Después de una larga ducha con muchos pensamientos de por medio, Melissa salió para dirigirse a la agencia, tomó todas las precauciones para que nadie la siguiera.
Cuando estuvo en su oficina, hizo algunos apuntes importantes respecto a su investigación sobre Damien, datos pequeños pero significativos que había obtenido como algunas propiedades que no aparecían en los registros a su nombre.
—Srta. Brooks, ¿qué hace aquí? — preguntó Arthur entrando a la oficina sin siquiera tocar.
—Sr. Vine porque necesitaba verificar una información.
—Pudiste pedir que te la enviaran, mientras estés de encubierta es necesario que evites el riesgo de venir.— Arthur estaba un poco irritado.
—Lo sé, sr. Pero no quería esperar.— Melissa era consciente de lo que hacía.
—¿Hay algún avance?
—Pequeñeces, pero le prometo que pronto tendré resultados.
—Te haré llegar armas y equipo de trabajo, debes tener pruebas de todo. No quiero errores srta. Brooks — advirtió el hombre.
Melissa no entendía la hostilidad de Arthur, ella estaba haciendo su trabajo.
—Haré lo que tenga que hacer para no fallar.
Su jefe la miró y pareció quedar satisfecho con la respuesta, luego se marchó.
Al quedar nuevamente a solas continuó con lo que estaba haciendo, veía el expediente de Damien, quería saber más de él en todos los aspectos. Luego pensó en alguien que tal vez podría ayudarla, Gema.
Pidió que la hicieran ir a la agencia, quería preguntarle algunas cosas.
Cuando por fin la mujer llegó a la oficina, era casi el final de la tarde, las horas se habían ido como agua entre los dedos.
—Hola muñeca ¿para qué soy buena esta vez? — preguntó Gema — pensé que ya había cumplido con mi parte del trato.
—Lo hiciste, aunque desconozco cual era el trato que tenías con Arthur. — aclaró Melissa.
—Información y acercarlas a Damien, a cambio el fiscal me daría una pena mínima, además me permitirían ver a mi hijo.
—¿De que fuiste acusada? — preguntó Melissa con curiosidad.
—Trata de blancas, omisión, posesión de sustancias entre otras cositas.
—Vaya... — Melissa no pensó que Gema tuviera tantos cargos.
—Dime que necesitas saber.
—Todo sobre Damien
Gema no entendía — se supone que ustedes son los expertos y saben todo del el.
—No, no lo sabemos todos. Pero lo que me interesa saber ahora es ¿Cómo es su interacción con las mujeres? Eras su proxeneta así que debiste verlo más de una vez.
—Hey muñeca, Stop! No uses esa palabra tan fea para referirte a mí — se quejó Gema
—Si lo que sea, dime lo que quiero saber.
—Damien es un mujeriego, pero le gusta la exclusividad, no se mete con cualquier ramera. Es decir, las mujeres que llevaba para él eran modelos, presentadoras e incluso una cantante. No sé por qué se fijó en tí, nada que ver con ninguna de las antes mencionadas.
Melissa arrugó en entrecejo ante esto último — ¿me estás diciendo fea?
—No te ofendas muñeca, pero delante de ellas te quedas corta, aunque eres muy hermosa las modelos con las que sale Damien son otro nivel. Aún así, no toma a nadie en serio, se las folla y que pase la siguiente. Por eso estuve de acuerdo contigo en que el plan no funcionaria.
—¿Nunca ha tenido una pareja?
—No que yo conozca, como ya he dicho, el solo quiere follar y una vez que lo hace las desecha. No importa cuanto le rueguen, sabe que tiene una fila de mujeres esperando por el. ¿Ya te folló?
Melissa se removió incómoda en su silla e inconsciente se mordió el labio inferior.
—No tienes que responder, tu lenguaje corporal habló por tí— le dijo Gema sonriente. — lo mas probable es que no te vuelva a buscar. Damien es frío y sin sentimientos, solo se interesa por el y su p**o.
—Es todo, Gema. — respondió para finalizar la conversación.
