19. AMIGOS.

1054 Words
19. AMIGOS Manois se da la maña de averiguar los nombres de los chicos que han molestado a Byron. —Ese es Seskil. Este año se graduará como el peor del año —le dice el novio de Fraca, un chico que encargado de los alumnos más grandes. Mucho más tarde, cuando Manois ve a Seskil, dejando sus calzados en mantenimiento, una idea le llega a la cabeza. Se va corriendo hasta el cuarto de Chuga, porque ahí ha visto un pote de pegamento, y lo piensa usar. Entonces aguarda a que se fuera a descansar y lo toma sin que nadie le viera. Ha grabado en su mente los nombres de los que molestan a Byron, y piensa vengarse por meterse con él. Sabe que es de último año de ese chico Seskil y encuentra la forma de embadurnar sus calzados con pegamento, de manera que nunca más pueda sacárselos de encima. A veces Byron le regala su comida; para Manois, el sabor es mil veces mejor que la comida que reciben los sirvientes. Otras, Byron le obsequia los libros que ha terminado de leer, Manois los lleva ocultos en sus botas para que no se los decomise el tutor, o se lo adueñe uno de sus amigos. Seskil soltó un chillido al ver que no podía sacarse los calzados, enseguida se arma el gran lío. Todos los sirvientes que tienen acceso en mantenimiento son revisarlos porque el pote que se ha dejado el malhechor es de los que usan los sirvientes. Al darse cuenta de su error, Manois se muerde la lengua, aquello se le ha escapado de las manos. Cuando es turno de que le revisen, Anael lo hace con mucha torpeza. —Perfecto, es un alivio saber que no estás metido en esto… —le dice y le deja en paz. Hasta que encuentran restos del pegamento en el cuarto de Chuga. Y como es de esperar, Chuga insiste su inocencia y de todas formas se lo llevan. Manois no ha previsto el riesgo en que lo metía en ese momento, solo pensaba vengar a su amigo y nada más. No pensó en los daños colaterales de sus acciones. Días más tarde se encuentra con Byron. —¿Lo del pegamento fuiste tú? —Sí —confiesa. No quiere contarle todo lo que aquello ha causado, porque se siente fatal, lleno de culpa por Chuga. Pero Byron, en su ignorancia se siente feliz al escucharle. —¡Ha sido genial! Ahora te considero un igual. ¿Amigos? Byron le ofrece su mano y Manois, que no se lo espera, acepta. —Amigos. —Toma. —le ofrece Byron. Es un libro con las artes antiguas de una edición de lujo—. Cuídala, es toda una reliquia. Te lo digo yo. Hace tiempo me lo ha obsequiado Teorens. —¿El excelentísimo cardinal Teorens? ¿A poco lo conoces? —Lo veo cada fin de mes, me lleva a Sunid. Allí presencio alguna de sus reuniones, él dice que llegaré a ser muy importante… ¿tú lo crees? —Eres mentis. Yo creo que sí. —Tonto, no basta con ser mentis, pero no lo entiendes –en ese momento su mirada se oscurece— Quiero ser SS. No un aburrido cardinal. Manois no comprende sus motivos, quizás jamás lo haga, por eso Byron cambia de tema. —Entonces quedamos mañana a esta hora, no lo olvides —Byron se marcha con una amplia sonrisa en los labios. Byron se mueve con elegancia y agilidad. A veces le excita lo cerca que se pone para explicarle algo que no entiende. Olvidándose de las recomendaciones de su amigo Fraca, en la cena Manois les cuenta todo a sus amigos, pero ellos solo se burlan: “Ahí está el que alardea con que tiene un amigo mentis” “Sí, cómo no” Nadie le toma en serio. Nadie le cree. Un día se encuentran en el ala norte de la escuela. El ala norte está completamente prohibida para los sirvientes. Nadie tiene acceso ni siquiera los tutores. Es un lugar oscuro, húmedo, que Manois conoce porque ha estado ahí un par de veces, lleva a Byron allí porque sabe que le llamará la atención y él quiere sorprenderlo. Byron siente mucha curiosidad, han pasado meses desde la última vez que ha sentido esa adrenalina en el cuerpo, y Manois, aunque es un sirviente, le resulta un compañero formidable, no como Stand, pero es de confianza. —No tenía idea de que tenías permiso para entrar… —Está prohibido bajar, pero Chuga me enseñó hace tiempo como entrar, mira. —le señala grandes estatuas hechas de sherita que iluminan pálidamente el paso. Eran imágenes perfectas de cada uno de los antiguos —Esto es increíble. ¡wow! —¿Wow? –repite Byron sin comprender. —¡Quiero decir que es de lo mejor, es alucinante! —Parecen las urnas de los antiguos. Por lo que sé, solo los cardinales pueden ingresar. Se quedan admirándolos por un largo rato, Manois le narra viejas leyendas que Chuga le contó de más pequeño. Otras veces, cuando están aburridos, Byron le enseña defensa física, aunque Manois no puede seguirle el ritmo. Byron es sumamente ágil, impecable, Manois un torpe. —Eres muy bueno, yo creo que jamás aprenderé. —¡Qué va! Aún me falta mucho para ser el mejor. Practico antes de dormir, quiero superar a Stand. Es cuestión de práctica dice él. —¿Quién es Stand? —Es un amigo que dejé en Mistral. Stand sí que es el mejor de todos —Byron lo dice con verdadera admiración. Manois se siente un completo inútil. “Capaz es cierto” piensa, Manois “Los de mi clase no tenemos lo necesario para ser como ellos” Byron nota su ánimo bajo, porque se detiene y le mira con cierta preocupación. —¿Qué te sucede a ti? —No me pasa nada —le dice, pero no sabe si Byron llega a creerle, porque Byron nunca demuestra lo contrario, se limita a seguir enseñándole. Manois siente que esa es la mejor época de su vida, la pasa bien con Byron, pero un día, cuando retornar para registrarse, y que anda descuidado, Anael le descubre. Manois sabe que está perdido.
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