[Oliver Stewart]
Salgo ofuscado de la recepción del Hotel, son las 5 de la tarde. La ceremonia al fin terminó y la fiesta de la boda recién da inicio. Pero ¡por supuesto que no me voy a quedar más tiempo!. No me quedaré viendo las caras de esas señoras estiradas hablando del por qué no soy yo quién se está casando.
Tiene algo de malo que a mis treinta y cinco... ¿Quiera aún estar solo? Estoy harto de estas clases de estupideces.
Me voy hasta el auto y llamo a Larry para encontrarnos en el bar donde solemos recurrir. Llego al lugar y el idiota aún no llega. Es lo usual de él con sus incontables tardanzas.
Me retiro el saco y aflojo un poco mi corbata, mientras la azafata me dirige a una mesa VIP. Fue un día largo así que pruebo a relajarme en el lugar, tanto espero al susodicho con una grandiosa botella de Vodka. Los minutos pasan y la espera me pone un poco ansioso. Pruebo a eliminar mis malos pensamientos, mientras algunas qué otras personas me quedan observando seguramente al reconocerme, o tal vez, ven un hombre solo y lamentable.
Resoplo por quinta vez dando vueltas el trago dentro de mi vaso y debo admitir que, mi mal humor es ya indescriptible. Alzo la mirada hacia el techo de leño y recuesto mi cuerpo totalmente al mueble. El ambiente al final no está tan mal, hay pocas personas y eso me gusta, odio la aglomeración de gente.
Pruebo a relajarme cerrando por unos segundos mis ojos, cuando de pronto escucho una voz femenina.
—Hola, ¿estás con alguien? —Abro los ojos ni bien la siento y observo a una joven rubia, muy atrayente, con buen cuerpo cave mencionar, que se posiciona delante de mio.
Ella sonríe sensual y sin pedir permiso alguno se sienta a mi lado.
–Veo desde hace media hora que estás solo. ¿Te puedo acompañar? —Ella acaricia mi corbata concretando El coqueteo.
Es muy hermosa no lo puedo negar, es como una modelo de aquellas que los grandes magnates siempre suelen presumir.
Yo no pierdo tiempo y de forma seria soy directo.
–NO —respondo mostrando mi fastidio y alejo un poco mi distancia.
–Pero por qué cariño… –Es insistente acortando de nuevo ese poco espacio que había yo marcado.
–Porque no vine a buscar mujeres –Le especifico con tono seco—. Menos aprovechadas—Termino de decir y me sacudo aquello que ha tocado.
La mujer me observa ofendida, luego con clara ira se levanta y diciéndome "IDIOTA", se retira de mi zona VIP.
¿Piensan que soy extraño? Simplemente soy así. Y, no, no soy tampoco gay. Solamente no me gusta la compañía de las mujeres, me fastidian sus acciones. Me repugna lo melosas y mentirosas que suelen ser para conseguir lo que quieren. Su objetivo es eso, o por el contrario, solo buscan sexo y claro… eso no está mal. Todos tienen necesidades, también los tengo, pero en mi caso soy limitado solo con una, “Francy”; ella es la que se encarga de ocuparse de ese tipo de necesidades que, por fuerza, debido a mis instintos debo de complacer.
No es que me guste, o esté enamorado. No involucra absolutamente nada. Únicamente es a quién le permito todo esto por el claro convenio que tenemos. Digamos que también con el tiempo le he cogido confianza, o algo parecido, por eso nuestro trato es muy específico; sin sentimientos ni besos, simplemente existe algo carnal en las raras veces que considero encontrarnos. Claro, complacerme tiene sus recompensas, la deleito después con joyas y caprichos que ella desea. Me contradigo ¿verdad? Es solo una excepción. Ella es directa y sabe lo que quiere, eso es lo que me asegura confianza. En fin, con el resto de mujeres no me nace tener algún tipo de aventura ni acercamientos, eso para mi parecer atrae muchos problemas que prefiero contundentemente evitar.
Llevo esta vida arisca ya desde hace 4 años; se podría decir que antes era normal como cualquiera pero todo cambió para mí después de terminar aquella relación que duró casi 6 años.
