17. EL CHICO APÁTICO.

706 Words
17. EL CHICO APÁTICO Después de todo, Manois es un sirviente encargado de la limpieza, su pasatiempo, como el de los demás es escuchar con atención cada chisme que circula en los pasillos. Sin otra distracción, cuando llega la hora de la cena se las comparten entre ellos. A Manois le gusta que los estudiantes sean revoltosos, es normal que nadie le dirija la mirada, lo bueno es que eso le permite andar por donde quiere, de alguna forma Manois es libre. Una tarde, como es habitual encuentra la escuela vacía, y se pone a limpiar el suelo. Está en el nivel de los del primer año. Escucha ruidos provenientes de algún lado y por curiosidad comienza a buscar la procedencia. Es así que llega al sector de las camas. En cada habitación hay cinco camas, pero en el que está solo hay tres. El ruido ha dejado de escucharse, pero tiene buen oído y sabe que proviene de debajo de una de esas camas. Y así descubre a Byron debajo de una. Byron se ve algo aburrido, algo apático. —Vaya susto… —Manois suelta al aire, olvidándose por completo de las reglas. Un sirviente no debe dirigirle la palabra a nadie, a menos que este le hable primero. —No es para tanto —responde Byron. Manois mira hacia todos lados. —¿Me hablas a mí? —¿A quién más? —Es la primera vez que un estudiante me habla en Void —confiesa Manois, sorprendido. —No debería hacerlo. Pero da igual, nadie nos mira… Byron le mira con indiferencia y la misma apatía de antes. Como Manois no quiere perder la oportunidad dice lo primero que se le viene a la cabeza. —¿Está bueno allí abajo? —Algo incómodo. Pero da igual. Si quieres puedes comprobarlo. Byron se hace a un lado para que pueda entrar. Para Manois la vista desde abajo es divertida, no se compara con la vista desde el techo al que trepa cada vez que quiere, pero es divertido. En ese momento, cuando está a punto de decir algo entran algunos compañeros de Byron. —Sh, silencio —le dice Byron. Permanecen quietos para no ser descubiertos. —Si me descubren avisarán al idiota del custodio, y otra vez me enviarán al cuarto rojo —suelta Manois. Teme haber arruinado esa oportunidad también. Son apenas unas semanas desde que ha salido del cuarto rojo y se encuentra una vez más envuelto en problemas. Los ojos celestes de Byron se quedan fijos en él, Manois siente que es la primera vez que alguien en toda su vida le pone atención. —Estás pálido —le dice Byron—. Tranquilo, solo son un par de tontos, no se darán cuenta que estamos aquí abajo. En ese momento como si pudieran escucharlos, uno de los compañeros de Byron se va acercando a donde están ellos. Manois siente que su corazón late con mayor fuerza, y comienza a sudar. Byron sonríe, está nervioso y eso le emociona. Por la posición en la que está, tiene el pelo desordenado, pero lo que más llama a Manois la atención es el brillo que tiene su mirada en ese momento, eso como si buscara meterse en problemas. Cuando los compañeros de Byron, se desinteresan y se marchan, ambos salen rápidamente del escondite. Manois pregunta. —¿Te ocultabas de ellos? Y al momento llega a ver que Byron cambia de expresión. —Les hice una broma y no se lo tomaron bien. No tenía ganas de pelear de vuelta. La verdad es que son unos tontos, además de aburridos. Manois quiere saber más, pero en ese momento el nox de Byron marca algunos minutos de atraso. Es hora de la cena. Tiene que irse ya. Pero antes, quiere saber quién es ese sirviente, que le hace recuerdo a Brito. —¿Tienes nombre? —le pregunta, mientras se arregla la ropa y el pelo. —Eh, sí, es Manois. —El mío es Byron. Byron Knight. Adiós. Byron le regala una sonrisa amistosa. Es la primera vez que un mentis le sonríe, al ser consciente de eso, Manois permanece quieto muchos minutos después de que Byron sea marchado.
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