El inicio de todo
Cuando nací no había nadie a mi lado; nadie más que una espada vieja y oxidada, que al verla se rompió en mil pedazos y los recuerdos de una mujer desconocida. La espada se rompió esparciéndose por miles de planos y mundos que conocería al emprender mi viaje en búsqueda de lo que para mí era un tesoro, mi recuerdo más importante… ¿quién es mi madre?
En mi alrededor yacían casas viejas y desgastadas, la gente veía con miedo por huecos que paseaban en las ventanas viejas y estropeadas, se oían gritos y sollozos, ruidos muy fuertes como estruendos o golpes de gran magnitud hacia la tierra, creo que estaba en medio de una guerra y me habían abandonado o algo parecido.
Jamás pensé posible que con solo una mirada se rompiese esa espada, vaya espada de buena calidad que me habían dejado y ah saber quién lo hizo. Si se preguntan como recuerdo todo esto pues… ni yo misma lo sé. Solo afirmo que lo recuerdo y por momentos vienen imágenes o pequeños fragmentos de recuerdos donde estoy en batallas, paseos por un bosque extraño y a la vez hermoso. Es como si fuesen los recuerdos de otra persona, recuerdos de caos, destrucción, batallas eternas y amor puro por un ser único existente en el mundo.
De todos esos recuerdos destaco en mi mente uno en específico donde lo que me pareció especial para los ojos de quien lo veía. Seguramente era una chica… sí que lo era, apreciaba demasiado las cosas buenas y sentimentales como para no serlo.
Aquel recuerdo trataba de una mujer muy hermosa con cabellos largos y hermosos, parecía hecha de un material brillante y a transparente o eso me pareció ver, esta mujer se enamoró de su enemigo y de su forma de pelear en las batallas pero ese gusto y ese amor ocasionaría rupturas y hasta rompería lazos fuertes como cuando pones demasiado peso sobre un cristal fino y este colapsa.
Le gustaba su encanto un poco sádico aunque a la vez dulce pues ella era una mujer por demás imponente, muy buena luchadora y una digna reina.
Sus ojos se encontraban cada vez que un enemigo caía como cuando chocan dos espadas afiladas y chispas brotan de ellas dando esa sensación de plenitud de que algo haces bien.
La mayor y última lucha entre estas dos naciones fue en un bosque antiguo. La verdad me encantaría alguna vez, aunque sea por unos segundos pasear por aquel bosque frondoso y verde.
Jamás estuve en uno como ese pero me encantara revivir ese recuerdo del pasado donde la lucha llego allí y al no ver a nadie su amor floreció al igual que los arboles abren sus flores para admirarlas.
El mundo tiene una bella naturaleza y paisajes por montón pero muy pocos han sido explorados por los seres de hoy en día, únicamente aquellas energías antiguas que dieron su movimiento por esos sitios es que han conocido lo bonito de su vida.
Mientras pensaba tantas cosas en medio de aquella “guerra” escuche dos mujeres que hablaban de forma muy preocupada, la voz de una de ellas se parecía mucho a la de aquella mujer de quien pertenecían esos recuerdos.
–Por favor, tómala y hazla muy feliz…
– Flow no te vayas sin antes cumplir tu promesa, no puedes dejarla. Es solo una bebe y estoy segura de que te buscara cuando crezca lo suficiente, si haces mal las cosas ella podría odiarte y no querrás eso créeme.
– Lo se Klei y estaré con ella para siempre– giño su ojo mientras recitaba una oración– permaneceré en su corazón y cuando sea el momento ella será capaz de materializarme con facilidad. Solo debe buscar el camino correcto y entonces ambas sabremos que está preparada para reinar.
Se escucharon pasos acercándose rápidamente y una elegante figura me tomo en sus brazos dando un pequeño suspiro que a mi parecer era entre esperanza y fastidio.
Sentí como alguien con un vínculo fuerte se alejó de mí hasta hacer un leve quiebre en los recuerdos que conservaba. ¿Quién era esa persona? Y porque su vínculo conmigo era tan fuerte como para hacerme sentir un mal presentimiento.
– ¡Protégela! – Grito con fuerza la mujer que se llamaba Flow – volveré pronto, lo prometo.