Durante el trayecto de toda mi vida he tenido varias enamoradas qué, lamentablemente, solo se me acercaban por el dinero. Ser un heredero multimillonario tenía ventajas y desventajas. Ese tipo de comportamientos era algo que en el momento lo dejé pasar desapercibido muchas veces, hasta que un tiempo apareció en mi universidad “Mary”, una chica becada proveniente de una familia humilde. Como algo inesperado, nos volvimos amigos, pues ella era tan sociable y amigable que llegó a vincularse rápidamente con mi círculo social.
Con el pasar del tiempo cuando ella se dio cuenta de mi situación con las mujeres, fue quién me hizo despertar de mi conformidad. “Oliver, ¿Cómo permites que esas tipas te utilicen?” ella era muy persuasiva, “Solo te buscan para que les compres joyas y para que la lleves a sitios o viajes, ¿eres tonto?” Yo lo sabía, pero no me importaba, vivía en una época que eso me parecía muy normal y divertido. “VALÓRATE, vales mucho Oliver”, dijo, y me sentí extraño y diferente. Ella se preocupaba por mí como nadie. Era diferente a todas.
Habían mujeres que me habían hecho darles demasiado dinero, también tuve decepciones y desplantes de ellas. Era algo ingenuo. Siendo joven seguía cayendo en lo mismo, pero Mary con esas palabras despertó algo incontrolable dentro de mí.
Fueron pasando los tiempos y había hecho caso a su consejo, me alejé de muchas chicas y ocupé mis horas en diversas cosas incluyéndola a ella, hasta que un día finalmente me di cuenta de que me había enamorado. Era mi chica ideal, era la única mujer que no me había pedido nunca nada en la vida. Con los nervios que nunca había tenido, fui sincero y me le declaré, siendo así que me sentí el hombre más afortunado del mundo cuando ella correspondió a mis sentimientos.
Pasaron los años y como toda pareja tuvimos peleas y reconciliaciones, pero… no me esperaba venir lo que me haría cambiar mi vida por completo.
Debido a los años que teníamos le pedí matrimonio y ella aceptó; todo fue como lo esperado, sin embargo cuando estábamos frente al altar, a punto de decirnos el contundente "Sí" “Frank Marck” (Un hombre multimillonario de 38 años, muy reconocido en la industria empresarial de esos tiempos), apareció por la puerta de la iglesia deteniendo la ceremonia.
Me quedé idiota, él era su jefe. Mary me miró con los ojos llorosos y me dijo: “Oliver, perdóname no puedo casarme contigo” y así... Solo así se fue corriendo a entrelazar las manos con él para luego salir huyendo de la iglesia. Me sentí el hombre más IMBÉCIL e IDIOTA del mundo. Todos quedaron conmocionados e incluso mi padre se me acercó enojado y expulsó de sus labios aquello que no quería aceptar: “Te lo dije". Él nunca había estado de acuerdo con nuestra relación porque ella no era una chica de familia adinerada. Decía siempre que era una interesada cosa que yo negaba con espadas y fuero.
“¡Estupendo! . No es tonta, te dejó por alguien más rico que tú”, adhirió mi hermano Kenny y se fue bufándose de esta maldita comedia.
Eso definitivamente repercutió mucho en mi vida, algo irónico, ¿no? Que ella luego de todo lo que me dijo, me haga hecho lo mismo o peor. Realmente sentí de la manera más terrible como pude ser engañado por la persona que pensé que me había "salvado".
Después de ello me volví un mujeriego incontrolable, quise quitármela de mis recuerdos como a dé lugar pero no podía. Hasta que con los meses regresé a mis sentidos y yo, Oliver, no iba a permitir que por una mujer me iba a derrumbar de tal manera. Todo regresó como antes. Era el soltero más buscado de nuevo, las mujeres me buscaban solo para viajes, dinero, y todo tipo de cosas innecesarias de mencionar.
Me harté de eso, todas eran iguales. Es desde entonces que cada vez que veo a alguna mujer tratar de acercarce a mí, siento que veo a Mary. Ya sea quién sea, todas se hacen notar como delicadas y buenas personas, pero al final esperan algo de mí. Por ello soy así de áspero y no me importa seguir siéndolo, prefiero mantenerme solo y sin nadie hasta el día en que me muera.
