- ¿Escuchaste sobre? -un chico rio burlonamente dentro del baño de hombres-Su nombre es Leah Cooper y la han cachado en el baño con Silver. Le estaba haciendo una mamada.
Aprieto mis puños, sabes Dios cuanto estaba tentado a partirle la cara, pero debo contenerme. Froto el cepillo dentro del inodoro hasta que queda casi reluciente. Ahora voy por mi segundo cubículo.
-Max, el de la clase de química me die que fue con toda la banda. Ella arrasó con todos.
Respiro profundamente. Cálmate Alex, no te dejes llevar por los chismes de pasillo.
-He conseguido su número. Dicen que es una ninfómana. No se negaría a nadie.
¿Quién ha dicho? ¿Cómo es que pueden colarse varios rumores cuando tan solo fue una puta foto de un beso?
-Voy a follarm…-por fortuna cerré su boca de inmediato.
El cepillo aun estila gotas de agua que caen por su boca y cuello. Ambos, un par de idiotas asustados se congelan cuando me ven salir del cubículo.
-Más les vale mover su maldito trasero-uso mi voz profunda y trueno mis dedos, eso siempre funciona para intimidar a un par de flacuchos nerds. Yo aterrorizaba a muchos de estos en la escuela, era pan comido.
-Y si los llego hablar de nuevo de Leah Cooper, los buscaré para meter sus cabezotas dentro de sus traseros ¿Me entiende? -lo último lo grito con más fuerza, la respiración viene de mi diafragma y funciona. Ambos cobardes asienten y salen disparados con sus rostros pálidos y sudoroso.
Que viva la intimidación, a veces con sujetos como eso funcionaba.
Luego de terminar de limpiar los baños de caballero me voy a la pequeña oficina. Como siempre empujo el tonto carrito mientras que un par de chicas me saludan. Podría ser solo un conserje `pero era lo suficientemente popular como para que ellas se detuvieran y me regalaran una sonrisa.
-Hola, Alex-saluda una chica morena de baja estatura- ¿Te vas a presentar en la nueva fiesta? –sus labios color vino hacen una ligera mueca mientras se enrolla su fino cabello oscuro entre sus dedos.
- ¿Cuál de tantas? -Por Dios. Esto básicamente era una ciudad universitaria. Casi todos los días había una maldita fiesta en cualquier lugar.
-Una exclusiva-ella me muestra su muñeca delgada. Observo un pequeño tatuaje de un corazón y una cinta atada a su alrededor.
-Lindo tatuaje-respondo con toda la educación. Era horrendo en verdad, trazos mal hechos y su tinta completamente desvanecida. Me tente en darle la dirección de Sam para que arreglara aquel problema, pero sabía que eso se tomaría como una invitación para algo y justo ahora no tenía gana de nada.
-No, tontito-con una extraña risa golpea suavemente mi pecho-La cinta. Es una invitación. Todos hablan de ella. Sobre la fiesta exclusiva del muelle.
-Ah, si-para nada me sorprende. Ya sabía su contenido. Aquellas fiestas eran básicamente una orgia. Podías ir por allí y hacerlo con quien quisieras en los contenedores vacíos o las carpas. Unos años atrás fui con algunos de los chicos. ¿Qué puedo decir? Fue la puta mejor noche de mi vida cuando me encerré con tres sensuales chicas en una de esas enormes carpas azules.
-Ya estuve ahí-le explico-Creo que no invitan más de dos veces a la misma persona.
-Lastima-su rostro refleja una extraña decepción.
La detallo detenidamente. Era pequeña, pero con gran trasero, sus piernas tenían algo de carne, me gustaba eso. No era muy fan de las chicas delgadas. Su busto era considerablemente grande y su piel canela brillaba con el sol.
-Sí, pero quizás nos veamos en él bar.
-Eso es genial.
Ni siquiera sabía su nombre, pero ella sí que conocía el mío. Bueno, supongo que podría tener una buena noche. Aunque la verdad desde hace un par de días se me habían quitado las ganas de tocar. Se podría decir que cualquier tipo de música o melodía me hacía recordar a Leah.
Esa pequeña molestia había buscado la forma de arraigarse en mi cabeza como si fuera una sanguijuela capaz de drenar mi sangre e incubar pensamientos solo de ella.
No sabía que más hacer. Día y noche pensaba en Leah, en el sonido irritante de su risa, en la forma dulce y suave de sus labios. Me encantaba besarlos, ellos eran mi más fuerte adicción y desde aquel día en donde descubrió lo mío con Tessa no he sabido nada más de ella. Ni siquiera su propio hermano la nombre. Neil parecía la única persona en la ciudad que no había podido ver o escuchar los rumores en las redes sobre su hermanita.
Dejo el carrito a un lado y me recuesto en el sofá. Necesitaba solo cinco minutos para poder recuperar fuerzas. Cierro mis ojos, pero solo por un par de minutos porque Frederick abre la puerta con fuerza para hacer todo el ruido que quiere.
-Holgazaneando, muy bonito, muchacho.
Ruedo mis ojos. Solo quería que mi cuerpo se relajara, pero este anciano no me daba ni un respiro.
- ¿Podrías dejar de explotarme por apenas unos minutos? Limpié el baño del hombre del Ala oeste. Sabes bien lo difícil que es ahí.
Frederick se ríe. Él me entregó esa área por ser nuevo y porque más nadie quería limpiar las cosas que dejan en los inodoros. Había que ir casi tres veces al día para supervisar que nadie embarrara su propia mierda en las paredes ¿Quién podía hacer eso?
