CAPÍTULO 1: Correo Esperado

3014 Words
Narra Emily Wilson Hoy es mi cumpleaños número treinta. Realmente, considero que, los años han pasado muy rápido... Me siento emocionada de celebrar este día especial junto a mi familia, por ello, pedí permiso en la empresa para salir temprano. Subo al auto, con mi resplandecer intacta y me dirijo a casa de mis padres. Hoy en sí, debería ser un día muy agitado en la oficina, pero sabiendo de mi permiso, logré adelantarme a mis deberes el día de ayer para que no tenga ningún problema con mis jefes. Quien podría decir que al inicio estaba maravillada. En cambio, ahora, quisiera escapar de ese lugar. Río con gracia, mientras la brisa rosa mi rostro. Recuerdo que el sueño más grande que tenía desde pequeña era estudiar administración y gestionar mi propia empresa. Lo sé, alucinaba demasiado. De niña, jugaba con que yo era la jefa y caminaba con los tacos de mi madre; creo que fui controlada, inconscientemente, por las novelas que ella solía ver todos los días por las tardes, donde salían hermosas mujeres empoderadas. Con los años, fui firme en mi decisión durante un determinado tiempo. Indagar sobre esa profesión, cuando crecía, me daba cada vez más adrenalina. Sin embargo, un día conocí una rama cercana que, con el tiempo, increíblemente, llamo más mi atención. “Secretariado ejecutivo”. Creo que aquello siempre suele suceder en nuestra juventud; pensamos que queremos algo, pero luego cambiamos de parecer. Uno no desprestigia a la otra, cada profesión merita su respeto. Sabía que no tendría la posibilidad de grandes cosas, o tal vez, dude un poco de mi potencial. Consideré que debía ir con calma, paso a paso, además a una edad promedia, pude recalcular que con secretariado ejecutivo tendría más propuestas inmediatas. Después de una loca reflexión, me atreví a estudiar ello cuando entré a la Universidad, es así como a eso se refiere mi trabajo: Ahora soy una fabulosa secretaria. *** Llego a casa y veo un arreglo floral alrededor de mi puerta. Se muy bien que a ellos siempre les gusta complacerme, pues puedo decir que, desde que tengo uso de razón nunca me ha faltado nada. Mis padres me dieron todo lo necesario para poder ser feliz; me criaron bien, me alimentaron y me dieron buenos estudios a pesar de ser una familia de economía promedio. Mi padre es policía retirado y mi madre era una estudiante de psicología, sin embargo, no logró terminar su carrera cuando se enteraron de mi llegada. Ella tuvo que renunciar a su sueño dedicándose solo a su hogar. Mi madre es una grandiosa ama de casa; dice que no se arrepiente de nada y que entregarnos su vida ha sido, en realidad, su verdadero deseo cumplido. A veces pienso que esa maternidad que ella desborda, la heredé yo. Me adentro a casa, y todos me vienen a saludar en la entrada. Se encuentran mis padres y unos invitados que me sorprenden, hasta llegar las lágrimas. La señora y el señor Bray —padres de Owen— estaban abriéndome los brazos para un enorme abrazo. Owen… Owen…, Owen Bray fue mi primer amor. Nos conocimos desde muy pequeños porque su padre con el mío eran colegas de trabajo. Ellos desde que se conocieron, se volvieron muy unidos. Gracias a su amistad, se reunían siempre en casa de cualquiera de los dos, es así como también su madre junto con la mía se volvieron muy amigas. Owen era de mí misma edad, creo que ello fue un factor del porque nos comprendíamos muy bien. En la secundaria nos dimos cuenta del amor diferente que nos teníamos. Él siempre se me insinuaba entre bromas, hasta que un día fue muy serio al declararme sus sentimientos. Todo fue recíproco, yo no podía negar que también a mí me gustaba mucho; ambos fuimos sinceros, volviéndonos de ese modo en amores primerizos. Pasaron cinco años y en una cita formal por el día de nuestro aniversario, lo inimaginable pasó. Delante de todos, él se arrodilló y me pidió matrimonio. Yo era la mujer más bendecida del mundo; éramos jóvenes, cruzábamos nuestros veintidós años, pero dementemente nos amábamos. Yo también quería volverme ya su esposa, así que sin dudar acepté. Ese mismo día les contamos a nuestros padres cuando estábamos todos reunidos. Los cuatro se entusiasmaron demasiado, por nuestra noticia. Con el tiempo determinamos, que la boda se realizaría dentro de tres meses. Los días seguían su curso; todo andaba a la perfección, hasta que llego ese momento... Aquel día que se suponía que debía ser el mejor de nuestras vidas, pero resultó, al final, siendo el peor. Owen mientras venía de su departamento, sufrió un accidente, él falleció junto con Maxs —su mejor amigo de la Universidad— que lo acompañaba también en dirección a nuestra boda. Fue el peor día de mi vida, mi mundo se destrozó en pocos segundos. Claramente, fue muy difícil superar algo así, pero con el tiempo me di cuenta, de que todo tiene un propósito y, debía seguir con mi vida, aunque sabía que volver a enamorarme iba a ser complicado. Eso pensé en esos tiempos. Los años pasaron y conocí a David. Yo trabajaba medio tiempo en un Starbucks y él era un cliente recurrente, por la cual, venía, extrañamente, siempre a mi caja. Todas las veces aparecía con una enorme sonrisa y con graciosos chistes, hasta que un día me invitó a salir. Después de un momento complicado que pasé, no estaba segura si hacerlo. Sin embargo, con las palabras alentadoras de mi madre: “Owen desearía que fueras feliz”, intenté abrir mi corazón, otra vez. La forma tan atenta de David me conmovió y, al final, todo fluyó lentamente hasta que nos volvimos una pareja. No obstante, las cosas no serían como me lo imaginaba; un año después las cosas se derrumbarían para nosotros. David estudiaba medicina y, en ese tiempo, le salió un trabajo en el extranjero, la cual era una excelente oportunidad para él, por eso decidimos mantener aún nuestra relación a distancia. Un día en lo menos pensado cuando le conté que había decidido ir a verlo a Francia, sin decir detalles, únicamente me terminó diciendo que no vaya y que lo olvide, que lo nuestro nunca funcionaría. No lo comprendía, pero al poco tiempo me enteré, de que él se iba a casar con otra mujer. Era una doctora que conoció en su entorno laboral en París. Después de saber aquello, todo tuvo sentido para mí. ¿Tan mala suerte podía tener? En fin, sufrí, me dolió, claro que sí, pero debía seguir adelante a pesar de que fue otro mal episodio en mi vida. Siguieron pasando los años y, aún tenía la esperanza en el amor, por ello, tuve salientes; sin embargo, siempre tenían doble propósito. Se mostraban buenas caras, caballerosos y a la hora de la hora, eran cuervos teniéndote en vista para comerte. Me pasó muchas veces, incluso uno tenía novia; en nuestra primera salida en un restaurante, ella se apareció haciéndome el gran espectáculo. Yo no sabía nada, pero me tildó como roba novios. ¡Qué desastre de vida! Luego de todos los malos momentos, me cansé de las caras bonitas, me cansé de esos lobos vestidos de ovejas y dije que me mantendría sola, al final, eso no es fundamental, nosotras podemos valernos por sí mismas. Llegaron mis 27 y, en una salida con mis amigas del trabajo a un bar por el cumpleaños de una de ellas, conocí a Nick el primo de Laura —mi compañera—, hicimos click ni bien nos vimos. Cupido me sorprendía otra vez. Traté de mantenerme firme, no quería mostrar interés, pero ¿quién se podría resistir a un hombre tan guapo y alto de 1.90, con esos ojos verdosos y cabello castaño? Un total Hércules, si hablamos de corpulencia; él era delgado, pero muy bien formado. Lo dejaba notar con los polos ceñidos a su cuerpo. En conclusión, él y yo, tuvimos mucha química esa noche, que, mediante tragos y tragos, terminamos amaneciendo juntos en la misma cama. Era vergonzoso, fue la primera vez que tuve una noche de sexo con un desconocido; solo era fundamental hacerlo con mi novio, no me gustaba ser partícipe solo de una noche y fuga. No obstante, con Nick todo fue diferente, no sé qué me sucedió, pero siempre hay una primera vez en todo, ¿verdad? Pues fue una grandiosa primera vez... Intercambiamos números y conversábamos mucho, para luego comenzar a salir. Lo nuestro fue muy rápido y en desorden, lo sé, pero al final nos enamoramos. Pero, ingenuamente, volviendo a creer en el amor, tampoco me fue de maravilla. Tuvimos una relación de dos años. Estando con Nick, siendo mi última pareja, descubrí algo nuevo que no podía explicar. Quizás ya estaba más madura y ya pensaba en un largo futuro, por eso