18. CONOCIDOS
Desde ese día Manois imagina que Byron Knight y él son amigos.
Su emoción es tal que al llegar al dormitorio en el que comparten los veinte de su misma edad, no se guarda el secreto.
Tiene que contárselo a todo el que quiera escucharle.
—A que no sabes lo que me pasó hoy… — le dice a Fraca con el que comparte la cama.
Fraca es un chico bueno, bastante trabajador, le gusta ser puntual y no llamar la atención.
—¿Limpiaste la mierda de los de primero? —se burla de Manois.
—¡No, qué asco!
—Dale, suéltalo ya.
—Hablé con un mentis de primero.
—No bromees. Dirás que te ordenó hacer algo o que te insultó —en ese momento Fraca frunce el entrecejo, y le toma de charlatán.
—¡Para nada!
Manois quiere convencerle que lo que le cuenta es la verdad y nada más.
—Si dices la verdad y no es una patraña, date por muerto. Seguro que te ha vendido —Fraca está seguro de eso.
Por un instante Manois se siente consternado, pero sabe que ese no es el caso.
—No creo. Lo encontré debajo de su cama. Me parecía que se estaba ocultando de sus camaradas, hemos hablado, no me ha dado órdenes. Lo digo enserio, incluso me dijo su nombre… —dice tan rápido y fascinado para que quede claro que le dice la verdad.
—A ver… si es cierto ¿cómo se llama?
—Te digo que es la verdad. Su nombre es Byron Knight. Sí, así se llama. Es mi amigo ¿sabes?
—Si dices la verdad, mejor cierra el pico y no se lo cuentes a nadie más. Sabes que no tenemos permitido hablar y mucho menos acercarnos a ellos, bajo pena de ser expulsados para siempre… hablo enserio, si eso que me contaste es verdad, guárdatelo para vos…
Al escucharlo de su boca ve el peligro que representa.
—Pero… pero ahora ya lo sabes tú…
—Tienes suerte. Ya sabes que yo no soy de hablar demás, no diré nada. Pero no andes por ahí contándoselo a medio mundo…
—Pero… ahora que vos ya lo sabes ¿puedo contártelo a ti?
Fraca se lo está pensando.
Manois se ve desesperado por contarle todo, a esa edad aquella charla con su amigo Byron es la gran cosa.
Fraca le escucha en silencio, luego le reitera que sea prudente.
—Bueno, ahora que me contaste eso, me veo en la obligación de compartirte algo también, no es la gran cosa, pero algo, es algo, ¿no?
Manois afirma con la mano y continúa.
—Vale, pero es un secreto, ¿está bien?
—Sí.
—He visto a Anael, sí, sí, el supervisor, muy acaramelado con Chuga. Los vi cuando iba de camino a registrarme. Estaba en su oficina, se pensaban que estaban solos, y pues no, estaba ahí mirándolos, hice como si no vi nada, pero bueno, se quedaron preocupados. No vayas a contárselo a nadie, eh.
Fraca se rasca la cabeza.
Los sirvientes como ellos viven en los pisos del subsuelo, bajo el edificio principal de los residentes mentis; según Manois, el ambiente no es malo como ha escuchado contar a otros chicos, a veces, los mayores tienen algunas rencillas, pero se arreglan antes de que los custodios lleguen a enterarse.
Manois y los de su grupo pertenecen a una casta mejor, pueden aspirar a ser auxiliares de mentis, ser una especie de sirvientes personales, para eso son preparados desde que cumplen dieciséis.
Luego de cumplir con la labor de limpieza, y de mantener pulcra la escuela, pasan al finalizar la tarde, unas cinco horas estudiando etiqueta y otras reglas sociales. Siempre manteniéndose apartados del sector de los alumnos mentis.
Ahora Manois es cuidadoso, no desea meterse en problemas, y cada que puede se fija si llega a ver a Byron pasar.
Un día, cuando se dirige a registrarse con Anael, ve a Byron pasar a toda velocidad, y detrás de él van los mismos del otro día.
