7. STAND DE LIND.
—¿Qué haces a esta hora? ¿Olvidaste cómo volver a tu recámara?
Byron se sobresalta y casi hace caer el libro.
Es un SS de primer grado, lo sabe porque lleva el uniforme con franjas blancas. Byron alza la mirada. El chico es más alto que él y posee un impecable perfil SS, es todo lo que él anhela ser. Pero su voz era amable, está lejos de la arrogancia con la que se pavonean los de su nivel.
—Parece que te aburres —agrega el chico.
Byron se incorpora.
—No tengo sueño —dice, aunque es cierto Byron no piensa admitir que Marcus le ha dejado nuevamente sin cama.
—Bueno, estás con suerte, acompáñame —el chico que le mira parece ser amable, a Byron le agrada, no es la primera vez que se cruzan en los pasillos.
Byron se sabe su nombre de memoria, es Stand de Lind.
—¿A dónde? No se me apetece recibir otro castigo. Ya tengo una cita con Arles.
—¿Con el cabrón de Arles? ¿Pero qué hiciste? —Stand suelta un bufido y le mira intrigado. Byron asiente con la cabeza.
—Hace rato me pilló en los jardines…
—¿Qué hacías allá?
—Nada más tenía curiosidad…
—¿Quieres que volvamos? Ven sígueme, ya verás que nadie se fijará en nosotros —Stand, lleno de confianza lo toma de la mano y lo lleva hacia allá.
Para entonces, todos los tutores están acomodados en sus respectivos lugares, es como ha dicho antes Stand, no parece que fueran a prestarles atención.
—¿Ya regresamos o qué?
Aunque Byron tiene un poco de miedo no va a regresarse sin descubrir lo que hacen los tutores y dice:
—Solo quiero saber lo que hacen en privado.
Se acercan un poco más, hasta que pueden escuchar a Arles charlando con el vice rector.
—Están exquisitas… ¿podrá compartirnos el ingrediente secreto? —dice el vice rector al probar unas anchoas exclusivas.
Byron y Stand se van hacia el otro borde de la mesa, el vice rector parece atento a su interlocutor.
—Tienen buenos modelos, le sugiero visitar Rosas buy cuando vaya a Delaher…
Byron no entiende casi nada de lo que hablan, y le pregunta a Stand.
—¿Qué es Roses Buy?
—Es un cabaret.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque todos los cabarets empiezan con Roses algo… —Stand alza los hombros como si aquello fuera obvio para todo el mundo.
—¿Estos son los temas tan importantes y secretos por los que nos prohíben salir de las habitaciones? ¿Conversaciones sobre apareamientos y sopas?
Byron está decepcionado. Se gira para mirar a Stand, y este alza los hombros igual de decepcionado que él.
—Podemos encontrar algo más interesante que esto —le dice Stand con tono suave, pero pícaro a la vez a lo que Byron sonríe y asiente. Está seguro de eso.
Llegan al subterráneo.
Ahí es húmedo, oscuro.
Byron se acerca a él, sintiendo emoción y curiosidad por ver lo que hay ahí. Stand se pone al frente.
—Esta es área restringida…
—Se ve misterioso y divertido —suelta Byron lleno de adrenalina. No se ha divertido desde que ha dejado Delaher.
—Suelo venir cada que puedo, es un área libre. Me gusta. Aquí nadie nos encontrará.
Stand saca del bolsillo un nox de última generación e ilumina el subterráneo, Byron queda boquiabierto ante lo que les rodea.
—Ya veo… dicen que aquí Délamir fundó Oslo —Byron dice aquello fascinado.
—¿Por qué lees Artes de defensa uno?
A Byron le sorprende que Stand lo mencione.
—Realmente eres extraño… —agrega Stand, pero ese comentario ofende a Byron, Stand se da cuenta a tiempo—, discúlpame, no era mi intención ofenderte, dije eso porque me parece extraño que te entretengas leyendo eso.
—¿Por qué? –Byron solo quiere saber lo que piensa él.
—Porque los mentis son los futuros cardinales, ¿no es así?
Byron tuerce la boca, como si aquello fuera una ofensa para él.
—Sí, pero yo no. ¿Cardinal? Aburrido, ¡puaj! Voy a ser SS.
Pero Stand no es el primero que asume que él sería cardinal.
—Pienso tomar el examen para las SS —le dice Byron, y se prepara para escuchar la larga lista de deficiencias que tiene para serlo, es lo que hacen los demás y está harto de oírlos, pero en cambio, Stand sólo alza los hombros.
—¡Entonces seremos camaradas!
Solo por eso, Byron se sincera con él.
—Aunque… todavía no tengo el nivel necesario. No soy bueno... —sin poder evitarlo sus mejillas se enrojecen.
En ese momento, Stand se entusiasma por él.
—¡Esto es genial! Quiero ver lo que sabes… ¡anda muéstrame!
—Pero… ¿aquí?
—¡Este es el mejor lugar en toda la escuela! Aquí nadie nos controla. Podemos hacer lo que queramos. Somos libres.
En ese momento los dos sienten que al fin se han encontrado con un igual y que pueden abrirse y decir lo que piensan sin tapujos.
Byron le muestra su defensa y ataque, es consciente de que le falta fuerza para someter y concretar, eso hace que su ataque sea un chiste, aun así, Stand no suelta un solo comentario negativo, como Marcus o el resto de sus compañeros.
—Estás de suerte Byron. Contamos con este lugar y con los seis meses que me quedan antes del juramento, y seis meses es bastante tiempo para pulir tu ataque ¿Quieres intentarlo?
Byron le pregunta de corazón.
—¿Crees en verdad que pueda mejorar?
—¡Claro! Como te dije antes estamos de suerte, me tienes a mí ¡el mejor en artes de la defensa de todo Mistral! ¿No me viste en el torneo de inauguración?
—No lo recuerdo… —en realidad, Byron se ha quedado a ver el torneo hasta el final, sólo para verlo a él, y desde ese momento ha deseado seguir sus pasos, pero no piensa admitirlo delante de él.
Al escucharle, Stand hace un gesto exagerado de indignación.
—Espero que este año me veas, y más ahora que pienso entrenarte.
Aquello Byron no se lo espera. Está emocionado y solo asiente.
Stand empieza a mostrarle desde las poses más básicas, hasta lo más avanzado. Byron se esfuerza para hacerlo bien y no quedar como un inútil frente a él.
—Tienes la agilidad que muchos quisieran… tenemos que aprovecharla… —le dice Stand.