opté en aceptar para vivir juntos. Un día “normal” mientras iba camino a mi trabajo, olvidé unos papeles importantes de la empresa, entonces a pesar de que ya había recorrido veinte minutos de camino, decidí regresar; sabía el comportamiento de mi jefe y no quería que nadie salga requintado por mi culpa. Cansada, por subir las escaleras —ya que el ascensor estaba malogrado—, abrí mi puerta. No me esperaba encontrar una espectacular vista. Nick estaba teniendo sexo con mi vecina en nuestra propia casa y en nuestro mueble. Me derrumbé, no podía con eso. Por un momento sentí que mi vida estaba hecha solo para sufrir, pero recordando a Owen, que él jamás hubiera querido verme así, me armé de valor y terminé esa relación a pesar de las incontables pedidas de perdón de Nick. Definitivamente, sabía que el amor no era para mí. ¡El desgraciado de cupido, le gustaba jugar conmigo!, pero ya no se lo iba a permitir más. Cerré mi corazón por completo, seguí mi vida como pude y me concentré solo en mi trabajo. Ahora me encuentro aquí, cumpliendo 30 años, completamente sola y confusa de lo que quiero de ahora en adelante. Mis ojos, al acordarme toda mi vida hasta el día de hoy, se inundaron de agua. Con una fuerte conmoción saludé a todos, estaba contenta de que los padres de Owen estuvieran aquí. No puedo negar que fue un día de muchas emociones; la pasamos muy bien recordando viejos tiempos. Sin duda, Owen, iba a ser la persona que nos uniría por la eternidad. Owen…, era una persona que jamás olvidaría. Era mi primer amor…, el amor de mi vida, y el único que, hasta su último suspiro me dio plena felicidad. —Espero estés teniendo una buena vida Emily... te queremos como una hija. —Ya por la noche se despide Cecilia (la madre de Owen), con los ojos llorosos. —La tengo. Le abrazo fuerte dejando caer mis lágrimas a través de mi rostro. —Espero pronto escuchar sobre tu boda hija. —Yo me desmorono por qué quizás nunca llegará—. Mi niño de seguro será muy feliz aquel día... —Señora Cecilia... —exclamo, entre sollozos y la abrazo mucho más—. Esté tranquila, no se preocupe por mí, que, en estos momentos vivo bien y es lo que importa. Abrazo al señor Josué también, y, les pido que siempre sigan comunicados para cualquier cosa. Después de un largo día en familia y las llamadas de mis conocidos para felicitarme, regreso a mi departamento. El día había sido muy cansado, tuve muchas emociones a la vez, pero traté de estar en calma. Casi sin ganas, me pongo mi pijama más cómodo y me recuesto con mi laptop sobre la cama. A pesar de que descansé y adelanté informes, debía seguir mis trabajos del día de mañana. Sonrío por el estrés y, a la vez, mi pasión. Considero que tuve suerte al llegar a esta empresa. Hace un año mi vida no era así… &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& FLASHBACK En aquel tiempo, la empresa donde trabajaba de secretaria se fue a la quiebra quedándome desempleada. Vivía sola, así que, tenía que cubrir mis gastos; incluso mi madre sabiendo de mi situación me insinuó regresar a casa, sin embargo, me opuse. Traté de mantenerme fuerte, era una chica independiente y, no podía regresar a los brazos de mis padres por el orgullo. Para ser sincera, veía todo complicado, hasta que, de repente, mi madre me hizo un comentario que reanimaría mi vida. Ella había tenido una reunión de amigas de la promoción de su escuela. Mi madre, como todas las veces, al hablar de su maravillosa hija, les comentó a sus amigas que yo estaba buscando trabajo. Una de sus amigas, se mostró interesada. Ella le dijo que, justamente, estaban buscando una asistente de secretaría, en la empresa donde trabajaba. Yo me sorprendí, debía ser una empresa muy grande para que la propia secretaria tenga su asistente. Cuando me dijo el nombre de la empresa quedé boquiabierta “Corporation S&F” de la familia Stewart. Aquella era una compañía muy reconocida en el mundo, por sus autos de última generación. Era una empresa muy prestigiosa por el asociamiento, con las mejores empresas de Corea. Era increíble, mi madre me había conseguido un trabajo ahí y, ni siquiera pasé una entrevista con filtro. Fue algo impresionante y emocionante. Cuando me fui a reunir con la única persona que debía, la secretaria, me