***
Los minutos pasan, tercera parte de la botella ya lo había consumido. Sonrío con una agria expresión, a la vez me cruzó de piernas...
—Ahhh —refunfuño pasando mi mano libre por el rostro—. Creo que he pensado demasiado por hoy.
Me esfuerzo en alejar todo tipos de pensamientos y...
–¡HEY! Discúlpame, tuve asuntos en la clínica —Escucho por fin al bastardo con cierto descaro. .
–Sí, claro —Tiro una risa con sarcasmo—. Estuvo interesante esa última sesión —Prosigo en dejar mi vaso sobre la mesa—. Es mejor que limpies tu cuello. Está de labial.
Mi sonrisa no se me borra, pese de todo él es Larry... mi mejor amigo. Con él fuimos muy unidos desde la escuela secundaria, en la universidad y hasta ahora. Él es un completo mujeriego, imbécil y algo relajado a veces, ¿a veces? Bueno mejor ahorro el comentario. Nunca cambió y ni lo hará al parecer. Sin embargo, eso no le quita ser alguien importante en la vida. Nada le impide ser el único heredero que muy pronto asumirá la prestigiosa clínica de su padre. Aunque no está tan contento por ello, es un hecho que lo tiene que aceptar.
Hay cosas que no podemos rechazar en la vida. Sé que él hubiera querido ser un abogado, pero a presión de su familia tuvo que ser un Doctor. Pese de ello, y sus faltas de ambición, Larry es muy bueno en la rama. Es muy bueno en lo que hace aunque eso no es su pasión. Tengo que aceptarlo, a pesar de su rara personalidad es el mejor tipo que he conocido en mi vida.
Él simplemente acepto su vida, como yo...
Larry se encoge de hombros y prosigue a darme ánimos para perdonar su desfachatez. Mi expresión ya no es la misma, mi seriedad ahora es mi sello imborrable en la cara.
—Amigo... Te tengo que contar sobre esa exhaustiva sesión.
Otra media sonrisa se me escapa. Y no puedo en contra de él, entonces le dejo que ser. Con este hombre al final siempre es lo mismo.
Larry tiene mi paciencia infinita.
Conseguimos distraernos con largas conversaciones hasta una determinada hora. Luego de tanto debate y sintiéndonos ya un poco ebrios, nuestros chóferes nos llevaron a casa.
***
Me levanto muy temprano apenas siento el sol por mi rostro. Son las 5 de la mañana. Comienzo mi día con un poco de ejercicios en casa y luego sigo con un satisfactorio baño.
La cabeza la tengo intacta, el vodka nunca a sido mi enemigo. Con la toalla en cintura alisto mi maletín con algunos documentos que había dejado sobre la mesa del salón. Verifico algunas cosas importantes y ya convencido de mi inspección, continúo a vestirme. Visto formal como lo usual, traje azul oscuro, corbata, camisa blanca y un Rolex que añade exclusividad a mi atuendo.
Después de estar listo salgo de mi casa, hoy era un día importante lanzabamos un nuevo proyecto. Mi cabeza estaba inundado por cada detalle que debía proseguir.
Mi recorrido a la empresa estaba siendo ya un poco desesperante por el tráfico, hasta que el sonido del celular me indica que es mi padre quien llama a empeorar la situación. Ya veía venir lo que me diría después de haberme ido sin decir nada el día de ayer. Me pongo uno de los auriculares y respondo mientras sigo manejando.
–¡OLIVER! –Mi padre grita desenfrenado, retumbandome todo el tímpano.
–¿Qué sucede? –respondo frío. Es claro lo que me está por decir.
–¡El día de ayer me hiciste pasar un desagradable momento! ¿Cómo se te ocurre irte?
—Padre, no era mi boda.
—Debía presentarte a alguien en especial, ¡y los dejaste plantados...!¿Sabes la vergüenza que pasé, mientras todos murmuraban?
–Eso no me incumbe. No aceptaré tu forma de hacer las cosas. No me comprometere a la fuerza con alguna mujer que ni conozco.
–¡Oliver tienes 35 años! ¿Estás demente? ¿¡Cuándo piensas darme un heredero!?
