Capítulo 4.

2394 Words
▪️4.- ESTHER WONG. Esther gimió con fuerza cuando sentía que estaba por alcanzar el clímax, anhelaba alcanzar el éxtasis y que este estallara en su interior, pero justo cuando iba a alcanzarlo el hombre con el que estaba, terminó antes que ella, llevándose de sus manos esa sensación de alcanzar un orgasmo, lo miró desesperada y jaló al hombre que se incorporaba. —¿Qué haces?, aún no termino—dijo Esther con un corazón agitado y unos ojos que pedían piedad. Aquel hombre trataba de respirar, a sus sesenta años ya le era un poco difícil, Esther nunca estaba satisfecha, y aunque era una belleza, ya no podía seguirle el paso, se sentía agradecido de que una joven como ella se fijara en él, pero a veces se sentía un poco asfixiado por ella. —Lo siento querida, ya no puedo, además tengo que irme, mi esposa no deja de llamar— dijo el hombre mientras buscaba su ropa para vestirse. Esther se sintió aún más molesta estaba por decir algo cuando golpearon a la puerta de la habitación, el hombre se levantó y fue a abrir, dos sujetos en traje entraron sin pedir permiso y miraron a Esther. —Señorita el señor Wong quiere que la llevemos con él, así que por favor vístase— dijo uno de ellos. —¿Qué carajos ocurre?, ¿Dijiste Señor Wong?— preguntó el hombre un poco asustado. —Si, mi padre es Daniel Wong, ¿Y eso que?— preguntó Esther mientras buscaba su ropa. —Maldita sea, ¿Por qué no lo dijiste antes?, ¿Acaso estás loca?, ¿Quieres arruinarme?— preguntó el hombre muy molesto. —No me sirves de cualquier manera— dijo Esther mientras se metía al baño envuelta en una sábana y con su ropa en las manos. La chica salió de aquel lugar y subió de mala gana a la camioneta que estaba esperándola, resopló molesta y se acomodó el cabello, se sentía defraudada, era como si le hubieran prometido una olla de oro al final del arcoíris, pero todo lo que encontró fue césped y tierra. ………………. Unos momentos después… —¿Dónde estabas?—preguntó Daniel sin voltear a verla cuando llegó a su oficina. —Con una amiga. —No tienes que mentirme, se exactamente donde estabas y con quien. —Si ya lo sabes, ¿Por qué me lo preguntas?. Daniel suspiró y miró a su hija, ella tenía el mismo color de ojos que los de Audrey, de un gris que parecían irreal. —Lo lamento — dijo Esther al darse cuenta de que había sido irrespetuosa con su padre. Daniel sabía que había algo mal con ella y tenía miedo de que fuese su culpa, que sus trastornos, herencia de su madre y de él, ahora se hospedaran en ella, tenía miedo de que su hija sufriera igual que él, y que no fuera lo suficientemente capaz de ayudarla. —Te pedí que recogieras a Ezra en el aeropuerto, ¿Por qué vino en taxi?. —Fui por él, pero se negó a venir conmigo, yo no tengo la culpa, a veces parece que lo quieres mas a él, que a tu propia hija. —Sabes que eso no es verdad, actúas cómo una niña Esther, ya no lo eres, madura de una vez, estoy cansado de cubrir tus escándalos, ¿Qué pensará tu madre si se entera?. Esther respiró agitada, ella admiraba a su madre y admitir que tenía un problema la hacía sentirse mal, sabía que Daniel la miraba con decepción y eso solo la hacía enojar y sentirse… nada. —Si estas cansado de mi, entonces desherédame, tal vez así te sientas mejor— dijo Esther a punto del llanto. Daniel respiró hondo y se puso de pie. —Me preocupo por ti, ¿Qué pasará si yo, o tu madre llegamos a faltar?, ¿Qué harás Esther?, dejarás qué la empresa se venga abajo, dejarás que tu reputación quede por los suelos, ¿Y todo para que?, ¿Eh?, ¿Qué es lo que buscas?.... Trato de entenderte, pero creo que no soy el indicado para eso, así que a partir de mañana irás con un terapeuta, de lo contrario no cuentes conmigo para seguir engañando a tu madre. Las duras palabras de Daniel hicieron que Esther dejara caer algunas lágrimas, no quería que su madre se decepcionara también de ella, pero no podía detenerse, le gustaban los hombres mayores, le gustaba el sexo, el placer que obtenía, no quería admitir que estaba enferma o que tenía algo mal en ella. —Ahora ve a casa, aún tengo cosas que hacer— dijo Daniel y regresó a su escritorio, Esther salió de la oficina y fue directo