Volteo su cara, reflejaba una expresión de no querer llevarme con ella.
Era una chica, efectivamente su cabello dorado y largo lo definía.
Esa mujer era lo que en otros mundos le llamaban elfo alado. Era una r**a muy fuerte y hábil para la batalla, capaz de aniquilar cualquier enemigo que se les interpusiera en el camino, y sus habilidades no constaban solo de ser grandes guerreros en batalla, también por ser los más cercanos a la madre naturaleza y con artes que poseía cada elfo podían hasta llegar a sanar las más letales heridas y curar la más grave enfermedad.
Cuentan los más ancianos de la tribu que hace muchos siglos atrás los elfos ayudaban a muchos humanos, seres de otros mundos y razas, criaturas de gran valor sentimental para el mundo a que sanaran sus más duras enfermedades. Aquellos seres dotados de gran sabiduría y bondad juntaban sus manos en el núcleo de la enfermedad, haciendo en sus mentes una burbuja de cierto color armonioso que simbolizara la cura y otra burbuja de un color oscuro que significara la enfermedad, sus mentes y habilidades hacían que esta burbuja resplandeciente se comiera a la oscura, así elevando su salud y nivel emocional para que no naciera de esto más enfermedades futuras que fueran de alto riesgo. Y sin pestañear la persona se curaba para jamás volver a sufrir de aquello que tanto dolor le provoco.
Por supuesto nada es gratis en esta vida, aquellos elfos que nacían con la habilidad de sanación sufrían un intenso dolor, proveniente de los efectos secundarios producidos por el uso de su energía en gran cantidad. La gran mayoría no se resistía a hacer un bien por la humanidad y aguantar dicho dolor, pero otros si lo hacían pues a medida que iba avanzando el pasar de los tiempos, aquellos seres que una vez ayudaron ya no merecían esa valiosa colaboración, sus corazones se habían pintado de n***o y hacían actos de mala voluntad sin razón alguna.
Así que no quisieron seguir malgastando su energía y decidieron darle un obsequio al mundo. Aquel don importante que salvo millones de vidas quisieron compartirlo con los demás, reunieron a seres de todo el universo y empezaron sus clases, para pronto empezar a usarlo en batallas que fueron emergiendo con el tiempo. Todo había sido para peor, la meta para lo que era destinada esta habilidad no había sido cumplida y como consecuencia se fue extinguiendo la sabiduría en la sanación junto a millones de vidas.
Y los elfos se escondieron en las profundidades del bosque; una pequeña cantidad que había quedado de ellos tomaron la decisión para preservar la sabiduría. De este modo no se derramaría sangre inocente así como tampoco culpable…
Es una pequeña historia que me conto Klei, aquella mujer amargada que me recogió siendo una bebe.
Fue una antigua guerrera y participo en miles de batallas, no exactamente para el bien pues nunca fue una seguidora de escoger un bando. Lo hacía para sacar el dolor que llevaba dentro por la muerte de su esposo y su hija, muchos filtran su dolor con licor o rehacen su vida… pero ella no… su forma era algo peculiar muy fuera de lo normal. Después de todo era una anciana amargada de 280 años pero con la apariencia de una mujer joven con más o menos unos 21 años, aunque ella comento una vez que la edad máxima era unos 750 años y que por supuesto estaba demasiado joven y hermosa, así que supongo no era tan anciana.
Klei me puso de nombre Klatie, justo como se llamaba su difunta hija. De verdad que esa loca tenía mal gusto, pero era seguro de que si se lo hacía saber, terminaba con unas cuantas costillas rotas y posiblemente sin herencia… No era tan mala cuando se lo proponía, pero su carácter era fuerte y eso debía ser por todo lo que paso en su vida.
Una semana después de que me recogiera y aun después de mucho tiempo, repetía palabras extrañas, como hablando con alguien. Yo la verdad no tenía idea de quién era, pero no quería saberlo pues ella parecía una demente, aquello a lo que le hablaba se veía estaba junto a ella y Klei podía verlo claramente como yo la veía a ella. En cierto parecer, tenía curiosidad pero, también me asustaba el hecho de saberlo pues aquello no era muy amigable y se parecía mucho a ella, lo más seguro fuese que me rompiera ambas piernas si preguntaba debido a su limitada paciencia y podía ser muy posible que pudiese ver por medio de algún don o habilidad especial de las que tanto me había hablado. Luego no le di más importancia pues tenía el sentimiento encontrado en mi pecho que era alguien cercano a quien no conocía y por cierta vista no era muy amigable.