–Padre, ya tienes a tu hijo que se acaba de casar ayer. Que Kenny cumpla su tarea y que él te los dé.
Sonrío con una ironía. Mi padre está encabronado por irme de la boda de mi hermano menor, sin decir ni una palabra. Sus planes no salieron como lo pensó.
–Mira Oliver, voy a hablar serio y claro, tienes este año para darme un heredero y si en caso tu hermano se adelanta en ello, él ya no será solo un Gerente, sino, ¡TOMARA TU PUESTO DE CEO! ¡LO JURO!
–¡JA! –Solo me burlo de eso. Es un chiste de mal gusto por supuesto.
–¿No me crees capaz? Con tan solo una sola palabra te puedo retirar, así que espero buenas noticias y salgas con una de las chicas con las que te recomendé. Mi paciencia acabó Oliver.
Me quedo estupefacto, siempre habíamos discutido al respecto pero mi padre esta vez se oía determinado. Nunca me había dicho algo así.
–Mierda… –refunfuño golpeando mi delantera cuando apenas se acaba de colgar.
¿Ese viejo iba a ser capaz de hacer eso?
Llego como el mismo diablo a la empresa. Mi padre había arruinado completamente mi día y no solo eso me bastaba, sino que cuando ya me adentraba cerca de mi oficina…
–¡TEN CUIDADO ESCORIA! –replico entre dientes, muy sulfúrico y sacudo mi ropa. Una mujer se había chocado conmigo cayendo al suelo con todos los papeles dispersados.
No me importa y sigo mi camino pisando esos documentos. La razón no me acompaña en este momento. Ella al parecer dice algo, pero no le presto atención. Ingreso a mi oficina resonando con fuerza la puerta y grito el nombre de “Mariana”. Ella se aparece tranquila como siempre, ya me conoce a la perfección, aunque a veces cuando suelo estar así demasiado descontrolado, se asusta. Hoy no obstante está tranquila, imagino que está actualizada de la situación y entiende.
Le pido los informes de mis reuniones y viajes de la semana, y ella me los va detallando con paciencia.
Mi cuerpo ni el café pide, solo me concentro en el trabajo para evitar pensar que, definitivamente, iniciaba una nueva guerra en la familia.
***
Las semanas fueron pasando y mi padre me seguía hostigando. Ya estaba cansado. Larry sabiendo de la situación, fue a visitarme una noche a mi casa y conversando sobre el tema se le ocurrió una estúpida idea… Una estúpida idea que de hecho, tal vez, solo tal vez me podría salvar. Me dijo que si no tenía interés de tener una pareja entonces que probara con una madre de alquiler, al final de cuentas mi padre quería un nieto. No sé porqué su obsesión pero lo quería a de lugar. Eso era lo primordial de cumplir, por ende, solo de esa forma se lo podría dar en este tiempo. Sin compromisos ni nada, solo me haría cargo de que ese bebé crezca y se regenere bien hasta su nacimiento. Larry me comentó que la clínica se había especializado en este nuevo método últimamente y que realmente estaba teniendo mucho éxito.
–¿Qué opinas? –me pregunta Larry con ese entusiasmo en los ojos.
–Estoy de acuerdo si eso calmará las angustias de mi padre.
Finalmente después de tanto conversalo él ya me había convencido.
–OK. Escucha atentamente. Esta semana hemos recibido 26 candidatas, por la cuál, 20 vienen con pareja o con un donante conocido; las otras 6 han venido por el puesto anónimo. Podríamos escoger a alguna de esas 6 mujeres y ya después ustedes llegarían a un acuerdo contractual.
–Sí, sí… –respondo sin darle más atención. Solo cojo mi copa de vino–. La verdad no me interesa solo escoge a cualquiera que creas conveniente. Por supuesto, tiene que ser bonita para fortalecer mis genes y técnicamente con buena salud para que no haya ningún problema con el niño.
–Por supuesto amigo —me dice, dándome una palmadita en mi hombro—. Me haré cargo de todo, pero… tengo una enorme duda ¿Cómo harás si aquella persona no está de acuerdo a un trato contigo?
–¡Ja! Tú hazlo sin dudar. Créeme, ninguna mujer se negaría a tal jugosa suma que le ofreceré.
