamos un poco lejos, sr. Knapp.
—¿Quedó alguno con vida?
—Ninguno, todos fueron dados de baja.
—No importa, igual ya sé de donde vino el ataque.
Damien siguió andando guiado por sus hombres, el ya había dado instrucciones de lo que necesitaba, sería llevado a un lugar seguro dónde planearía su venganza contra Lucien. Era hora de ajustar cuentas con su padre.
Por su parte, Melissa iba en silencio, estuvo a punto de dejar que mataran a Damien y se cuestionaba por eso. Se sentía mal. Además, se sentía expuesta al realizar aquellos disparos, tendría que dar una buena explicación si a Damien se le ocurria preguntar.
El recorrido hasta una casa de seguridad ubicada en la costa fue silencioso, Damien miraba el celular con el entrecejo fruncido y Melissa no se atrevía a hablar. Esperaría que Damien estuviera más tranquilo, después de todo, había estado a punto de morir por órdenes de su propio padre.
Una vez en la casa, Melissa se metió en la ducha, estaba un poco nerviosa; tenía un mal presentimiento de todo esto. Damien no le había dirigido la palabra, estaría preparada para cualquier cosa. Como no le habían quitado el arma, la guardó bajo la almohada y cuando estuvo lista se recostó en la cama.
Un par de horas después Damien entró a la habitación y luego al baño donde se dió una ducha rápida, salió vestido con pantalón pijama y el torso desnudo; se recostó en la cama junto a Melissa, comenzó a acariciarla suavemente.
—¿Estás bien? — preguntó ella algo somnolienta.
—Si, ¿Tú estás bien? ¿Hay algo que quieras decirme? — sus manos seguían acariciando la piel de ella por debajo de la ropa.
—Estoy bien...
Damien, en un movimiento rápido se subió sobre ella y comenzó a besarla. Tocaba sus pechos, jugaba con los pezones erectos, saboreaba sus labios como si nunca lo hubiese hecho. Luego la tomó por el cuello y comenzó a presionar con fuerza.
—Damien, me estás apretando — Melissa sentía que le faltaba el aire.
—¿En serio? — el apretó un poco más
—Da Damien... — Melissa vió ira en la mirada de él y su mano se deslizó hasta la almohada.
—¿Cómo te digo? ¿Mía o Melissa? — Su voz gruesa y la respiración agitada delataban su molestia, él la había descubierto.
Ella tomó el arma y lo apuntó a la cabeza, él la soltó.
—Agente Especial antidrogas Melissa Brooks, mucho gusto. —
—Hija de p**a...
Melissa sonrió, pero estaba muy nerviosa, más ahora que se veía descubierta.
—No hay forma de que salgas de aquí. — volvió a hablar Damien.
—La buscaré y tú iras conmigo. —
Esta vez fue Damien quien sonrió con amargura, ella había logrado engañarlo, aunque fue por corto tiempo pero lo logró. No había forma en que la dejara ir.