Manois ve que Byron huye y le sigue para ver lo que pasa y se va acercando sin tener cautela. A uno de ellos le escucha decir:
—¡Mira! ¡Ahí estás! ¡Aquí no está el excelentísimo para defenderte! —se mofa el más alto, mientras sujeta a Byron de brazo.
—No necesito que nadie me defienda… ¡Idiota! –le dice Byron. Trata de soltarse y con un sorprendente movimiento lo derriba.
El otro chico, el que parece ser de último año llega hasta ellos e interviene.
—¡Estás en problemas, Knight! ¡Ahora mismo avisaré al regente que lo golpeaste!
—Fue él quien empezó todo —dice Byron.
—Eso no importa. Te lo mereces por raro —y suelta una carcajada, él y el chico agredido se alejan de Byron mofándose porque ha caído en su trampa.
—Idiotas… —les dice Byron, que se ve enfadado por lo que acaba de ocurrir y no ha visto que Manoise está ahí y que ha presenciado todo. No tenía forma de hacerlo.
En ese momento, cuando nadie más está ahí, Manois decide acercarse, no le importa que luego Anael, o quien sea le llamen la atención.
—Si quieres puedo decir lo que vi —le dice.
Byron gira y le mira, pensando que es uno de ellos, que regresa por más. Pero cuando lo reconoce baja la mirada, parece enojado.
—No lo hagas –le dice Byron.
Pero Manois realmente quiere ayudarlo.
—Puedo ir con mi supervisor y comentarle que…
Byron interrumpe.
—He dicho que no…
—¿Por qué?
—Lo solucionaré yo mismo. Esos idiotas me las pagarán…
—¿Por qué te molestan?
Byron le me mira como si acabara de decir una broma.
—¿Qué los sirvientes no se pasan los chismes? ¿De verdad que no lo sabes?
—No tengo idea de lo que hablas.
En ese momento, entre los dos, gobierna el silencio. Manois piensa que talvez le ha ofendido, como teme perder su simpatía y amistad cambia de tema.
—Oye… eso que le hiciste se vio genial —recuerda los golpes que le ha dado al chico.
—Es defensa básica —le dice Byron—, cualquiera me hubiera bloqueado, pero ese es un idiota.
—Así que defensa básica. ¿Eso no es algo que dominan los SS?
—Correcto.
—Pero eres mentis y…
—Estudié en Mistral, pero lo que viste me lo ha enseñado un buen amigo que dejé allá —le dice Byron. Es la primera vez que lo menciona a alguien, mayormente los pocos amigos que tiene, no les interesa nada de las SS.
En ese momento Manois sueña con hacer lo mismo.
—Quisiera poder hacer lo que hiciste —dice con un tono de ensoñación, que Byron nota sincero.
Byron recuerda lo bien que se sentía junto a Stand y le viene a la cabeza todas esas salidas que extraña tanto. Incluso extraña Mistral y los idiotas que le molestaban.
—¿Lo decías en serio? —pregunta Byron.
—¿Eh? —Manois sale de la ensoñación al escucharle— ¿Qué?
—Eso de ir a decirle a tu custodio para contarle lo que pasó.
—¡Claro! ¿Quieres que vaya ahora mismo?
—No, déjalo. Esos dos me las pagarán uno de estos días, oye ¿quieres que te enseñe a bloquear?
—¡Sí!
—Pues vale. Sígueme, que sé dónde nadie nos podrá encontrar.
De esa forma, esquivando a los custodios, y a uno que otro regente, llegan a un terreno apartado.
Byron sabe que no rondan nox así que es terreno libre, según él.
Le enseña los movimientos, aunque se ven fáciles, para alguien como Manois que nunca ha practicado es todo lo contrario, aun así, Manois tiene verdaderas ganas de aprender y librarse también de los abusones, que son mayormente los adultos, porque, aunque sea un sirviente también tenía que lidiar con los mismos problemas que él.
Más tarde, mientras descansa, se pone a pensar de las palizas que se habría librado si tan solo supiera lo mínimo de defensa, pero a los sirvientes no se les permiten aprenderla.