al baño para llorar en silencio…. (▪️▪️▪️▪️) 8 años atrás…. Esther miraba detenidamente a Ezra, guardaba cada detalle de él en su memoria, él estaba cumpliendo dieciséis años, se veía muy maduro, ella suponía que debió madurar rápido, debido a que no tenía padres, era un chico muy listo para su edad, Esther apenas había cumplido los catorce y nunca antes había sentido atracción por los niños pero al ver a Ezra sintió un deseo despertar en su interior, él tenía unos hermosos ojos, tan únicos, tenía una piel blanca y cuando sonreía se formaban unos hoyuelos en sus mejillas. Ezra vivió un tiempo en Estados Unidos, pero a la edad de diez años se mudó a vivir con ellos a Corea, fue algo muy grato tener un compañero casi de su misma edad, jugaban juntos y veían televisión juntos, Esther no había visto a Ezra más que como a un hermano mayor, pero justo en ese momento sintió algo más por él, algo que era difícil de explicar, su corazón se aceleraba cuando él la veía, o cuando pronunciaba su nombre, sentía cosquillas en el estómago cuando pensaba en él, y todo el tiempo quería llamar su atención, quería que él la notara. Los días pasaban y el sentimiento nuevo que Esther sentía se intensificaba, Ezra siempre fue bueno con ella, le ayudaba con las tareas, y le sonreía todo el tiempo, ella creía fielmente de que sin duda Ezra también sentía algo, algo más que sólo amor como hermanos, así que estaba decidida a confesarle su amor, aunque eran muy jóvenes ella creía que estaban destinados a estar juntos. Preparó un regalo para él y una tarjeta en la que confesaba sus sentimientos, al llegar a casa corrió a su habitación a buscarlo pero él no estaba ahí, no podía esperar a verlo, tenía que decirle lo que estaba sintiendo, él tenía que saberlo. —Mamá, ¿Sabes donde está Ezra?— preguntó Esther a Audrey. —Vino con unos amigos del instituto, debe de estar en el jardín— respondió Audrey mientras trabajaba en un nuevo diseño de auto. Esther salió corriendo en busca de él, llegó al patio trasero y solo miró a tres compañeros de Ezra, pero él no estaba por ningún lado, tal vez estaba en la cocina, fue a buscarlo y antes de entrar a aquel lugar escuchó unas risas, se detuvo y se asomó por una rendija de la puerta, Ezra estaba con una chica de su escuela. —Me gustas Ezra—dijo aquella chica mientras se acercaba al guapo adolescente, de la nada lo besó y eso rompió el corazón de Esther, era tan joven que fue muy doloroso verlo, salió huyendo de aquel lugar y fue a llorar a su habitación, sentía que habían jugado con ella, se sentía traicionada, se sentía muy mal, fue su primer decepción amorosa, y también la que mas le dolió. Ezra estaba sorprendido por aquel beso, era su primer beso y no supo cómo actuar, alejó a la chica y se limpió la boca. —Lo siento, me gusta alguien más, no vuelvas a hacer eso— dijo él y salió de la cocina, en el corazón de Ezra no había nadie más que Esther, se había jurado así mismo que la esperaría hasta que fuera mayor y que entonces le pediría que fuera su novia, ese beso no significaba nada para él. Fue ahí cuando empezó todo, Ezra notó el cambio en Esther, de la noche a la mañana ella lo odiaba, ya no hablaba más con él y se molestaba constantemente con facilidad, creyó que tal vez Esther estaba celosa de sus padres. Daniel y Audrey empezaban a prestarle mucha atención a él y tal vez eso molestaba a la chica, así que cuando cumplió los diecisiete tomó la decisión de viajar a Estados Unidos, quería que ella fuera feliz, odiaba verla molesta, creyó que alejándose mejoraría las cosas, pero cada año cuando regresaba por las vacaciones, notaba que ella lo odiaba más y más, jamás se atrevió a preguntarle que le pasaba, así que dejó que el tiempo pasara y sin darse cuenta se convirtió en el peor enemigo de la niña a la que una vez amó, dejó en el olvido su promesa y al igual que ella siguió su propio camino. (▪️▪️▪️▪️) En la actualidad….. Esther entró a su casa y fue directo a la cocina, se moría de hambre, tomó una manzana y fue a la sala, su madre la miró y sonrió. —¿Dónde estabas cariño?, Creí que llegarías con Ezra. —Tenía cosas que hacer— respondió Esther un poco cansada. —Cosas importantes— dijo una voz masculina que venía de las escaleras. Esther rodó los ojos y miró al tipo que llegó hasta la sala y se sentó como si fuera un mismo rey, Ezra se veía cada vez más atractivo, se volvió más musculoso desde la última vez que lo vio, no tenía el cuerpo de los chicos asiáticos él era más fornido y más alto, tenía ojos grandes y una sonrisa que podía volver loca a cualquier mujer. —Si, cosas importantes, como sea me voy a dormir, buenas noches mamá— dijo Esther sin darle mucha importancia a Ezra. —¿No esperarás a tu padre para cenar?