quedé estupefacta. Era una persona mayor, de una edad de 55 años; se veía algo acabada y cansada. Sin embargo, pese de ello, con sus gestos era muy agraciada. Me sorprendí, pero, a la vez, la admiré. Era una mujer muy luchadora que había conseguido lo que quiso hasta su avanzada edad. —¿Qué sucede? ¿Estás sorprendida por mi aspecto? —me dijo, sentándose en frente mío. —Bueno, no es eso, sino que… —Sí, entiendo… la mayoría de las empresas, en estos últimos años, tienen puras barbies y modelos como secretarias. En cambio, en la mía no; yo llevo trabajando con ellos desde que tengo 30 años, eso quiere decir, querida, que llevo más de 20 años en ese lugar. —¡Wow, increíble!, debe ser un ambiente espectacular como para perdurar por mucho tiempo. —Bueno, mi jefe deja mucho que decir. Es un poco particular, pero ya lo irás a conocer, al menos de lejos lo harás. —¿Por qué dice eso? —Digamos que es un hombre muy cuidadoso con su entorno, no deja que cualquier mujer se le acerque, sea bella o locamente atractiva. Entre comillas. —Realizó la señal con sus dedos—. Solo permite que yo me acerque a él. —¿Es gay? —pregunté sin frenos, totalmente curiosa. Ella rio con ganas. —Bien…, de seguro escucharás eso muy seguido en la empresa, pero no es así; el señor Stewart es un hombre que, por las malas experiencias de la vida, repudió, por alguna razón, a todo ser del sexo opuesto. Es claro que está mal, pero ¿quién soy yo para decirle algo? —Dio un resoplido de resignació—. En fin, señorita Emily, no te preocupes por ello que no te gozarás de su mal genio. Ambas carcajeamos. —… eso déjamelo a mí. —Sí, señora. —Asenté la cabeza. —Bien, te explico lo que harás. Yo me encargo de los pedidos director del Señor Stewart y tú… Fin de Flashback. &&&&&&&&&&&&&&&&&&&&& La Sra. Mariana era una persona muy gentil, fue muy paciente conmigo en todo momento, ella me asignó una pequeña oficina, no tan lejana de la suya, que sería la principal. Y es así como llevo, todo este tiempo, trabajando en la empresa. No me quejo, me pagan demasiado bien. Todos conocemos a nuestro jefe, pero él no nos conoce, ni se molesta en mirarnos. Es claramente, un tipo arrogante y déspota, con esos aires de superioridad que, ciertamente lo tiene. ¿Pero qué se cree?, ¿intocable? ¡Pff! ¡Me cae mal! En fin, mientras sigo revisando los documentos, un correo esperado me acaba de llegar. Con el titilo en mi corazón lo abro, lo leo y doy un salto en mi cama con mucho regocijo, cuando lo leo con atención. Me ha llegado, por fin, la aprobación de mi solicitud para una inseminación artificial. Es sorprendente ¿Verdad? Sé que tengo una vida tranquila, con un buen sueldo y familia sin problemas. Se podría decir que soy una persona totalmente estable en estos momentos. Sin embargo, últimamente, comencé a sentir un vacío. Todo tiene que ver por los absurdos prejuicios. Mis amigas de la escuela, las de la Universidad e incluso las de mi trabajo se han ido casando y, otras, ya tienen hijos. Ver eso, por alguna razón, me ha hecho sentir muy sola. Siento que la vida se me está yendo muy fugaz, sin haber disfrutado de algo tan importante: El ser madre. Después de pensarlo tanto, estos últimos meses, decidí tener un hijo, y claro que no lo tendría con cualquiera, ni siquiera confiaba en mi sombra ¿Cómo lo haría? No podía decirle a un amigo que me haga el favor tampoco; con todo lo que me había sucedido hasta ahora, no deseaba a ningún hombre en mi vida. Entonces, pensando seriamente las cosas, opté por ser madre soltera realizándome una inseminación artificial. Claro que estaba más que preparada, por lo tanto, hace un tiempo, me inscribí, y pasé por varios estudios. Esta clase de procedimientos suelen demorarse, es por eso, por lo que después de dos meses, finalmente, me han respondido. Esperaba ansiosa una respuesta y aquí está. No puedo describir la felicidad que invade todo mi ser. ¡Por fin!, ¡por fin, me convertiré en madre! Mi sueño se está por cumplir, y lo mejor es que no voy a preocuparme por ningún hombre, porque el proceso que escogí consiste en que los donantes son anónimos. Por consiguiente, muero de ganas por conocer a ese bebé que, por completo, será solo mío…
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