—Si quieres un consejo, debes agarrarlo de las pelotas y ganarte su respeto si quieres retenerlo. No seas una sumisa rogona.
Dicho esto Gema salió dejando a Melissa sola con sus pensamientos.
Al parecer, iba a ser un poco mas difícil de lo que había imaginado, sobretodo ahora que le entregó lo que el quería de ella. Meterse entre sus piernas.
Melissa recogió algunas cosas y se fué a casa. Su cabeza daba vueltas de tanto pensar, ser una agente encubierta no era para nada fácil. Ya lo había hecho antes pero esta vez era muy distinto porque incluso se había tenido que acostar con el objetivo.
Entró a su departamento, ya estaba oscuro y cuando fue a encender la luz soltó lo que llevaba en manos al sentir como unos fuertes brazos la rodeaban.
—Suéltame — ella se preparaba para defenderse cuando escuchó
—¿Dónde estabas? — preguntó Damien con su habitual tono.
—¿Qué demonios haces dentro de mi apartamento Damien? — Melissa estaba un poco agitada.
—Te estaba esperando, pero aún no respondes mi pregunta.
—No es de tu incumbencia, además ¿quien te dejó entrar? — Melissa se soltó y recogió sus cosas apresurada.
—No necesito que nadie me de permiso de entrar. Lo hice porque quise. — respondió él como si fuera lo más normal.
—Eso es allanamiento de morada, Damien.
El se acercó a ella con una media sonrisa —¿Y qué harás al respecto? —
Ella lo miraba, ante su silencio él la tomó de la nuca y la besó de forma ruda, luego se separó de ella para inclinarla sobre la mesa del comedor, bajó sus pantalones junto a la ropa interior y le dió unas cuantas nalgadas que le dejaron la piel marcada.
Melissa gemia de dolor y placer a la vez, él desabrochó su pantalón, se colocó un condón y sin previo aviso se hundió en ella.
—Ahhhhh — Damien sentía que su tensión se disipaba cuando estaba dentro de ella.— tu v****a es mi maldito hogar.
Él la penetraba fuerte y profundo a un ritmo salvaje, entraba y salía de su interior mientras su mano derecha acariciaba el c******s de ella por debajo haciéndola chillar.
Melissa recibía las embestidas sintiendo tocar el cielo, su cara estaba roja de excitacion y sentía que su centro se contraía de placer, estaba a punto de correrse cuando sintió una nueva nalgada tan fuerte que la hizo estremecer.
—¡Joder! — gritó ella jadeante alcanzando el orgasmo.
—Me encanta hacerte correr — Damien se inclino hacia ella y succionó su cuello dejando una gran marca. — eres mía.
—No lo soy — refutó Melissa entre jadeos
Él la tomó del cabello con fuerza enrollandolo en su puño y tiró de ella fuerte hacia atrás mientras seguía penetrandola con mas rudeza.
—Lo eres, serás mía hasta que me canse de tí. — Damien estaba ardiendo.
Le dió unas cuantas estocadas más y se corrió con un fuerte gemido, su cuerpo temblaba y su respiración era agitada.
—Definitivamente tú cuerpo fue hecho para follar.
Melissa seguía tumbada sobre la mesa, también con la respiración agitada por lo que acababa de ocurrir, cuando regresaba de la oficina había creído las palabras de Gema cuando dijo que Damien no volvería, y ahora estaba allí follandola otra vez. No sabía si estar feliz o triste.
Damien la ayudó a levantarse y volvió a besar sus labios.
—Necesitaba follarte, estuve todo el día pensando en tenerte otra vez. — él estaba siendo sincero. —Quiero llevarte a mi casa.
—¿A tu casa? — Melissa estaba impresionada, esta oportunidad no la iba a perder.
—Sí, quédate esta noche conmigo. Mañana saldré de viaje pero antes de irme te traeré aquí.
—Bien, dame unos minutos y podremos irnos.
Melissa sonreía por dentro, él se estaba acercando a ella y eso le permitiría conseguir las pruebas que necesitaba para destruirlo.