14. MATE...
Byron está adolorido debido a los golpes, pero se siente aliviado, al final no le ha quedado otra elección más que delatarse a los regentes, de esa forma él y Marcus serán encerrados por tres meses, así Marcus no pondrá en riesgo el examen de Stand, que es lo que más teme Byron. Aunque es consciente de que él ha perdido la oportunidad para presentarse al examen y pasar al siguiente nivel. Eso le duele, pero lamenta más es que en esos tres meses no volverá a ver a Stand, aunque vale la pena. Porque Stand ha hecho tanto por él.
Arles entra a la cámara e ignora a Marcus, y se enfoca en Byron.
—Vístete —le dice.
Arles se ve completamente molesto.
—Apresúrate. Quieren verte.
Byron cree que será expulsado.
Mientras es conducido por Arles, se convence cada vez más que será expulsado. Ya puede ir despidiéndose de Mistral. Su plan ha fallado.
En el piso diez se encuentra por primera vez frente al excelentísimo.
Teorens tiene la expresión seria hasta que le ve entrar, solo entonces, una gran sonrisa se revela en su rostro que tiene algunas arrugas por la edad.
En ese momento, Byron saluda y toma asiento donde Arles le ha indicado.
—¿Pueden dejarnos solos?
Tanto el vice rector y Arles abandonan la oficina.
A un principio, pasan varios minutos en silencio. Byron no sabe realmente qué hace ahí, y Teorens no le saca los ojos de encima.
—Tengo entendido que te peleaste con tu compañero ¿Por qué lo hiciste?
Byron duda si contarle la verdad o inventarse algo, pero Teorens es el excelentísimo y puede someterlo con el factor mentis.
—Estaba harto de sus abusos y quería vengarme de él.
—Así que te vengaste de él dándole una paliza. ¿Para qué? ¿Dejarlo inválido un par de meses? Por las heridas del otro chico, veo que entrenas. ¿Entrenaste para eso?
—Puede que sí.
—Creo que eres ingenuo querido Byron, pero si tú eres mentis, y ya cuentas con un arma poderosa para someter a quien quieras.
—No me gusta entrar en las mentes, eso duele.
—Usar el Factum Mentis sin entrenamiento suele hacer perder la conciencia, y causar serios dolores de cabeza. Eso es cierto… pero he podido ver tu energía y sé que no eres un principiante. Ahora dime Byron ¿quieres ser respetado y ser valorado?
—Su excelentísimo, yo prefiero ser SS, es lo que deseo.
—Siempre buscamos poseer lo que no tenemos, eso puedo comprenderlo, pero debes entender… Asume lo que eres, Byron, desde los pies hasta la médula eres mentis.
Aún sin quererlo, Byron no deja de negarlo con la cabeza.
—Estuve entrenando duro, he mejorado y…
—Nunca podrás ser un SS de élite, aunque pusieras toda tu energía en eso. Ven conmigo a Sunid. Byron, llegará el día en que tendrás el poder para que nadie más pueda humillarte. Desde ahí podrás proteger a tus amigos…
Byron tiene la leve sospecha de que sabe todo sobre Stand, y de seguro sabe que es por él que ha hecho todo eso.
Teorens aprovecha un segundo de duda en él y llama al vice rector.
—Quiero que prepare los papeleos. Byron Knight se va a Sunid.
El vice rector tiene una cara de incredulidad ante sus palabras, pero asiente con la cabeza y hace lo que le pide.
Byron abre los ojos, pero no de alegría como espera Teorens, es todo lo contrario.
En ese momento no se atreve a oponerse ¿quién de ellos lo haría? Se siente impotente ante lo que está pasando. Nadie le ha preguntado si quería irse a Sunid, a nadie le importa su opinión. Es injusto.
—¿Puedo ir al baño? —pregunta tímidamente.
Una vez allí trepa por la ventana y sale por ahí.
En ese momento agradece haber practicado mucho con Stand, gracias a eso consigue bajar cinco pisos sin cuidado.
Y corre sin parar.
Llega hasta el subsuelo, donde una vez, junto a Stand encontraron el orbe.
Para las cinco de la tarde, todo el personal lo anda buscando, Byron puede escuchar su nombre en diferentes voces. Tiene frío y hambre, pero no piensa salir de ahí hasta que Teorens se haya marchado.
—Toma, debes estar hambriento —es Stand que está de vuelta.
—Pensé que tardarían más días en regresar…
—Yo igual…
Stand trae un cobertor y una bolsa con alimentos para él. Tiene la pregunta en el rostro: “¿Por qué hiciste eso?” pero como espera, Byron, no llega a hacerla.
—Cuando me enteré supe que estabas aquí. Menudo lío en el que estamos metidos.
—Quieren llevarme ¿y sabes qué? ¡Yo no quiero!
El rostro de Stand se oscurece un segundo.
—Admiro tu determinación, pero… —titubea.
Es la primera vez que Stand le dice algo así.
A esas alturas ha perdido el derecho al examen para las SS y es precisamente por su amistad que no piensa marcharse.
—Tarde o temprano sabrán que estás aquí.
—No me importa. Puedo permanecer aquí por mucho tiempo, esto es un laberinto y no será sencillo encontrarme. Si no funciona me marcharé —dice eso sin pensar en lo tonto que se escucha, es un sin sentido, porque si hace eso, no podrá regresar a su casa. Entonces… ¿a dónde iría? No tiene otro futuro más que el que le da Mistral, y al darse cuenta, sus ojos se nublan.
—Nosotros tenemos planes ¿no es así Stand? —Byron suelta aquello de corazón, está a punto de llorar.
En ese momento Stand le rodea con los brazos.
—Esto está mal, Byron. Yo no quiero que te lleven a Sunid ¿Y si huimos juntos? —Stand también se siente triste y enojado.
Byron reacciona. Sabe que eso no es justo.
—No. No… tú debes hacer el juramento. Y yo, a dónde me lleven estaré bien siempre que pueda reprobar todas las pruebas ¡Ya lo verás! Estaré de vuelta en nada.
Stand sonríe con tristeza.
—Bien, porque sabes que yo de aquí no me muevo. Aquí te esperaré ¿ok?
Con la cabeza baja y el corazón destrozado, ambos abandonan el escondite, y dejan atrás su mundo libre de toda regla.
Stand le acompaña a su habitación para buscar sus cosas.
Byron empaca el libro, que le ha obsequiado Stand. Antes de retornart a la dirección donde Teorens le aguarda, Stand le detiene y se inclina hacia él.
—No vayas a olvidar lo que tú y yo somos —y le da un abrazo.
En ese momento Byron se aferra a él y no piensa soltarse nunca, quiere decirle todo lo que le admira y le quiere, pero ya no les queda tiempo.
—No pienso olvidarlo jamás —le dice.
Byron le da un último beso de despedida.