Melissa se sentía decepcionada, lo que mas le dolía era que Damien no respetó su trato. La única persona que podría haber arreglado todo lo malo que le estaba ocurriendo, ahora estaba muerta. Para ella todo había acabado, tendría que aprender a vivir como una fugitiva.
Por su parte, Damien preparaba todo para marcharse, era hora de cumplir con la promesa que le hizo a su madre y para eso debía regresar a su país así pusiera en riesgo su libertad. Arregló todo para que pudieran entrar sin ser detectados. Solo le faltaba hablar con Melissa, habían pasado algunos días y ella seguía sin querer mirarlo.
Él entró a la habitación de ella, se encontraba recostada, ni siquiera volteó a mirarlo.
—Tengo que decirte algo, mañana nos vamos, volveremos a nuestro lugar. — Dijo Damien sin rodeo.
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