8. LA HISTORIA DE DESMIR, EL LOCO
A pedido de Byron se adentran al terreno baldío, en los límites de los bloques dormitorios. Y una vez allí descienden varios pisos hasta que llegan a una amplia cámara.
Ahí un gran orbe se alza delante de ellos.
—Este orbe es un artefacto de observación. Los antiguos lo usaban para ver la actividad en las colonias de las lunas.
—¿Cómo lo hacían?
—En teoría un mentis podría hacerlo.
—Ah, es genial… anda hazlo. Sería genial poder ver lo que pasa afuera…
Stand imagina contar con esa habilidad, pero a Byron no le parece emocionante, y niega con la cabeza.
—Entrar en las mentes duele –confiesa, Byron.
—No lo sabía. Entonces no lo hagas, no quiero que te sientas mal por mi culpa.
Regresan haciendo una carrera de velocidad, en la que Stand gana.
—Hoy he tenido una mañana taaan aburrida… tuvimos historia… — Stand se queja y se acomoda a lado de él.
A Byron, lo único que le atrae de todas esas insufribles e innecesarias clases es las de historia, en especial la de Desmir el loco, pero al ver que nada de eso le interesa a Stand, prefiere guardárselo.
—Nosotros seguimos en la era temprana… hasta ahora me parece interesante.
—Ya veo —dice Stand con una mueca en los labios—. Supongo que no la pasas tan mal como yo —suelta una risilla—. Bueno, te mostraré lo que para mí es emocionante. Ven sígueme…
Dejan atrás el subterráneo y avanzan por el patio, el ruido del velomotor hace que se mantengan precavidos. Avanza muy lentamente cerca de donde están. Tiene que aguardar unos minutos a que se aleje para poder pasar al otro lado.
—Mira —le señala Stand—. Allá van todas las provisiones de la semana —se mantiene a la vista de quien sea. Byron quiere subirse al velomotor.
Un sirviente los ve y saca la cabeza por la ventanilla.
—Buenas, Stand —el sirviente saluda agitando la mano—, date una vuelta por el almacenaje ¿quieres? hay alguien que te guarda con mucho esmero una porción de tu platillo favorito.
—En buena hora nos encontramos ¡allá vamos ahora mismo! —Stand se relame los labios pensando en sus postres deliciosos que pensaba probar.
En ese momento Byron comienza a sentir que ya son muchas las prohibiciones que están rompiendo, teme que, si son descubiertos, ambos vayan a ser expulsados. Serían irremediablemente confinados a las tareas básicas, y lo peor de todo, nunca jamás podrían aspirar a ser SS de elite.
Stand nota que Byron está intranquilo.
—Si no te apetece budín, vamos otro día… —interrumpe sus pensamientos
—Ve tú. No lo pierdas por mi culpa… prefiero regresar al dormitorio, no he terminado la tarea para mañana —Byron se acaricia con el dedo índice el labio inferior. Hace eso cada vez que se inventaba una excusa.
—Como prefieras —Sin embargo, Stand nota que no es del todo cierto, pero no va a insistirle como podría haber hecho.
Y antes de despedirse Stand se detiene para hablarle.
—Oye Byron, sé que suelo ser algo intenso… ¿todo bien?
—Todo bien —afirma Byron con una sonrisa, y luego regresa a su habitación.
Al cerrar la puerta siente que se ha portado mal con Stand, él siempre se da la forma de que jamás puedan descubrirlos, aunque Byron siente algo de remordimiento, no puede negarse a sí mismo que es emocionante pasar las horas junto a él. Por un instante se le pasa por la cabeza ir a darle encuentro, pero desiste.
Aún le queda un par de horas en privado, antes de que aparezca Marcus. Así que toma un libro de historia y se la lleva a la cama.
Esa misma mañana, el viejo Nadin había narrado las historias de Désmir el loco, y como a él le encanta, se la conoce de memoria.
“Désmir solía inventar juegos, mientras su hermano gemelo Délamir se ocupaba por el futuro. Un día Délamir solicitó a su hermano que fuera por el mundo a cosechar muestras de todas las razas humanas, Désmir partió enseguida, fue a cada uno de los diecinueve continentes, tardó cinco años en retornar. Délamir mezcló y refinó el gen de todas las razas y creó una superior, y dio vida a los primeros oslinos. Al ver que su hermano amaba mucho su creación, Désmir se sintió celoso, bajó a los estratos inferiores de la tierra y allá fabricó el Mutis, el virus mortal, y lo propagó por los aires para que los eliminara. Pero Désmir vio la tristeza en su hermano y se compadeció.
—Subiré a las lunas y de allí te traeré las mejores cosechas que jamás antes hayas visto, crearás algo superior que resista todo mal.
Tardó otros cinco años, y al regresar, el Mutis había mutado, la vida de su hermano peligraba. Délamir que amaba tanto a Désmir le dijo:
—En las muestras que trajiste, encontraré la forma de combatir el virus, debes marcharte hacia las lunas, no deseo que fallezcas.
Pero Désmir le hizo creer que se había marchado, y bajó nuevamente a estratos inferiores de la tierra, desde allí volvió a realizar experimentos prohibidos, cuando Délamir lo descubrió le dio de beber el veneno del sueño eterno. Se dice que lo mantuvo mil años encerrado, cuando el castigo terminó y Désmir abrió los ojos, vislumbró la civilización que Délamir había creado. En ella encontró a la r**a perfecta; inmunes al daño que él pudiera ocasionarles. Désmir no pudo tolerarlo, y desapareció. Délamir nunca más supo de él”
Byron cierra el libro de golpe.
Marcus entra haciendo el ruido de siempre y se lanza a su cama con la misma ropa y se queda dormido. Byron lo agradece tanto, unos minutos después se le cierran los ojos a él también.