Esta anciana amargada me llevo a lo más profundo del bosque en donde poseía una cabaña muy humilde pero hermosa y grandiosa en donde tenía previsto criarme o por lo menos hacer el intento. Ella me arreglo una habitación encantadora, cosió muñecos rellenos de paja seca, hizo que nacieran flores hermosas por todos lados, tiño mi habitación de pintura hecha por fruta del bosque para que mi habitación se viera femenina y acogedora. No tenía idea como todas aquellas cosas jamás se pudrieron ni se dañaron, al contrario, cada día se veían más bellas y era lo que importaba pues en cada mañana veía el amor que Klein tenía por mí y su sacrificio por darme un futuro.
Yo no conocí a mi madre pero Klein siempre estuvo conmigo y era como una para mí. Toda mi vida admirare a las mujeres que tienen hijos y son capaces de criarlos solas, aun cuando tienen problemas por cualquier circunstancia que se les presentara en el camino.
Una madre jamás abandona a sus hijos, es la demostración de amor en gran valor y la más valiente, pues ahí es donde tu hijo te amara por siempre y sabrás que su atención y cariño es solo para ti, Klein me enseño eso y es mi tesoro desde aquel día lluvioso.
Ella procuro criarme con todo lo necesario y sobre todo con mucho amor pero nunca olvidando su meta, siempre era dulce y justa como una pluma pero castigaba como el hierro a los hombres de mala voluntad. Nunca me falto nada en mi vida pero siempre sentí que algo no se llenaba en mí.
Con el pasar del tiempo fui creciendo y entre en una edad donde ella podía enseñarme ciertas cosas que con mucho esfuerzo aprendería y puliría; tomo un arma antigua que tenía en su habitación y me la entrego.
– Katlie, quiero hacerte un obsequio-. Extendió el arco y junto a él una espada de mango corto y hoja afilada – Cuídalo mucho porque ellos serán parte de tu familia, esta es una “espada ropera” te vendrá muy bien en batalla y este es “arcus” hecho del trozo de un árbol antiguo y único.
– Gracias Klei –. Arrugue mis cejas haciendo gesto de fastidio – dudo necesitarlo pero de igual modo gracias.
Klei dio media vuelta hacia una mesa en el centro de la sala de la casa.
– Sé que no te interesa nada de eso –. Suspiro – pero te ayudara en el futuro y te enseñare a usarlo todo.
Asentí.
¿Seguramente ustedes sabrán en que se especializan los elfos verdad?
– Así es, arcos.
Y no son cualquier arma, están cubiertas con energía exclusivamente hecha para ellos con la potencia más pura y fina creada en el universo, los animales del bosque muchas veces daban a los elfos ciertos elementos que producía su cuerpo para así darles una mejor resistencia y uso.
Cuentan que los arcos al igual que las espadas fueron armas usadas y elaboradas por algunos dioses cuando aún gobernaban a placer el mundo, al igual que los humanos les parecía que estas herramientas se caracterizaban por ser prácticas en la batalla debido a su ventaja de flexibilidad en el movimiento de su uso.
Dioses y semidioses tales como:
Ares, artemisa, Heracles, Apolo, Eros, entre otros. Consideraban que eran herramientas prácticas y alguna vez llegaron en oportunidades dadas por el universo, de que fueran sus instrumentos para misiones importantes.
Klei tenía algo de afán hoy; me levanto muy temprano al punto en que el sol apenas tocaba las hojas de los árboles, y con una sonrisa enorme me dijo:
–Levántate Katlie, es hora de la primera lección
–Ya voy–. Me di vuelta en la cama para encontrar la posición justa de descanso – una hora más y me levanto de la cama.
Sentí un escalofrió sobre mi cuerpo, como si la misma muerte estuviera presente, pero no era ese amigable ser porque en realidad quien estaba furiosa y de muy mal humor era Klei.