— preguntó Audrey. —No, estoy muy cansada. —Está bien, ve descansa entonces— dijo Audrey un poco preocupada por su hija, últimamente estaba muy distante, en cualquier momento iba a decidir vivir sola, y entonces su casa se sentiría muy vacía, sin su hijo y sin ella, por un lado se alegraba de que Daniel pronto estaría junto a ella todo el tiempo. Esther subió las escaleras y Ezra sonrió con malicia, —Iré a ver si esta bien— dijo él y la siguió, subió rápido las escaleras y cuando Esther estaba a punto de cerrar la puerta de su habitación, Ezra se apresuró y la detuvo. —¿Qué crees que haces?— preguntó ella molesta. —Solo quiero saber si estás bien. —Eso no te importa, ahora largo— dijo Esther con voz firme. —¿Qué pasó?, al viejito con el que estuviste no se le paró… ¿o le dio un infarto?— preguntó Ezra con una sonrisa burlona, —Pues para tu información, fue el mejor sexo de mi vida, pero que vas a saber tu, apuesto a que no sabes de que te hablo— dijo ella y movió su meñique frente al rostro de Ezra insinuando que el tenía un mi*mbro pequeño, Ezra se molestó y empujó a Esther dentro de la habitación, —¿Quieres verlo?— preguntó mientras se quitaba el cinturón, Ella tragó saliva al ver que él iba a bajarse la bragueta e inconscientemente cerró los ojos, Ezra sonrió y miró detenidamente a la mujer delante de él. —Creí que serias un poco más abierta de mente, veo que sigues siendo ingenua, ¿Al menos usaste protección?, espero que si, de lo contrario serás Esther la sidosa— dijo Ezra y dio media vuelta para marcharse. Esther apretó los puños y le lanzó una almohada, pero no fue muy rápida y la almohada golpeó la puerta. “Maldito estúpido “, pensó ella. Por supuesto que se cuidaba de no contraer una enfermedad, en sus inicios fue muy descuidada y tenía sexo con cualquiera, pero con el paso del tiempo se volvió más precavida, sólo se acostaba con hombres casados y siempre usaba condón, de igual modo siempre se hacía chequeos médicos para saber que estaba limpia, y sin darse cuenta se había vuelto una adicta al sexo, necesitaba sexo por lo menos una vez al día o de lo contrario se sentía ansiosa y desesperada, se decía así misma que era normal y que no había de que preocuparse, pero muy en el fondo sabía que tenía un problema, solo que no sabía cómo enfrentarlo. Ezra se quedó un momento junto a la puerta, tenía un rostro serio y pensativo, no podía negarse así mismo que aún sentía algo por ella, pero aún no sabía exactamente qué era. —¿Cuándo llegaste?. Ezra alzó la vista y miró a un joven de aspecto serio, era un tipo intimidante y siempre a su alrededor estaba esta aura gris, parecía que traía incluido un aire acondicionado. —Hola Yun, llegué hoy. Yun Daniel, era el hijo menor de Daniel Wong y De Audrey Miller, aquel joven estudiaba Medicina y a sus 21 años se había vuelto el mejor cirujano, tan bueno que las ofertas de trabajo ya lo seguían a todos lados. Aquel chico asintió y solo siguió su camino. —Oye Yun…¿Vendrás mañana a la junta?. —No, tengo cosas que hacer. Ezra asintió y sintió un escalofrío en todo el cuerpo, Yun tenía una personalidad muy fría. ▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️▪️ Extra: —Ezra— dijo Daniel antes de que él saliera de la oficina. Ezra se giró y miró a Daniel, —Si. —Dime algo, si te lo pidiera… ¿Te casarías con Esther?. Él se sorprendió por la pregunta de Daniel y no supo cómo responder, —No entiendo. Daniel sonrió y relajó su semblante, —Hablaremos mañana, debes de estar muy cansado — continuó Daniel y regresó a su trabajo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD