2. MISTRAL.

1839 Words
2. MISTRAL. Byron llega al Mistral, y le da una mirada rápida. Mistral es un bloque cuadrado en el centro de inmensos jardines floreados. Cuando cruza la puerta principal, ignora lo que desde ese momento le aguarda. Byron posee una fisionomía respingada, elegante, es alto, es mentis. Es como alguien diría un tanto diferente a la mayoría de los chicos que estudian en Mistral. Ellos, que tienen asegurado un puesto en las SS, son de contextura gruesa, atletas, todo lo opuesto a él. Pero Byron, hasta ese día, es seguro de sí mismo, no se deja intimidar con nada. El que lo recibe en la puerta, es un regente y lo conduce en completo silencio. Suben al primer piso, y solo se detienen al llegar a la puerta 707. —Esta es su recámara. La compartirá con el joven Marcus. Aquí tiene su nox. Byron lo recibe en silencio. Y mira la recámara; es una habitación, aunque bastante amplia, sumamente sencilla y carente de distracciones. Cruza la puerta y su guía se marcha sin despedirse. En ese momento está solo en la habitación. Como ahí no tiene empleados, tiene que guardar él mismo sus objetos personales. En ese momento un chico con aspecto torpe y una sonrisa burlona ingresa. —¿Quién rayos eres y qué haces en mi habitación? —le pide explicaciones. —Acabo de llegar. Supongo que tú eres Marcus. Marcus tuerce grotescamente la cara, está claro que la idea no le agrada en nada, a Byron le parece gracioso su excesivo gesto y se ríe en voz alta. —No es como si vayamos a ser pareja, relájate –le dice. A Marcus no le gusta nada su comentario, echándole una mirada de pies a la cabeza. —¿Es una broma? Vaya suerte la mía. Mira que compartir con un mentis… —dice eso con todo el desprecio que tiene dentro, pero Byron mantiene la compostura; ha prometido no dejarse llevar por los comentarios, además sabe de antemano que en Mistral no es bienvenido. —Si tanto te molesta ¿no es mucho más práctico pedir que te cambien de habitación? —Eso es imposible, pero si hubiera forma ¿no crees que el que debería marcharse eres tú? Marcus le arrincona en medio de la habitación, a Byron esa actitud ruda le hace sentir estremecimiento, ese comportamiento que pocas veces ha visto en su vida, pero nunca en su presencia, le causa emoción y curiosidad, quiere saber hasta dónde pretende llegar Marcus, con él. Entonces, Byron se inclina hacia adelante y pregunta: —¿Eres el mejor en arte de la defensa? Marcus se ve algo confundido por su demasiada cercanía. Byron piensa aprovechar cada segundo. —A sí es. Leden dice que lo soy. Seguramente Leden era el entrenador. Byron sonríe de nuevo. —Es lo que solicité. Compartir el dormitorio con el mejor de todos —dice entusiasmado, y ve que Marcus se hincha de orgullo ante sus palabras, aun así, tiene preguntas que hacerle. —Si eres mentis ¿Qué haces aquí? —Esta es la mejor escuela para ser SS ¿y qué crees? Genio —señala con gracia. —¿Es una broma? Te falta un Manois en la cabeza, un mentis no puede ser SS. Byron desvía la mirada, esta vez con seriedad. —Quizás esté un poco loco, no lo niego, pero no es ninguna broma. ¿Por qué me miras de esa forma? ¿Acaso te gusto? Marcus retrocede. Y cambia de expresión. —Termina de acomodarte. No quiero ver tus valijas cuando regrese. Y por cierto esa es mi cama, no lo olvides —Marcus lo deja solo, aunque más certero es decir que ha huido de él. Pero a Byron no le sorprende su comportamiento, sabe que los SS son impulsivos. Termina de acomodarse y enciende el nox. No es de última gama, pero seguro cumple con la función de guía. "Bienvenido a la escuela de élite Mistral, nuestro mayor esfuerzo es brindarle la mejor educación por y para el bienestar de Oslo" Byron abre el menú y elige ver el recorrido. "Para conocer nuestras instalaciones verifique que el horario sea el permitido" Byron comienza a configurar el Nox a su gusto. "Byron Knight, debe apersonarse al despacho del vice rector. No olvide, tener en cuenta las reglas de etiqueta de nuestra comunidad" —Llévame a ver al vice rector. El nox se pone en movimiento y Byron lo sigue. El guía virtual le va mostrando todos los posibles caminos a elegir. Al final lo conduce hacia el décimo piso. Al llegar, la puerta se abre antes de que pueda tocarla. Adentro, el Vice rector, un tipo con una pronunciada calva se encuentra sentado atrás de su escritorio. Parece ser la persona más aburrida de toda Mistral. A Byron le hace recuerdo las tardes de ocio en Durham, la escuela de la que se ha graduado. —Toma asiento —le dice el Vice rector. Byron lo hace, mientras le examina muy atentamente—. Tuve una larga conversación con tu Tutor en Durham, dijo que eras el mejor de todos, no entiendo por qué estás aquí, pero es tu elección. Mi deber es dejar en claro que aquí en Mistral las cosas son muy diferentes a lo que estás acostumbrado, quizás más de una vez no será nada sencillo para ti, por ser quién eres las