– ¡Levántate ya!, se hará tarde y no terminaras tu lección de hoy–. Envaino su espada y cerró la puerta.
– ¡Si, señora…! –. Subí mi manta casi llegando a mi cuello – enseguida me levanto.
–Lo pongo en duda niña tonta–. Sacudió su cabeza levemente en signo de negación, cerrando la puerta y procurando no hiciera ruido para no despertarme más de lo que ya estaba.
Klei podía ser en ciertas ocasiones muy sutil justo como un cisne, al igual que peligrosa como los leones hambrientos.
Abrí mis ojos siempre mirando al mismo lugar que mire durante los pasados 12 años que habían transcurrido, el techo… muchas veces pensaba que pasaba con mi vida, que hacía en ese lugar con Klei, cuál era su motivo de darme acogida en su vida si su pasado era muy trágico si claramente sus ojos verdes oscuro reflejaban todo su dolor y sufrimiento, así que no importaba en que perspectiva lo vieras para una persona con heridas así era imposible llevar de nuevo una vida de familia así como si nada, aun cuando pasara lo malo y tomara una decisión de retomar la alegría en su vida. Aunque fuese con una niña que no era de ella.
Cosas que jamás entendí ni entenderé; pero siempre estaré agradecida de no dejarme morir en ese lugar asqueroso y triste, lleno de soledad y rencor.
Luego de pensar tantas cosas a las que jamás obtendría una respuesta, decidí ponerme en marcha y limpiar mis dientes. Por un minuto escuche venir alguien, eran pasos ligeros y pensé podría ser peligroso o tal vez era alguien extraño que se coló en la seguridad de Klei. Pero me equivoque al ver que solo era ella poniendo mi ropa de entrenamiento y que solo fue un intento fallido de alarma, por lo menos sabía que tenía un factor importante y podría ayudarme en las futuras batallas. ¿Que cual es? –El buen oído–.
Después de perder un rato mi tiempo con tonterías baje rápido los escalones que formaban los troncos hasta llegar a una sala iluminada por hongos brillantes de apariencia cálida y humilde, en el centro de ella yacía un caldero en donde flotaba sostenido de troncos que hacían como ganchos para que este no se diera un golpe brusco y se perdiera toda la comida, este permanecía encima de una fogata allí era nuestra cocina, un poco más allá de la sala había una mesa con frutas y pan, junto este estaba mi comida, esto era como una costumbre de Klei que siempre me dejaba la comida allí porque sabía que jamás la comería cuando ella lo dijera si no cuando yo tuviese hambre. Así después de ver que me había preparado tome mi desayuno y lo comí; ella era una gran cocinera, aunque no tanto como lo era siendo guerrera, pero hay iba haciéndole competencia.
Repose la comida por unos minutos y me dispuse a salir. Allí estaba ella, esperándome y mirando el cielo como si fuese un reloj, de pronto volteo su mirada a mí y arreglo su vestimenta, luego me dijo:
– ¿Terminaste de vaguear?, niña tonta–. Rodo sus ojos y tomo un trozo de vara que había cerca, lo apunto hacia mí – pongámonos en marcha que no tengo todo el día para esperar por ti.
–Afirme.
– ¿Sabes que es ser un guerrero?
–No.
–Pues hoy y los próximos 7 años lo sabrás. Aunque sea una parte de eso–. Suspiro – Jamás estarás preparada para eso.
– ¿Cómo estas tan segura de eso?, sé que puedo ser una gran guerrera Klei.
–En eso te equivocas, enana. Tu no estas para eso en este momento, nunca llegaras al nivel de tu madre… – Abrió sus ojos como huevos refritos y paso un trago de saliva muy grande – en fin, hare lo posible porque aprendas todo lo que se.
–¿Conoces a mi madre…?–. Trague saliva resignándome a una de sus respuestas hirientes – ¿de verdad que la conoces?, prometo no enojarme si es así Klei, por favor.
–¡No!–. Respondió de forma seca y poco ortodoxa– ahora deja de molestarme y pongámonos a trabajar en tus habilidades.
