Una mujer de cuidado

1595 Words
Al día siguiente, Carlota llegó a la Empresa de moda, traía un vestido rojo transparente, se veía despampanante, radiante y llamativa, traía el cabello recogido en un moño atrás y sus labios estaban pintados en rojo intenso. Las miradas de todos caían sobre su humanidad, mientras que parecía que el pasillo por dónde iba, fuera su propia pasarela, ella caminaba con una soltura, una seguridad que el mismo día de ayer no lo tenía, pero que hoy estaba en su máximo punto de ebullición. Sabía que toda las miradas estaban sobre ella, sabía que su vestido era rojo, con tela transparente y que sus nalgas estaban casi semidescubiertas, pero ella quería mostrar el día de hoy. Por que su intención era esa, recordarse así misma que ella estaba en caza, no que ella fuera cazada. No quería a ningún cazador con la mira sobre ella, quería que cuántos depravados hubiera, se peleara por sus huesos, y lo que no sabía era que entraba a un camino de bosque llena de espesa vegetación en la cual el mayor monstruo la estaba acechando, Neftalí Tahidi. Un hombre con actitud discreta siempre seguía a Carlota, éste había sido enviado por Hazard. Él vio cuando Carlota salió en su Ferrari plateado. Le dijo: —Señor, la señora salió de casa y va vestida como para atraer a un enjambre de moscas. Hazard había entendido sus palabras, no se necesitaba pedir más explicaciones. Él se levantó de inmediato y buscó el estacionamiento, ahí se sentó en el volante y se sintió agitado, enojado con ella, pero más consigo mismo. —Te voy a amarrar si no te comportas —se dijo. Cuando cruzó la luz roja de un semáforo, vió la cola de una auto de lujo, me pareció ver a su hermano y no estaba equivocado, así era, lo que no sabía era que iba por la misma mujer, su presa. Hazard mordió los dientes fuertemente, el hecho de solo verlo cerca merodeando en su terreno, implicaba algo, solo quería decir una cosa, Neftalí ya sabía de su Román con su Carlota. Y pensó, "no voy a dejar que la toques como a ella, a mi esposa muerta, esta vez morirás ciertamente", se dijo el hombre con irritación. Mientras que Carlota llegara a su lugar de trabajo, tomó papel y lápiz y empezó a delinear trazos, dando lugar a nuevos diseños espectaculares. Ella misma no entendía, era como si estuviera poseída, y al estarlo, el diablo entrara en su cuerpo y así haría lo mejor del gusto de la gente joven, madura y adulta. Sus diseños se vendía como pan caliente. —Charlotte!!! —dijo Bibi al verla. Carlota estaba de pié mirando por la enorme ventana. —Jefa, hoy estás vestida muy extravagante —dijo la asistente de Carlota, ella de vez en cuando decía cosas así en broma con su jefa —diría que tu ropa está muy sexy —Carlota no dijo mas nada después de oír lo dicho por su asistente. —Deja las bromas Bibi, no estoy de humor —respondió Carlota. —Ah —dijo la asistente. —Pero deja de lado tu mal humor, mira hoy te enviaron este hermoso ramo de flores para ti. —¿Que dices, quien envió eso? —Bueno no lo sé, pero parece que tienes un admirador secreto, un enamorado —dijo la asistente con una sonrisa de oreja a oreja. Carlota sólo pensó en su galán de hace unas noches atrás, de inmediato sus mejillas se sonrojaron. —No tengo enamorados, debe ser algún loco —Bibi no creyó que ella no supiera de quien era su admirador. Ese mismo día cuando Carlota salió de trabajar encontró un Rolls Royce estacionado frente a su edificio. Por supuesto ella no se quedó para ver de quién se trataba, caminó hacia la salida para tomar el servicio de un taxi, sin embargo alguien le habló con una voz grave y varonil, su inglés llevaba un acento distinto a los que ella conocía. El hombre era alto de de tez bronceado, llevaba un un traje a la medida y su cuerpo bien moldeado, se notaba su buen físico debajo de la tela. — Señorita, ¿Puede permitir llevarla a mi restaurante favorito? — Carlota dio la vuelta para ver quién le hablaba, vio a un hombre alto nariz recta ojos penetrantes, vestía un traje de negocios personalizado, se veía que era un hombre con una cuenta exuberante, todo de él hablaba en lenguaje de billetes porque toda su vestimenta era de primera, él se sonrió al ver como los ojos de la mujer lo discernía de pies a cabeza, el realmente había pensado