-Marica-el viejo resopla y saca una cerveza de su pequeña nevera-Mejor toma esto.
El sonido burbujeante se siente como si me corriera. Suspiro extasiado por el aroma de la cerveza y tomo un gran trago. Frederick era uno de mis tantos jefes y creo que uno de los mejores. Podía descansar lo que quisiera o tomarme tiempo en mi trabajo sin que estuviera detrás de mí. Solo tenía que cumplir con mis tareas asignadas y no habría problemas.
-Cuando termines no olvides de esconder la lata-me recuerda-y ve al laboratorio de electricidad, creo que se han quedado sin aire acondicionado, otra vez-rueda sus ojos-Sonic no lo arregló como se debe.
Asiento y sigo bebiendo. Cuando vacío la bebía aplasto el recipiente y colocolo lo más al fondo que puedo del basurero. Con eso sería suficiente. Tomo mis herramientas. Me habían dado uno de esos bolsos que se ajustaban a tu cintura y podías colocar pinzas, destornilladores y cualquier cosa que quisieras.
Camino casi hasta el otro extremo de la facultad para ir a los laboratorios.
Cuando abro la puerta observo varios estudiantes que no me quitan la mirada. Pensé que el lugar estaba vacío, me disculpo e intento retroceder, pero la profesora me llama.
La mujer con una voz insistente me indica que entre y revise el aire.
-Por favor, todos nos estamos asando-su dedo pasa por su escote pequeño. Mis ojos no se despegan de él hasta que alguien choca detrás de mí. Me doy vuelta y la pequeña Leah Cooper se congela. Como si se tratase de una estatua deja respirar cuando nota lo cerca que estaba de mí.
No estaba preparado para esto, lo confieso.
-Podría volver más tarde.
-No, por favor. Creo que no resistiremos mucho tiempo y esta clase es importante.
-Podría pedir un laboratorio prestado.
-Todos están llenos.
Diablos, sí que persistente.
Asiento e intento ignorar a Leah. Camino a través de los mesones hacia el aire y cuando me doy vuelta, ella todavía sigue donde la había dejado.
- ¿Necesita algún tipo de invitación, Cooper? -rugió con carácter la mujer-Encima de que llega tarde.
Unas lluvias de risas caen sobre ella
-Lo siento-Leah se disculpa y busca a su compañera.
La rubia sexy de su amiga la toma de la mano y ahora empieza la clase. Estoy un poco cerca de ellas así que puedo escuchar claramente cualquier cosa.
Saco mis herramientas y abro el aire acondicionado. Compruebo que no tenga ningún circuito daño y sigo revisando mientras escucho a casi todos los chicos susurrar sobre aquella estúpida cinta.
-Te veré ahí, Katty-uno de ellos, el de sonrisa estúpida agita la invitación en señal de victoria cosa que a ella parece gustarle. Todos estaban perdiendo la razón por una simple fiesta. ¡Qué estupidez!
-Más te vale llevar un par de amigos para mi amiga y mi hermana-ella suelta esa risa tonta de coqueteo que muy bien conocía. Katty muerde de forma cliché sus labios y el muchacho ya está a sus pies.
- ¿Sucede algo, Stone? -pregunta la profesora con vista de águila cuando ve que el chico prácticamente está cerca del mesón.
-Disculpe profesora. Solo les hacía una pregunta a las chicas.
- ¿Y por qué no las comparte con la clase?
-Yo… es que….
-Por favor, tome asiento-ordena la profesora impaciente.
-Qué pena por Hoy-Leah dice a su amiga-Por tu culpa le han regañado-le dice a Katty.
-No es para tanto. El tonto solo está desesperado porque quiere hacerlo conmigo y piensa que va a conseguir algo en el muelle.
- ¿En serio vas a ir? -pregunta sorprendida.
-Vamos a ir, Leah. No admito excusas y si te niegas, Sana pateara tu trasero y yo voy ayudarla.
-Es que suena raro ¿no?
Mi cerebro se descoloca un poco. Intento hacer un poco más de silencio para escuchar mejor su conversación sobre aquella estupidez de ir al muelle. Leah sin duda no estaba preparada para algo como eso. La harían papilla. Ella no era el tipo de chica que podía deambular por esos, lugares.
- ¿Y cómo vamos por aquí? -la profesora se acerca a mí, mucho más de lo normal. Ella me sonríe de forma coqueta cosa que era incomodo cuando tenía a Leah tan cerca. Podía sentir sus ojos sobre mí.
-Casi termino. Solo cierro aquí y estaré reparado.
-Vaya, eres el mejor, muchacho-su mano se posa en mi brazo. Sus dedos le dan una suave presión que me deja asombrado- ¿Trabajas a domicilio?
-Me temo que no, señora.
Ambas chicas nos observan. Casi juro ver un poco de celos en los ojos de Leah o puede que aún me odie. No lo sabré.
Me escabullo del toque incomodo de la profesora y paso justo por el mesón de aquel chico. Él estaba tan confundido con su pequeño examen que no se da cuenta cuando me llevo su invitación.
No la va a necesitar y yo si tengo que protegerla. Estúpida Leah. Podía haber crecido y madurado todo lo que ella diga, pero aquella parte impulsiva todavía seguía y sus amigas no la ayudaban. Sé que no era mi problema, pero no podía ver como la dejaban sola en el matadero.