Mis ojos se llenaron de lágrimas como las vasijas de agua, no sabía si correr o quedarme. Era obvio que ella sabía de mi madre pero no quería presionarla, posiblemente era difícil para ella hablar de aquello y no era la manera de sacar la información de esa manera. Pero, si podía sacara al pasar del tiempo, algún día tenía que decirme porque esa tonta espada había volado en mil pedazos y donde estaba esa mujer que me abandono en un campo de batalla, no importaba como lo vieras aquel sitio era un campo de batalla y se estaba desatando una guerra espantosa en él.
–Ok, Klei–. Dije con voz áspera ya habiendo pensado mi estratégico plan – pero algún día me tendrás que contar y cada día corre más rápido que el anterior, esperare por ti hasta entonces.
–Me hecho una de esas miradas mortales que tenía por naturaleza y me dijo en un tono muy dulce, tanto que ni te creerías que era ella quien hablaba–. Te contare de tu madre, es una historia muy linda pero también un poco fuerte.
Retiro las armas que había organizado antes para enseñarme sobre el “arte de la guerra”, que yacían en una piedra enorme junto a nosotras. Y entonces, ella comenzó a hablar…
Hace mucho tiempo, me asignaron una misión muy importante, constaba de infiltrarme en ruinas antiguas. Mi familia siempre me esperaba aquí, en este tétrico y acogedor hogar. Mi hija cada vez que regresaba tenia para mí una flor que reposaba en una vasija de barro que sus manitas habían creado, significaba “el botón que vuelve a florecer”, sabía que ella siempre hacia esto porque temía nunca volviera a casa, pero para su suerte siempre volvía – se rio un poco, con algo de humor n***o– ella siempre me discutía como si fuera mi madre aunque tuviese 6 años de edad, su carácter era más fuerte que el mío, pero amaba a esa niña y claro amaba a mi marido también. Seguro te preguntas como es que yo iba a misiones peligrosas mientras que mi hija y mi esposo estaban en casa, que si no debería de ser tu esposo quien fuera y no yo.
–Sí, me da un poco de curiosidad – Dije.
– Ella sonrió y dijo: mi esposo era médico, lo suyo jamás fue las guerras y la sangre. Eso, fue lo que me enamoro de él, su bondad y gentileza, su diferencia de mi duro ser. El decidió quedarse en casa con Katlie.
–Sonreí enternecida.
– Aquel día que mi rey me solicito ir y mi familia estaba cómoda en casa, yo acepte. Pero, me esperaba algo grande y fuerte con lo que jamás me había topado y no pensaba que lo haría… Tu madre, Flow. Una antigua guerrera hija de la naturaleza y digna del trono como reina– agacho la cabeza fijando su vista en una pequeña flor que nacía apenas del pasto enternecido– Una batalla sin fin se acercaba y mostraba ser un oponente de por demás formidable. No ganaríamos tan fácilmente pero como decían mis antiguos maestros “nada es imposible con esfuerzo” y así debía de ser para una buena eternidad fuerte, saludable, con victorias aseguradas y jarras de cerveza repletas hasta no más poder.
– ¿Mi madre fue tu oponente?
–Asi es, un oponente fuerte pero veamos si suficientemente inteligente para desafiarnos, seguramente no sería así, nadie nunca se había atrevido a librar una guerra con nosotros. Es lo que yo pensaba hasta conocerla lo más que fue posible.
“Feroces guerreros inmortales que jamás se cansaban pero si sangraban tras una herida hecha por un digno corte. Nuestros ancestros nos enseñaron que la sangre nos une a todos así como las raíces a los árboles y el agua a los ríos. Así nos uniría el coraje y el valor por ganar con los sentimientos correspondidos de nuestro enemigo”
Palabras de nuestro rey para fomentar nuestros esfuerzos en la batalla.
Luego de un rato Klei me conto con detalle lo que mi madre le dijo antes de irse y uno de esos detalles fue que la buscaría cuando creciese.
Aún conservo un recuerdo, me esforcé por mantenerlo en mis memorias hasta este momento y así poder guiarme en mi camino.
En este sueño estoy paseando por colinas repletas de capullos enormes y en ellos hay pequeños bebes durmiendo muy plácidamente, justo como si fuese el vientre de una madre. Y en la cima de la colina piedras con espadas clavadas en ella que hacían fueras hacia ellas solo para apreciar las hordas de ejército que destruían esas tierras en búsqueda de sangre.