30. PROVOCACIÓN 1.
En la grandiosa Sunid, colmado de gloria y lujos, Stand se siente lleno de ansiedad ante la idea de volver a verlo. Luego de esos tres años en los que no ha sabido nada de su amigo Byron, hasta la vez pasada, en la que le ha rechazado, aún busca una explicación razonable a aquello y decide poner atención a lo que Sterin, su hermano mayor, que trabaja en Sunid desde hace un tiempo, y que ha visto varias veces a Byron, y le cuenta de él.
—Todos en Void y en Sunid sabemos que Byron Knight, “el favorito del excelentísimo” no es más que un debilucho remilgado al que se le dá por mandar al cuarto rojo al mínimo error, o a quién se atreva a hablar mal de él a sus espaldas. Incluso sin tener pruebas —le dice con un aire de sarcasmo y malicia que a Stand molesta pero decide pasar por alto. Los ojos de su hermano lo escanean, buscando algo que él no sepa, y agrega:
—¿Dices que era tu amigo en Mistral? ¡Vaya que chico más engreído y manipulador tenías por amigo!
Stand no se deja afectar por las palabras de su hermano y le corrige:
—No era. Es mi amigo. Aún lo considero mi amigo. Y no creo nada de lo que dices de él.
Sterin levanta los hombros.
—Tú sabrás en lo que te metes, después de todo ya estás bastante grande para saber lo que te conviene y lo que no. Mira, allí están mis camaradas. Puedes preguntarles a ellos, ya que dudas de tu hermano mayor.
Sterin llama a uno que está cerca de ellos.
—Dile quién es Byron Knight, este es mi hermanito y no me cree —le dice—. Anda díselo con confianza.
El chico se ve dispuesto a contarle todo lo que sabe de Byron Knight:
—El otro día le vi golpeando sádicamente a un chico nuevo, era un sirviente que se atrevió a tocarle con la servilleta la mano. Todo el mundo andaba comentándolo, es verdad. Byron Knight es de lo peor. Es mejor que te apartes de él como hacen todos aquí — afirma el camarada de su hermano. Pero Stand, aún luego de escucharlo a él y a Sterin y después de su decepcionante encuentro anterior todavía recuerda con afecto a un tímido Byron, que es incapaz de hacer maldades a nadie, y nada de lo que puedan contarle va hacerle cambiar de opinión sobre Byron, y por eso no se toma en serio nada de lo que le dicen. Es más, se arrepiente de haberlos involucrado en este asunto.
—No les creo nada —les dice—. No me lo voy a creer, no sin antes verlo con mis propios ojos —se muestra firme en sus ideas.
Sterin sonríe.
—Bien, es tu elección. Solo no digas luego que no te lo advertimos —le dice Sterin con el mismo aire de superioridad que caracteriza a los cardinales a quienes escolta a diario.
Stand toma distancia de su hermano mayor.
Mientras su cabeza divaga, se siente cada vez más ansioso, los minutos para él pasan lentos, demasiado lento, y no hay rastros de su llegada. Su mente le trae viejos recuerdos, y el sabor amargo de su último encuentro.
Cuando menos lo espera, Stand, ve a Byron Knight al fin ingresando junto a Teorens, viene seguido de los secretarios más destacables. Al momento del saludo protocolar, nota que Byron no mira a nadie; que no le dirige la palabra a nadie. Es más, sus ojos van de un punto vacío a otro. Es como si no quisiera estar aquí, o que se creyera superior a todos. En ese momento Stand teme que los chismes que ha escuchado sobre él sean todos ciertos.
Cuando concluyen los saludos formales, todos se relajan, conversan en un tono menos formal. Una hora después, cuando Balack y Teorens se reúnen en privado, como si el destino jugara a su favor, ambos; Stand y Byron se quedan a solas.
En todo ese tiempo Byron ha dado otro estirón y ha alcanzado su estatura, no es eso todo; ha adoptado un aire reservado, como muestra de que ha cambiado en ese tiempo.
Pero Stand no piensa rendirse y creer que no es el mismo que conoce y lo va a presionar, todo lo que haga falta.
Está emocionado, y cuando cree que es conveniente se le acerca.
—Vaya… Byron… ¡Cuánto tiempo ha pasado! ¡Mírate! —le abre los brazos demostrando el afecto que aún le tiene.
Pero Byron mira hacia otro lado. No parece interesado en entablar una conversación con él, o con otra persona.
