Cap 2: El Protector de las Sombras

916 Words
"El Protector de Sombras" La casa Valente nunca había sido tan silenciosa. La muerte de Seraphina había dejado un vacío en cada rincón de la mansión, y no solo en mi corazón. No había nada ni nadie a quien recurrir. Mis padres se habían encerrado en su dolor era como si el mundo se hubiera vuelto demasiado pesado para ellos. Estaba sola. El teléfono en la mesa vibró interrumpiendo mi ensimismamiento. Miré la pantalla con desgana. Un número desconocido. Otro mensaje más sobre la muerte de mi hermana. Seguro que era alguien queriendo ofrecer sus condolencias o, peor aún, un periodista buscando sensacionalismo. Sin embargo, algo me hizo dudar antes de ignorarlo. "Sé que necesitas respuestas sobre Seraphina. Estoy dispuesto a dártelas, pero solo si vienes sola. Lo que te voy a contar podría cambiar todo lo que creías saber sobre ella." El mensaje no era de condolencias. Era directo, claro. Y lo peor de todo: hablaba como si supiera más que yo. Como si tuviera información sobre Seraphina que yo desconocía. No era fácil confiar en desconocidos, especialmente después de lo que había pasado, pero había algo en esas palabras que me hizo dudar. Sabía que no podía quedarme con la incertidumbre. Necesitaba saber la verdad. Así que respondí, con cautela: "¿Quién eres?" El mensaje llegó unos minutos después: "Soy alguien que trabajó con tu hermana, Isadora. Quiero ayudarte, pero hay personas que podrían tratar de impedir que sepas la verdad. Ven sola, y te lo contaré todo. Estaré esperándote a las 10 p.m., en el almacén de la propiedad familiar de los Valente. Puedo explicarte lo que pasó, pero no aquí." A esa hora, la mansión estaría vacía, y la idea de que me citara en un lugar apartado, en una vieja bodega que ni siquiera usábamos, me inquietó. Pero no podía ignorarlo. Sabía que si no lo hacía, seguiría siendo presa de mis propias dudas. Seraphina tenía secretos, cosas que nunca compartió conmigo, y ese desconocido parecía tenerlas. La bodega estaba en un rincón de la finca, alejada de los ojos curiosos. Cuando llegué, todo estaba a oscuras, exceptuando una débil luz que provenía de una rendija en la puerta. Un nudo se formó en mi estómago, pero ya no había marcha atrás. Al empujar la puerta, lo vi: Alto, de figura imponente, con una presencia tan fuerte que, aunque estaba de espaldas, su energía parecía invadir todo el lugar. Estaba vestido de manera sencilla, pero su mirada era tan intensa que me hizo detenerme en seco. No dijo nada al principio. Solo permaneció allí, observándome como si supiera todo lo que había estado pasando por mi cabeza. Como si pudiera leerme. —Isadora, finalmente llegaste. —Su voz era profunda, controlada, y había algo en ella que me hizo sentir incómoda, como si estuviera a punto de enfrentar algo que no podía cambiar. Lo miré de arriba a abajo, intentando descifrar qué quería de mí. ¿Por qué me había llamado hasta aquí? —¿Quién eres? —Mi voz sonó más dura de lo que pretendía. Aunque sentía una creciente necesidad de saber lo que sabía, no iba a dejar que cualquier extraño viniera a darme lecciones sobre mi hermana. —Luca. Trabajé con Seraphina, fui parte de su vida, aunque no de la forma que imaginas. Ella y yo teníamos... un entendimiento especial. Un frío recorrió mi espalda al escuchar esas palabras. ¿Por qué no me había contado nada de esto? No recordaba que mencionara nunca a Luca. —Tú... ¿trabajaste con ella? —pregunté, aunque mi voz se quebró un poco al final. Las preguntas se agolpaban en mi mente, pero algo me decía que debía ser cautelosa. Todo en él parecía esconder algo. Luca dio un paso hacia mí, y de alguna manera, sentí que su presencia se volvía más intensa. Pero no era amenaza, al menos no de la forma en que lo percibí. Era más como si estuviera allí para proteger algo. Para protegerme. —Sí, lo hice. Y sé que lo que te voy a contar cambiará todo lo que pensabas saber sobre su muerte. Es mucho más complicado de lo que imaginas. —Hizo una pausa, sus ojos fijos en los míos. —Lo que ocurrió esa noche, lo que ella trató de ocultarte... no fue un accidente. Sentí un nudo en la garganta, la respiración se me cortó. La verdad, esa verdad que había estado evitando, estaba por salir a la luz. Pero aún así, algo no encajaba. —¿Qué quieres de mí? —pregunté, el temor comenzando a mezclarse con la intriga. —Solo que escuches. Solo eso. Si me das la oportunidad, te contaré lo que Seraphina nunca pudo decirte. Pero después de esto, no habrá vuelta atrás, Isadora. Permanecí en silencio, midiendo sus palabras. Aunque algo en su actitud me inquietaba, sabía que no podía dejar pasar la oportunidad. Tenía que saber la verdad, aunque no me gustara lo que fuera a descubrir. Luca se dio la vuelta y, con una mano, encendió una lámpara en el rincón de la bodega. La luz iluminó su rostro, revelando un dolor contenido en sus ojos, una carga que parecía haber llevado mucho tiempo. Algo me decía que su dolor era tan real como el mío, pero a la vez, algo dentro de mí seguía preguntándose si realmente podía confiar en él. —Escucha lo que tengo que decirte, Isadora. Y después, tú decidirás si quieres saber más.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD