SEGUNDA PARTE: LA SANGRE

1092 Words
SEGUNDA PARTE: LA SANGRE 24. REENCUENTRO Tres años han pasado desde la última vez que Byron y Stand se vieron. A veces, en ocasiones Byron suele recordar sus días en Mistral. Pero ahora eso ha quedado lejos, tan lejos que a veces se pregunta si no se lo ha imaginado todo. Su tiempo en Void no podía ser más tedioso y aburrido. Pero incluso con el tiempo ha aprendido a quererla. Los fines de semanas, en las que no suele acompañar a Teorens, se queda a presenciar los trances. Unos quinientos cardinales se reúnen en el gran domo y unen sus mentes por el bienestar de Oslo. Su compañero y amigo Jarhel le comenta. —Hay algo que no está bien… lo he sentido. —Pues no lo sé, si pasara, Teorens me lo habría mencionado. —Es como dije, lo sentí en el trance y sé que todos los sentimos. ¿No te animas a venir este fin de semana a comprobarlo? A Byron le desagrada conectarse a las mentes de los demás y mucho menos si eso implica que ingresen libremente a la suya, es por ese motivo por el que no tiene intenciones de ir. —No, no, eso no es para mí. Le preguntaré a Teorens. —¿Te llevará al encuentro? —Es lo que dijo. Con el tiempo, Byron se ha adaptado a su nueva vida. Sus padres ya no están más y la única persona en la que puede confiar es el excelentísimo. Tras meses de fuertes prácticas y duro desempeño en el manejo del factum mentis, Byron ha conseguido aprender a manejarlo y sobre todo a controlarlo. Ahora sus sentimientos y emociones no pueden descontrolarlo. Ahora sabe manejar a su beneficio, todas las herramientas que tiene a favor, como el apoyo y la simpatía de Teorens. Byron entra a darse una ducha fría. Ahora es más grande y tiene más experiencia. El sirviente entra y limpia su recámara. Luego de varios días de insistencia, al fin Teorens ha cedido a su pedido. —¿Por qué esa cara, Byron? —No tolero a mis compañeros de dormitorio. —Pediré el cambio. —Ya lo hice. En realidad, es la décima vez que voy a ver al vice rector. Dijo que no puede cambiarme solo por capricho. Pienso ir mañana mismo a pedirle que me dé una habitación individual. —Eso va contra las reglas. —Si un futuro cardinal no puede tener privacidad, el mundo debe cambiar. Teorens sonríe ante sus palabras. —Me gusta que no seas conformista, pero Byron, tú más que nadie sabe que las reglas son para todos. —Dijo que podría pedir lo que quiera… —su tono es ahora un susurro, lo mira un instante a los ojos, el tiempo suficiente para doblegarlo, porque en todo este tiempo en el que ha tratado con él, ha descubierto su secreto y lo usa a su favor. —Ordenaré que se te encarguen de eso. Pero quiero algo a cambio. —Mejoraré mis calificaciones. —Es lo que espero. Como espero que seas impecable en todo aspecto en la reunión anual. El encuentro anual de cardinales, gracias a jugadas ocultas del destino, Byron se ve nuevamente frente a Stand. Es algo inesperado para ambos, pero están ahí, uno cerca del otro. Stand está más alto, más fuerte, y luce el uniforme de SS de élite y es el que se acerca a Byron primero. —Mira que creciste. Falta poco para que llegues a mirarme frente a frente… —le dice a Byron con un fuerte abrazo. Byron le corresponde, y por un momento olvida el protocolo. Se le acerca demasiado. —Y tú. Todo un SS de élite. Byron luce el traje oscuro cardinal de su grado y para los ojos de todo el mundo es el hombre más sensual y carismático que existe en esa reunión anual. Stand siente que su amistad prevalece al tiempo y a la distancia. —¿Qué te parece si nos damos unas escapadas? —propone Stand. Tiene muchas ganas de hablar con él, en privado, y mejor si no frente a todos esos ojos que en ese momento los ven. Byron quiere aceptar, pero… —Preferiría que no. El rechazo de Byron le deja perplejo. Byron tiene que rechazarlo porque recuerda muy bien la forma en que ha terminado mal su amistad con Manois, y realmente no desea perjudicarlo a él también. Tiene, como le ha dicho Teorens, que apartarse, por su bien. —El excelentísimo dice que no debo usar mi energía para ese tipo de actos —continúa Byron. Su frente se arruga de preocupación y se aparta de Stand. Ya es mucho que los hayan visto juntos medio mundo. Luego de ese encuentro, Byron la pasa aburrido toda la velada. En el debate con los otros cardinales se luce frente al oponente de Teorens, Balack. A la mañana siguiente, el excelentísimo lo manda a llamar a su despacho. —Estoy orgulloso de ti. En estas semanas demostraste interés, fuiste elocuente al responder las preguntas de Balack. En el futuro, recuerda, él será como una piedra en el calzado… —¿Cuál es el motivo? —Sus pensamientos van en contra de las costumbres. Balack cree que debemos borrar las leyes y crear otras… Byron le pone atención, eso es lo que le encanta provocar en su pupilo. Teorens espera unos segundos y vuelve hablar. —Balack cree que debemos olvidar las enseñanzas de los antiguos, olvidarnos de los estratos sociales… ¿qué piensas tú al respecto, Byron? Desde luego a Byron le agrada Balack, y la verdad es que se muere de ganas por ser su pupilo, quiere seguir sus ideales, estar con Stand y divertirse, pero tiene que medir sus palabras antes de contestar. —Sería imperdonable. Gracias a las enseñanzas que nos dejaron los antiguos es que somos lo que somos. Byron sabe que eso es lo que desea oír de su boca, y Teorens dibuja una leve sonrisa en su rostro severo. —Me alegra que compartas mis ideales. Me siento enorgullecido. Teorens está en su espalda, tan cerca y susurra en sus oídos, con un tono que invita a lo prohibido. —Un día, Byron, serás mi sucesor. Ya lo verás, solo debes confiar en mí. Byron asiente. Quizás al fin de cuentas ese es el camino que debe recorrer. Espera con ansiedad a que llegue ese día, y así destrozar todo el mundo que Teorens ha construido.
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