–¿Estás seguro? Corremos un riesgo enorme por todos lados.
–¡Pff! Claro que sí —respondo convencido.
Sé como funcionan.
–¡Bien Oliver es un hecho! –exclama él, y chocamos nuestras copas con nuestra nueva y grandiosa idea.
***
Mis días seguían como siempre, a casa, al trabajo y uno que otro viaje. Sin nada nuevo. Los días se hacían pensantes cada vez más y este maldito tráfico, por supuesto, que no ayudaba en nada.
¡Me está sacando de quicio!
Pienso que quizás debí tomar otra ruta. Tengo una reunión importante esta tarde en California, por la cuál, si no tomo el avión en dos horas, llegaré tarde y tendré problemas. Estamos en New Jersey por ende el viaje es de 4 a 5 horas.
Lleno de ansiedad cojo mi celular y llamo a Mariana para avisarle que me espere afuera de la empresa con los documentos listos. Mi intención es evitar esperar tanto para irnos de inmediato al aeropuerto, pero de pronto me sorprende la inesperada voz de su esposo.
–Disculpe Sr. Stewart, buenos días —me dice.
Me preocupo, es un hecho que algo sucedió.
–Buenos días. ¿Qué sucede? ¿Qué sucede con Mariana?
–Señor perdóneme por no llamarlo antes, se me pasó desapercibido por la conmoción. Lo que sucede es que Mariana ha sufrido un desmayo y la hemos llevado al hospital, aún no sabemos que es lo que tiene…
–¿Es el señor Stewart? –Por el fondo escucho la voz débil de Mariana–. Pásamelo te lo pido, por favor.
–¿Mariana? —digo aún confundido.
–Sr. Stewart lo lamento tanto —responde, su tono nunca lo había sentido tan desganado—, sé que teníamos un viaje de emergencia, pero por esta vez déjeme mandar a mi asistente. Por favor. Ella sabe todos los procedimientos exactamente como se deben de realizar, está muy bien asesorada y lleva un año trabajando con nosotros. No es ninguna principiante. ¿Me permite avisarle para que lo espere lista?
Me quedo unos segundos en silencio. La idea me incomoda, no conocía a esa mujer, pero realmente esto era importante.
Me siento entre la espada y la pared, no tengo de otra.
–Ok. Llámala —digo tirando un enorme resoplido—. Hazlo de inmediato. Explícale lo que tiene que hacer y que me espere fuera de la oficina en una hora. Que tome sus precauciones Mariana, porque corremos el riesgo de llegar tarde.
–Muchas gracias señor —me dice—, discúlpeme por este cambio imprevisto.
–No —le corto las palabras rápidamente —. Tranquila Mariana, nos has servido tantos años que no quiero que te suceda nada. Recupérate.
–Gracias, señor Stewart.
Es lo último que escucho y sigo por apresurarme a llegar a la empresa. No estoy nada conforme con lo que estoy por hacer. Me desagradaba esta situación, pero era claro que era mi única opción, espero que sea verdad lo que dijo Mariana y que esta chica no me deje en ridículo delante de los ejecutivos. Por el viaje, digamos que no iba a ser un problema ya que iríamos en mi avión privado, entonces rápidamente puedo modificar la información de mi acompañante.
***
Después de librarme del tormentoso tráfico, ya aproximándome a la entrada del edificio, llamo al número que Mariana me envió por mensaje de la asistente. Yo salgo del auto y comienzo a buscarla con la mirada, había varias chicas en traje que no comprendía quien era exactamente. Mientras la rastreaba con la vista, le timbraba el celular hasta que finalmente me contestó.
–¿Hola? —Escucho su claro nerviosismo.
–¿Dónde estás? –Hablo seco y altivo como lo usual.
–Detrás de usted Señor Stewart. –Yo volteo con el celular aún en mi oído y la fijo–. Buenos días, señor Stewart. –Ella baja su celular y me brinda su mano para un saludo–. Mi nombre es Emily Wilson, es un placer.
La detallo de pies a cabeza. Y la reconozco, esta mujer era aquella torpe que hace días se había tropezado conmigo en la oficina…
Algo me olía mal y creo que definitivamente nada en este viaje saldría bien para ninguno.