Capítulo 31. El hombre nos dio dinero por haberla atendido, ¡lo siento! Las paredes del estudio estaban llenas de libros viejos y polvorientos, también había un enorme escritorio en medio, algunos papeles picados y regados por el lugar. Todo el estudio estaba en ruinas y desordenado. -- ¿Encontraremos algo en este lugar? – preguntó Adaia sin mucha confianza, pero sir Artur movió la cabeza confirmándolo, -- Estoy seguro de que sí. No será fácil, pero algo me dice que esté es el lugar – le responde seguro y señala su mirada hacia la parte más alta de una pared, Adaia sigue su mirada y se asombra al leer lo que encuentra detrás de ella, pues al parecer el estudio donde estaban en ese momento tenía un nombre y ese era “Amanda”, el mismo nombre de su madre. Adaia se quedó mirando las letra