que Carlota era una mujer interesada pero se había equivocado. —No suelo subir en autos de hombres extraños, me disculpa pero me estoy atrasada, por favor apártese. El hombre pudo ver en la mirada de Carlota una frialdad y un rechazo lo cual siendo el un narcisista le hizo sentir menos, eso lo molestó hasta las vísceras, rápidamente él la tomó del brazo a Carlota y la jaló hacia su pecho sintiendo de inmediato una pulsación en su corazón y su cuerpo completo. Él dijo : —Todavía no ha nacido la mujer que rechace mi invitación, vendrás conmigo quieras o no. —¡Váyase al carajo maldito loco! —dijo Carlota muy ofuscada lo cual también sorprendió al hombre, en su vida Neftali no había sufrido un trato así por nadie mucho menos una mujer lo había mirado como ella lo miró y esto era como si lo viera como alguien corriente. Él se puso a reír, dijo a Carlota: — Ustedes las occidentales siempre rompiendo reglas, se portan así porque no se han topado con un hombre como yo. Te enseñaría a nalgadas como respetar a un hombre. —¡Mierdas, no me interesa lo que pienses o digas sólo suéltame o llamaré a la policía! —¡Gritaré si es preciso! —dijo Carlota lo cual hizo retroceder al hombre un poco hacia atrás, luego dijo. —Tranquila sólo quería invitarte a salir. — Pues no salgo con cualquiera, mucho menos con alguien como tú —las palabras de Carlota le llenaron de insatisfacción, él se había acercado a ella pensando que estaba envuelta con su hermano Hazard, no esperaba que fuera una tigresa brava. —¿Con alguien como yo, que tiene alguien como yo?—preguntó con un humor oscuro. —Señor, eres arrogante, crees que las mujeres deben caer rendidas a tus pies, pero te equivocas, hasta para fregarme la vida un hombre, yo debo elegir quien lo hará —dijo Carlota sintiendo poca paciencia con el desconocido hombre. —En cuanto a tu pregunta no es, ¿que tiene alguien como tu, sino es que carece alguien como tu? —miró de reojo y le respondió. —Te falta todo para que una mujer al menos se vuelva loca de amor por ti, no tienes estima por nadie, excepto por ti, no tienes corazón, eres frío como un témpano de hielo. —No me conoces, ¿Como vas a tener un concepto de mi? —Carlota se rió de Neftalí y dijo: —¿Crees que es necesario estar conviviendo contigo para darme cuenta de como eres? —A leguas se ve la clase de persona que eres, te crees especial, y en ese caso lo importante no es como piensas tú de ti mismo, sino de como piensan los demás de ti. —¿Ves la diferencia? Neftalí se sintió irritado y dijo: —Seguro no habías conocido a un príncipe Árabe como yo, que a excepción de que tengo dinero a manos llenas, soy el tipo de hombre que toda mujer querría por esposo. Carlota le hizo una mueca, ella pensó que ya no valía la pena darle explicaciones a este hombre. —Bien vete a otra parte con tu ego del tamaño del planeta, no me interesa si eres príncipe o lacayo. Total el que es rico no come más de lo necesario en esta vida. —Te puedo comprar una Isla solitaria solo para ti, puedo ponerte el mundo a tus pies. Puedo ser tu hombre exclusivo. —Hey ¡Cálmate, creo que vas muy rápido! —dijo Carlota. —Me has gustado desde el momento en el que te vi —dijo Neftalí. —Pues lo siento mucho, no digo lo mismo por ti. No suelo enamorarme tantas veces, creo que nadie se enamora a cada rato. —Cásate conmigo —dijo Neftalí, pero esta vez Carlota se fue rápidamente en un taxi, ella regresó a casa se cambió de ropa pensando que esto era por su vestimenta. Una vez que se cambiara de ropa, ya no quiso irse a la cita con unas ex compañeras de la universidad. Se quedó en cama viendo el techo por mucho tiempo, no tuvo miedo mientras hablaba con ese hombre, pero pensándolo bien, ese hombre era intimidante. —Oh Dios —dijo suspirando. Mientras tanto, Hazard quien había estado pendiente de lo que su hermano había hecho, muy molesto lo siguió al hotel, ahí se presentó y lo agarró desprevenido, le dijo a Neftalí. —¿Que haces aquí? Te voy a exigir que te vayas de esta ciudad —Hazard no quería mencionar a Carlota para no hacer mas para encaprichar a su hermano, sabia como era él y tenía algún problema con lo que era de él, lo quería para él todo lo que Hazard tenía. —¿De donde salió ese hombre?
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