Salió a dar un paseo a despejar sus pensamientos, se dirigió al sitio donde fue encontrada, se vio allí tirada casi sin vida, desconsolada, abatida por la tristeza, se agachó para mirar el sitio donde pudo haber perdido su vida, aunque ella dijera que no le sirve de nada pudo morir como cualquier callejera, sin familia ni amigos. Eso le dolió en lo profundo tal vez esos pensamientos podrían ayudarla a recapacitar y tratar de ser diferente, el hecho de vivir en un barrio y además muy peligroso no te hace víctima de los malos hábitos, solo debes ver la vida de otra manera.
Se levantó del sitio, alzó su mirada para darle gracias al cielo, de pronto giró su cabeza hacia un lado, al ver aquel hombre pasar cerca de ella, le llamó la atención.
—Señor, señor… Espere, disculpe, ¿usted es de por aquí?
—No, paso de vez en cuando ¿qué deseaba señorita? —preguntó observándola con detenimiento.
—Bueno… ¡Eh, disculpe! Solo se me pareció a alguien, sabe, usted se ve que no es de por aquí.
—Espera… ¿Tú eres la chica de la otra vez aquella que encontré tirada en este mismo lugar? Normalmente paso los jueves por aquí, recuerdo, estabas muy mal, te llevé al centro de salud en un taxi.
—¿Tú eres el ángel que salvó mi vida? —exclamó emocionada.
Sharis se le colgó de los hombros como una niña pequeña, estaba esa persona frente a ella, no podía creerlo.
—¡Señorita, espere! No debe hacer eso, entiendo su emoción, pero debe ir con calma, ahorita no puedo quedarme más tiempo charlando con usted, pero nos volveremos a ver, me contará cómo está, después de esa noche, le aseguro que pasaré de nuevo —asintió el chico.
—Estaré justo en este lugar, adiós… ¡Ah! No me dijo su nombre —gritó Sharis cuando él se encontraba bastante alejado del sitio.
—¡Vaya! creo que no me escuchó… Esperaré el jueves entonces, «me pareció muy guapo» pensó Sharis, bastante emocionada.
Ibrahim, vivía en el centro de Manhattan, pasaba siempre cerca de Harlem para ir al Seminario San José, cursaba sus estudios para ser sacerdote, era un hombre muy correcto, simpático, de buen proceder y con un gran corazón.
Es nuevo por el sector, vino a estudiar a este colegio recomendado por unos de los sacerdotes desde Londres.
Esa noche regresaba de hacer misiones, muchos estudiantes visitan los lugares más necesitados, enfermos que desean oír las palabras de alguien de su religión para buscar consuelo y tratar de mejorar la salud y de otros que ya están desahuciados, ellos les brindan esa ayuda para que su alma pueda llegar hasta Dios, los alienta en su misión hasta que sientan que ya parten de este mundo y solicitan al sacerdote.
Ibrahim, siempre fue un chico estudioso, religioso, sus abuelos le enseñaron todo lo que sabe, el catolicismo es de generación en generación, sin embargo, su hermana Leonora, no es muy católica, respeta las religiones de los demás y apoya a su hermano en su decisión, ella lo ama mucho.
Desde muy pequeño Ibrahim solía escuchar las misas que a veces hacían en las plazas, procesiones, siempre decía “de grande seré sacerdote” con esa idea creció, una vez tuvo un sueño bastante claro, parecía estar despierto.
Él estaba en un campo muy grande, había mucha gente, oficiaba una misa, vestido de cura, sintió, la presencia de Dios poniendo su mano en su hombro derecho y dijo: “Serás grande cuando sepas en realidad lo que deseas, por lo tanto, habrás de pecar y castigaras tus pecados”.
En ese momento despertó sobresaltado, pensando porque Dios le reveló algo como eso… Pensó «Tendré que pasar por los lugares oscuros para poder llegar a la claridad de mi vida».
Desde ese entonces, Ibrahim, siguió su corazón, creció con esa vocación, ahora está estudiando, en el Colegio de la Arquidiócesis. St. Joseph’s Seminary. En el vecindario de Yonkers en nueva York.
Ibrahim Lincolai, es un joven de 18 años, estudiante para el sacerdocio, por un lapso de 5 años, ha pasado casi toda su vida metido de lleno en la religión católica, sus padres lo han apoyado mucho en su decisión.
El celibato tiene que ser uno de los requisitos más sobresaliente, el joven no puede tener relaciones maritales, tener familia.
La castidad desarrollada por el estudiante teniendo el dominio para la dedicación exclusiva a Dios.
Debe estar soltero, la abstención al sexo. Los estudiantes deben estar pulcros de cuerpo, alma de buen corazón. Ibrahim es un hombre que mentalmente está preparado para terminar sus estudios para el sacerdocio, siempre le ha pedido a Dios que guie sus pasos sin tropiezos, pero en la vida existe cada obstáculo, que no se sabe cuál estará destinado para él.
Desde Londres vino la orden para ser recibido en ese Colegio seminarista para el sacerdocio. Algunos de los colegios, reciben estudiantes de otros países para hacer actividades grupales.
Aquel jueves, Sharis despertó contenta, tarareaba una canción, esa mañana aseó su cara con agua bien templada, bañó su cuerpo y buscó la mejor ropa, pero sin olvidar la chaqueta, con esa prenda de vestir la reconocería a lo lejos y de inmediato.
Salió a tomar un poco de aire, sol y ver quiénes del grupo andaban por ahí, casualmente miró hacia un gran árbol que está bien frondoso donde juegan los niños, normalmente.
Sharis, se acercó saludando de la forma en que suelen hacerlo siempre, chocando las manos, las unen en forma de aplaudir y hacen un movimiento de dedos como si los estuviera contando.
—¿Qué día no? Está para disfrutarlo —emitió Sharis.
—Eso pienso, es maravilloso cuando en estos meses de lluvia amanece el cielo un poco despejado — comentó su amiga con entusiasmo.
—Salí de casa temprano, ¡Me pareció un bonito día! ¿No es cierto, Nadia?
—Sharis, recuerda, hoy tenemos que ir a buscar la hierba, Wiss, la tiene ya lista, debemos probar otra cosa, aparte de THC, busquemos una droga llamada LCD, dicen que es muy buena, es como estar medio loco o enteramente loco, podemos probar hoy es nuestro día.
—No lo sé Nadia, deseo dejar todo eso atrás.
—Siempre dices lo mismo y mírate ¿Dónde crees que estás? —reprochó Nadia, un poco molesta.
—Me gustaría salir de este lugar y no volver ¿pero a dónde iría? no tengo familia, si encontrara a mi verdadero padre, sabes el biológico, quizás mi vida cambie para mejor quien puede saberlo, si ha de ser así el destino se encargará de eso. Ahora vamos a buscar la mota, ya es la hora mientras más temprano mejor.
—Fumaremos Sharis ¡no te compliques! Podemos fumarnos un porrito allá donde Wiss, siempre nos complace si nosotras lo complacemos.
—Vamos, es nuestra miserable vida, tenemos que buscar eso yo no he comido nada ¿y tú?
—Ya… Deja de quejarte, tampoco he comido, en casa no hay nada hasta más tarde, que pobreza la nuestra y tú haciendo siempre lo mismo, no puedes andar por la vida diciendo todos los malditos días, que harás algo por tu vida y sigues aquí ya deja de lamentarte —refutó Nadia manoteando constantemente.
—Esto nos está matando amiga y no hacemos nada para librarnos de toda esta gente que no les importa si amanecemos tiradas en medio de la basura de este miserable barrio ¡no sé, pero tengo que hacer algo por mí!