20. CASTIGO.

951 Words
20. CASTIGO. —¿Qué rayos hacías? Anael, sin un poco de cuidado lo toma del cuello y lo arrastra hacia la portería. —Nada… ¡Nada! Anael cierra con llave y le propina una feroz golpiza que lo deja rengo. —¿Quieres meterme en problemas? ¡Maldito inútil! —golpea la mesa. La tasilla de bril tiembla. —No señor… Manois sabe que tiene que soportarlo si quiere volver a ver a su amigo Byron. —¿Qué hacías allí? —insiste Anael, con la cara desfigurada por la rabia. —Nada, nada… —Basta de mentiras. ¿Con quién andabas? —Con nadie. —Mira Manois, me he leído tu expediente, sé que eres un mirón, pero no pienso pagar por vos como lo hizo Lumi. Si te descubro espiando una sola vez, ve preparando tus trapos. No dudaré en reportarte por mal comportamiento, y serás removido a Canna. Manois está asustado, más por no poder ver a Byron como por su destino. Canna es algo que debe evitar a toda costa, nadie que conoce desea ser enviado allá. Chuga le ha contado hace tiempo que allá la comida es insípida y los tutores te golpean a diario, otros exigen servicios sexuales a cambio de una buena cama. En otras palabras, Canna, para un sirviente del nivel de él es el infierno. La golpiza que recibe lo deja malogrado, no puede sentarse y el dolor no le permite descansar de noche. Lo tienen en la enfermería dos días, en las que todos sus amigos van a verlo. Le llevan algo de sus cenas, pero jamás Anael va a verlo. Cuando le dan el alta, Anael se deshace de él, y consigue que Manois sea aceptado en el segundo piso. Allí tiene que ocuparse de la limpieza de los mentis de segundo nivel. Ahí el trabajo ocupa doble turno, y Manois tiene que trabajar sin quejarse. En el segundo nivel son tres los que se ocupan de todo. Minjo, Tortu y ahora Manois, y por suerte se llevaba bien con ellos, eran alegres. La hora en el reloj señala las nueve, dentro de poco Byron, bajaría a las catacumbas, pero él no estará libre a tiempo. Se siente algo decaído por eso, pero al menos puede escuchar la voz del excelentísimo en su cabeza: “Dale tiempo, ya va a sentar cabeza. Es cuestión de hallar su punto débil” A veces, Manois se queda largas horas pensando a quién podría ser dirigidas esas palabras. Una mañana cualquiera en una rotonda Manois ve que Byron está bastante cerca, y él quiere ir a hablarle. Byron viste un largo abrigo oscuro, de esos que llevan los cardinales mayores. Ese largo abrigo tiene el borde dorado y el pantalón era igual de n***o. Manois está ansioso, hace su trabajo a toda velocidad, por si consigue la manera de ir a verle, pero no tiene excusa para salir. —¿Qué cosa miras tanto? —Minjo se le acerca para ver y logra ver a Byron— ¿Al protegido de su excelencia? ¿Qué? ¿Te gusta? —se mofa de él. —No digas tonterías… —Anael dijo que no te saque el ojo de encima, dice que te gusta estar espiando…. —Minjo se mofa, pero en buenos términos. Turtu se les une. —¿No me digas que eres el que anda diciendo a los cuatro vientos que es amigo de un mentis? —es él quien pregunta de una de mala forma. Ahora Minjo y Tortu le miran, esperando que lo negara. Manois se siente atacado. —¡Eso sí que es cierto! Lo otro no. Anael miente —se defiende por vergüenza. Sus nuevos amigos dicen aquello con doble sentido y es falso. —Me gusta ver a los mentis, nada más… —No es necesario que nos mientas… —No nos importa ni un pepino, mientras no me des problemas puedes hacer lo que te viene en gana ¿no? —le dice Minjo. —¿Entonces puedo salir un rato? —pregunta, Manois, esperanzado. —Corre. Te cubriremos, siempre que vuelvas antes de que sea la hora. Desde ese momento, cree que Minjo es mucho más agradable que Anael. Iba a pagarle el favor con creces. Byron le ve y se alegra. Han pasado tantísimos días sin saber nada de él. —¿A dónde te metiste? –Byron le pregunta, luego de estrechar las manos. —Me cambiaron de turno nada más… Byron no parece saber a lo que se refiere, pero no importa. En las catacumbas practican nuevos movimientos de defensa uno, y luego le enseña de ataque uno. —Este fin de mes no podré venir. Como te dije, Teorens quiere llevarme a Sunid. —Ya veo… ¿y qué hay de interesante allá? —¿Lo dices en serio? En Sunid pasa todo. Es decir, todas las decisiones salen de ahí. Byron se mueve con elegancia y le mira para saber si entiende la importancia de aquello. Pero Manois solo se queda callado y continúa. —Veré a todos los Señores del centro del poder, reunidos. No es algo que me emocione, pero prefiero ir a quedarme. Byron sonríe y suaviza su tono de voz, eso a Manois le hace sentir cosa, pero no sabe que Byron, cuando se siente aburrido suele hace ese tipo de cosas para ver la reacción en otros. —El lunes estaré de vuelta… no vayas a pensar que me olvido de lo que te prometí, pienso enseñarte todo defensa dos y ataque dos. Mientras tanto tú practica todo lo que puedas, ¿sí?
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