Capítulo 7
La Llamada
Los primeros rayos de sol asomaban ya por el contorno de la cortina, poco a poco iluminaban parte de la habitación, los ruidos de la calle eran apenas perceptibles, la alarma del celular de Diana no había logrado alertarlos de la hora, los dos enamorados aún dormían tranquilamente, olvidando que sin importar lo vivido el día anterior, en la universidad era un día normal y ambos debían atender sus obligaciones; el tono de llamada para nada sutil del celular de Leandro lo despertó casi de golpe, se movió lentamente hacia la mesa de noche para tomar su celular, teniendo cuidado para no despertar a Diana quien parecía no haber notado el ruido, reviso las llamadas perdidas, era su madre la cual estaba preocupada, tras haberle escrito que todo estaba bien una rápida mirada a la hora termino de despertarlo pues ya eran casi las 8 de la mañana, intento inmediatamente despertar a su novia, pero ella no quería reaccionar.
—Son casi las 9 amor—
Como si le hubiese caído un balde de agua fría, ella despertó y se levantó con prisa, pues se habían comprometido a que Leandro salía del edificio antes de las 7 de la mañana, reviso la hora incrédula y noto la exageración de su novio, lo miro con desprecio, sin embargo como intentando decirle buenos días, lo abrazo con cariño en medio de un profundo suspiro.
Con prisa y preocupados alistaron sus cosas, mientras Leandro preparaba algo de comer, Diana tomaba un baño, mientras él dejaba servido en el pequeño comedor un modesto desayuno preparado con lo que la joven tenía disponible en su alacena, mientras ella comía, él volvió a la habitación y organizo su ropa, pero noto que aún estaba húmeda por la lluvia de la noche anterior, reviso de nuevo sé celular y la hora, “alcanzo a ir hasta la casa” pensó, ya había perdido la primera clase del día, pero Diana aún estaba a tiempo de llegar a la universidad, ambos como si fuesen una pareja de muchos años organizaron lo más que pudieron el pequeño apartamento y con todo listo decidieron salir con cautela, Diana se asomó por el pasillo, se escuchaban algunas voces de las residentes del lugar, pero no veía a nadie, le hizo señales a Leandro para que saliera, camino con prisa por el largo pasillo hasta llegar al ascensor, ella lo halo hacia dentro y le robo un inocente beso que se trasformó en apasionado y que duro hasta que el ascensor se detuvo un piso antes.
—Sales como si nada, yo termino de bajar por las escaleras—Dijo Diana deteniendo las puertas del ascensor y mientras ojeaba no hubiese nadie cerca.
—¿Y si me dicen algo?—
—Di que eres becario y venías a revisar algo en el 506—
—¿Revisar que?—
—No sé, inventa algo amor, todo yo sola no— Dijo Diana bromeando.
Inmediatamente ella salió del ascensor y se dirigió hacia las escaleras, mientras él se quedó nervioso en el ascensor que continuo bajando hasta el vestíbulo, saco su carné de estudiante y se lo coloco en el cuello, salió con naturalidad y simulando buscar algo en su maleta camino por recepción, la mirada desconfiada de la guarda de seguridad que había remplazado a Mónica esa mañana, no se hizo esperar, pero esta no le dijo nada al notar que el joven portaba una identificación de la institución, con un poco de cinismo Leandro se despidió cortésmente y salió del edificio, un minuto después salió Diana con una sonrisa de complicidad.
—Ves, no fue tan malo— le dijo riendo a su novio.
—Me toco disimular, o me hubiera tocado sacar mis habilidades seductoras…—
Ella lo golpeo amistosamente tras escuchar la incoherencia que decía su novio, caminaron hacia la avenida, y al llegar a la parada de autobuses se despidieron con cariño, pues Leandro debía ir a su casa para cambiarse de ropa y Diana podía aún asistir a su clase de la mañana; Parte de sus mentes se habían quedado con el recuerdo del día y noche anterior, no podían de cierta forma creer en lo perfecto que había sido el estar juntos, la magia y la química que habían sentido tras compartir algo tan sencillo como preparar un desayuno, era evidente que algo mágico seguía creciendo en sus corazones.
Leandro llegó a casa con prisa, al entrar a la casa, se encontró a sus padres los cuales se estaban alistando para salir hacia el hospital como era costumbre cada viernes, Blanca le saludo con reproche, pero él no le presto mucha atención pues le sorprendió ver en su padre un mejor y más positivo estado de ánimo, los abrazo y despidió en la puerta de la casa, entro rápidamente y subió a su habitación pues no aguantaba más la sensación de tener puesta ropa húmeda, tras tomar un baño y cambiarse de ropa, reviso su celular pues Ángela le había estado escribiendo, decidió llamarla, pero solo hablaron unos instantes, ya que ella se encontraba ocupada, luego de unos minutos salió para la universidad nuevamente; Al llegar a la facultad se encontró en ese justo momento a sus compañeros los cuales iban saliendo del salón de clases, tras recibir algunos reclamos amistosos y unas cuantas burlas, el grupo de compañeros se dirigió a la plazoleta del edificio, mientras Leandro esperaba por su novia que no tardaría en llegar. En medio de la conversación del grupo de compañeros, David le pregunto a Leandro si asistiría a la invitación de bailar esa noche en la discoteca que casi siempre solían frecuentar, él dudó por un minuto pues se había olvidado totalmente de la invitación y no dio a David una respuesta concreta, pues su atención se centró en Diana quien iba saliendo de su curso, se saludaron con cariño y se apartaron del grupo para ir a almorzar, pero en ese momento Marcela se acercaba y con extraña amabilidad saludo a la joven pareja.