Pero no es un rechazo, es solo que teme que Teorens vuelva y haga que se aparte de él; y aquello es lo último que Byron desea que pase, y ese temor le obliga a permanecer en silencio, a distanciarse de él, pero Stand no puede contenerse el desaire que siente que le ha hecho, y dolido tuerce la boca.
—Muy bien —le dice entrecerrando los ojos—. Pensé que serías más valiente que el resto. Me he equivocado contigo Byron Knight, no eres mejor que ellos: Rectos, aburridos, poco dispuestos a ver más allá de lo que se ha hecho siempre y de lo que es posible hacer —las palabras salen de lo más profundo de su corazón, pero, aunque las hubiera pensado y perfeccionado durante toda la semana, no pudo haberlas escogido mejor. Su rostro demuestra la desilusión que le ha causado.
En ese momento el rostro de Byron se enrojece y parpadea ante sus palabras hirientes, que jamás esperaba escuchar venidas de él.
—¡Ya basta! Eso no es cierto… —suelta. Byron no va a caer en su trampa. No piensa bajar la cabeza jamás. Pero Stand sigue provocándole.
—¡Ja! Pero si te has convertido en todo un débil y remilgado, tal como Teor…
En ese momento Byron se siente agredido y se lanza hacia él, y no le da tiempo a decir lo que tiene en mente. Ambos ruedan en el suelo, van arrasando con todos los muebles que hay de por medio.
Entre los golpes Stand, le sigue hiriendo con palabras.
—Pero si te has vuelto un remilgado... Un engreído remilgado... tal y como escuché decir de ti. Eres un cobarde, una gallina, un remilgado, cobarde, y gallina, Byron Knight...
—¡Que no soy ningún cobarde! No lo soy... —se defiende Byron— ¡Soy capaz de responder a cada una de tus provocaciones!
Una parte de Stand disfruta de este encuentro violento, y sigue presionándolo hasta ver tal y como es realmente ahora, su amigo Byron Knight.
—Yo creo que no —le dice, y continúa presionándolo, más y más—. A mí me parece que te volviste como todos ellos; veo que te ablandaste, que te olvidaste de nuestros planes… te olvidaste incluso de mí.¡Niegalo si tienes cara!
Al escucharle, Byron retrocede, se aparta, y le echa una mirada hiriente. Cruza los brazos como un chico caprichoso que hace eso cada vez que tiene que lidiar con algún problema que no puede solucionar a su modo.
"Yo... no lo he olvidado. No te he olvidado" Byron se dice por dentro, pero no puede expresarlo con palabras. No se lo va a decir, porque en este momento, para él, Stand ya no parece ser el Stand que quiere y aprecia. ¿Qué es lo que busca de él? ¿Exasperarle? Bien. Lo está consiguiendo. Irremediablemente está perdiendo el control.
Al ver que Byron no dice nada, ni hace nada por desmentir lo que le ha dicho, Stand se abalanza esta vez hacia él, y lo hace caer hacia atrás y empiezan otra vez a golpearse, el uno al otro hasta que el ruido es insoportable, entonces la puerta se abre e interviene Sterin.
—Pero que está pasando aquí —Sterin mira a su hermano y a Byron, y ve que ninguno de los dos pretende detenerse ni por su presencia ni por nada.
—¿Tengo que dar parte al Cardinal, Byron Knight?—Suelta Sterin.
Al escuchar la clara advertencia, todo exaltado, Byron decide detenerse, y se aparta de Stand. Al mismo tiempo, Stand mira a su hermano mayor que está a unos pasos de ambos.
—¿Qué haces aquí? —le increpa como si hubiese interrumpido una conversación sumamente importante entre ellos.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —Sterin alza las cejas, e impone su rango—. Arréglate la ropa. Igual tú —le dice a Byron, mirando a ambos las hematomas que se han hecho mutuamente —. Ambos necesitan que les vea una enfermera. Debieron elegir otro día, otro lugar para sus peleas de niños —les dice a ambos con una sonrisa maliciosa, y superioridad.
—¿Y si dejas los sermones para otro día? —le dice Stand, arreglándose la ropa, pero es inútil, la tiene manchada con sangre; la suya y la de Byron.
—Supongo que preferirías que sea otro, el que te descubra en medio de una pelea campal, y en un lugar como este.
Stand que, sumergido en provocar a Byron, se ha olvidado de donde están. Prefiere esta vez mantenerse callado y deja que su hermano mayor le ayude.