cosas no se pondrán a tu favor. Pero debes ser consciente que aquí nos regimos por reglas absolutas. Nadie tiene permitido romperlas, seas quien seas, pues de eso depende la esencia del SS. Como ya sabes, aquí formamos grandes SS de elite. —Es este el camino que decido seguir, señor. —Espero que lo tengas en claro. Como ya viste, una forma de fomentar la camaradería es hacer que nuestros alumnos compartan habitaciones. Espero que pronto te sientas cómodo y en familia. Si tienes preguntas es buen momento para hacerlas. Una hora más tarde, Byron regresa a la habitación, y nota que Marcus ha estado husmeando en sus cosas. —Oye… tú que vienes de Delaher quiero que me saques la duda, un amigo que fue de visita me contó que allá todos son miedosos que no permiten que los sirvientes se les acerquen… ¿eso es así? —Eso es completamente falso. Ya te digo yo que en casa tengo varios sirvientes a mi cargo, son como mis amigos —sabe que no es el mejor comentario que ha podido dar, pero quiere saber hasta dónde llega la ignorancia de su compañero de habitación. —¡Eso es de locos! Es hora de ir con Leaden. En el camino se topan con otros de su nivel, todos se fijan en él, a Byron hasta cierto punto le gusta que le presten atención, aunque seguramente le miran preguntándose qué hace alguien como él en Mistral. En el domo ve que los de primera línea son alrededor de cincuenta y que cada uno de ellos se queda mirándole. Byron se acomoda en la fila que le ordena el entrenador. Pronto comienzan los comentarios lanzados al aire: "Este mentis se equivocó de camino" "¿Qué hace aquí?" "¿Está ciego?" Pero todo a Byron le resbala. No se siente afectado y para ser justos, en cierta medida le gusta llamar la atención. En Mitral el horario es estricto, si tardas un segundo no entras a clases, por eso la mayoría prefiere llegar diez minutos antes. Es lo que Byron, al ser nuevo ignora, hasta que por algún extraño motivo su nox no le avisa que tiene menos de diez minutos para llegar a entrenamiento y se queda fuera. —Carajo —es la clase que, según él tiene mayor importancia. Sospecha de Marcus. Nadie más que él tiene acceso a su nox. Pero ahora, se tiene que quedar en la puerta, contemplando a sus compañeros. Con lo que desea estar ahí. Cuando las clases terminan y están de vuelta en la habitación, encara a Marcus. —Fuiste tú, alteraste mi nox y falté a clases, y luego, el regente Arles me castigó hasta esta hora en biblios. Marcus se ve satisfecho. —Es para que aprendas a no dejar a la vista tu nox. Cualquiera puede tener acceso y hacerle modificaciones sin tu conocimiento… No me lo agradezcas. Pero Byron está furioso y demostrarlo es darle mayor satisfacción a Marcus. —¿No era más práctico solo decirlo y ya? —¿Estás molesto? —Para nada. Entiendo el punto de aprender con sangre… —le dice, porque necesita ser condescendiente en ese momento, aunque Marcus no lo ha entendido del todo sus palabras, y aún sigue complacido. Byron cambia de tema. —Voy a necesitar practicar lo que me perdí… ¿Qué te parece si me das una mano? Marcus se lo piensa y al final acepta. Hacen a un lado la mesa de estudios y Marcus le muestra. Byron copia cada movimiento suyo, luego se ponen a pelear a modo de práctica. Marcus le somete con mucha facilidad la primera vez. —Si vuelvo a ganarte, quiero que me des ese pin que tienes. Se refiere al sello de su familia. No puede obsequiarlo nunca, aunque lo desee, pero no quiere ponerlo de mal humor y acepta. Una vez más Marcus lo somete con facilidad, lo tiene en el suelo, pero Byron usa un viejo truco. Allá en Durham, se dice que las peleas no terminan hasta que uno lo permite, y por lo tanto, Byron no acepta perder y usa algo que no tenía pesado, pero al verse sometido, tiene la pálida cara de Marcus sobre la suya, y se estira un poco y llega a besarle en los labios. Ante la sorpresa, Marcus baja todas sus defensas y Byron aprovecha eso para desviar su atención. Y es de esa manera que le gana con trampa. —Oye… ¿por qué hiciste eso? —Marcus ve que en su rostro se forma una sonrisa. —¿Tú qué crees? Marcus se muestra confundido. —Dicen que no podemos confiar en mentis…—y se aparta de él. —Es lo que escuchaste repetir cientos de veces, pero ¿realmente qué es lo que piensas tú? La mayoría repite hasta el cansancio una opinión ajena, a veces se la creen sin considerar que puede que sea errónea. Sé lo que se dice de los mentis. Sé lo que se habla de mí a mis espaldas, pero te lo pregunto a ti Marcus ¿qué es lo que realmente crees? Marcus se ve atraído por su forma de hablar, cada palabra que sale de sus labios lo envuelve más en un desconocido y peligroso hechizo. Pero en ese momento Marcus no contesta nada y Byron se distrae con otra cosa. —Oye Marcus necesito mejorar mis técnicas… ¿Cuento contigo para eso? —Para nada… yo no ayudo a mentis. —¿Estás seguro?
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