—Hola, ¿Cómo están?—
—Bien— contestaron los novios al unísono. —vamos a ir a almorzar, ¿tú ya comiste?— continuo, Diana con aparente cordialidad.
—Ay gracias, pero ya comí—
—entiendo… será en otra oportunidad— contesto ella en defensa del evidente sarcasmo de Marcela, era inevitable Diana tomará esta actitud pues el aura de Marcela era desafiante en presencia de Leandro, no era evidente, pero entre las dos había algo que no las hacía compatibles, Leandro notaba la tensión adversa en el aire y decidió despedirse con un gesto mientras seguía su camino, pero Marcela lo detuvo con una pregunta que había ya evitado.
—¿Van a ir esta tarde?—
Diana hizo un gesto de confirmación, aunque su novio no había aún decidido sobre ir o no, la pareja siguió su camino dejando a Marcela atrás y fueron a comer como habían planeado; Llegada la tarde, la pareja volvía a la universidad, Leandro había tenido una expresión en su rostro que Diana no había logrado descifrar, pero noto que la tenía desde que saludaron a Marcela.
—¿Estás enojado?— le pregunto con ternura
—no amor, ¿por qué?—
—No amor… gruño amor tranquilo gruño— Contesto Diana intentando imitar la expresión y la voz de su novio; Para él las ocurrencias de su novia le hacían inevitable reír y con ello desmantelar esa barrera fría que guardaba su expresión.
—Es que había olvidado lo de salir hoy, aún lo estoy pensando—
—Pues sería rico ir a bailar— contesto Diana insinuando querer ir. —o ¿te molesta si va esa muchacha que saludamos? — pregunto.
—¿Quién, Marcela?... no, es que me incomoda, es que salí con ella... y me fastidia un poco esa amabilidad pretensiosa, cuando me ve contigo— confeso, apenado.
Diana se quedó en silencio un instante, no había tenido presente que ella fuera la persona con quien salía antes su novio, pero su sexto sentido femenino no la había engañado, pues desde que vio a su novio sentado con ella el día anterior había percibido cierta actitud desafiante.
—Pues si se pone celosa de vernos bailar es problema de ella— contesto ella bromeando. —¿No te gustaría bailar conmigo? —
—Claro que si me gustaría— respondió, mirándola fijamente.
—pues entonces vamos, si es el caso solo será un ratico… y si se hace tarde te quedas conmigo…— dijo Diana con un tono pícaro, mientras seguía caminando y su novio se detenía sorprendido por la propuesta, no pudo evitar sonrojarse, aunque no se negaría a que eso pasara.
El atardecer acompañaba al grupo de compañeros que aguardaba por la hora apropiada para dirigirse a una de las únicas discotecas que se ajustaba al presupuesto de los económicamente ajustados estudiantes, mientras esperaban, la charla no escatimaban en risas y bromas que hacían sentir como si todos fueran parte de una gran amistad, en medio de todos se encontraba Marcela que no dejaba de mirar sutilmente a Leandro y su novia, pero estos apenas se daban cuenta de esto, ya que las bromas de David distraían su atención. Pasado el tiempo decidieron dirigirse a las afueras de la universidad, los jóvenes enamorados caminaban un poco apartados del grupo, tomados de la mano, la pareja por mucho era la protagonista de una muy romántica escena que para sus compañeros era motivo de algunas bromas inofensivas, pero no era el caso de Marcela que no ocultaba su descontento por ver el hombre que le gustaba con una muchacha que apenas conocía hacia unas semanas, para ella su relación había sido un desplante por parte de Leandro. Se acercaban a la salida de la universidad cuando Diana sintió su celular vibrar dentro de su bolso, busco en él y saco su celular para revisar, su rostro cambio completamente al darse cuenta de que quien llamaba era su padre, el celular siguió timbrando y ella bajo la mirada confusa de Leandro, se apartó para contestar.
—¿Sí? Hola, papá—
—Diana, ¿Dónde estás? —
—En la universidad como siempre ¿por qué?— contesto ella extrañada por la pregunta de su padre Óscar.
—Discúlpame por no llamar antes, pero vine a visitarte, creo que estoy cerca— le explico Óscar.
Su padre la había tomado totalmente por sorpresa pues era casi imposible que él viniera hasta Bogotá para visitarla, algo en el fondo le decía que podía estar sucediendo algo; Leandro se preocupó al notarla tan ansiosa, pero espero a que ella terminara de atender la llamada y se acercara.
—¿Pasa algo amor?... te noto estresada—
—Mi papá… llego de Villavicencio a visitarme—
—¿Ahora? — pregunto Leandro tan confundido como Diana.
—Si… Preciso, debo ir a encontrarme con él—
—¿Te acompaño? —
—No, no puedes— dijo ella con una risa nerviosa. —Debo ir, yo trato de no demorarme ¿Sí? —
—Si amor tranquila, si necesitas algo avísame— le aclaro Leandro preocupado.
Diana se despidió y volvió deprisa a las residencias, pues le había indicado a su padre como llegar para encontrarse en ese lugar, mientras caminaba no podía dejar de sentirse confundida por la inesperada visita de Óscar y poco a poco sentía crecer su ansiedad; mientras su novio llegaba a la discoteca junto con sus compañeros.