Hazard muestra de que está hecho...

1884 Words
Si las miradas mataran, Carlota ya fuera asesina, pues acribillaba con los ojos a Hazard, ella estaba muy enojada con él porque el hombre le había dicho que él sería su cura, pero, ¿cura de qué si ella no estaba enferma? Se dijo muy enojona? Mientras Carlota pensara en trivialidades para estar enojada con este hombre misterioso, Hazard pensaba en otra cosa. Por ejemplo, él pensaba que Carlota estaba enojada porque él no terminó de domarla y hacerle el zarangastan, o el bum, bum, bum a como se entienda al acto coital. —Esta cita se arruinó —dijo Hazard —Pero ten por seguro que pronto voy a recompensarte —las palabras del hombre indignaron a Carlota, ella se levantó y dijo: —No te necesito para nada —Iba a abandonar la habitación, pero el misterioso y hasta ahora desconocido hombre la atrapó en sus fuertes brazos, Carlota sintió y olió lo mismo que aquella vez en que alguien la atacara y le hablara al oído, ¿acaso era el mismo hombre? —¿Quien eres? —preguntó con desconcierto. —¿Acaso no soy todavía más interesante así sin saber quien soy? Solo reconozca que soy tu hombre y ya. —No quiero volver a verte —dijo Carlota, sus palabras expresas salieron de su boca y arruinó el humor de Hazard. Lo más conveniente hubiera sido que a Hazard no le le hubiese importado sus palabras, pero si le importó y mucho, pues perdió los estribos y tomó a Carlota y la lanzó a la enorme cama, ella rebotó en las suaves almohadillas, no se golpeó, sin embargo, ella se había dado cuenta que la había tratado sin cortesía. —¿Qué haces? —gimió ella, Hazard dijo: —¿Te gusta que te trate como callejera? Pues aquí me tienes siendo un déspota contigo. —¡Detén ahora! —ordenó ella, sin embargo él no la escuchó, se subió sobre su suave cuerpo y por primera vez, ver a un hombre sobre ella, le alborotó la bilis rubina a nuestra Carlota. Hasta ese momento, al ver en el rostro de la mujer mojado en lágrimas, Hazard dijo: —Lo siento, lo siento, no sé que me acaba de pasar —quiso bajarse de encima de Carlota, pero ella lo abrazó, le dijo al hombre. —No busco amor de ti, tampoco respeto. No te detengas—Hazard quedó desconcertado. —Pero… yo no soy una aventura. —Jaja, no me digas que me amas —se burló Carlota. —Carlota, me gustas —confesó el hombre. —No tengo interés en ti —Hazard se quitó de encima de ella, lo que hiciera enojar a Carlota. Se levantó y se fue a recoger su saco, mientras Carlota enojada lo miraba irse. —Si te vas, buscaré a alguien mas que me ame esta noche —dijo Carlota. —Puedes —dijo Hazard. —Estas en la libertad de hacerlo. Eso dice la constitución de tu país, un país libre. —se burló Hazard. —¿Qué? —dijo Carlota sin entender su actitud. —¿No eres acaso de un país que no te rige a una buena moral, a eso ustedes le llaman libertad? —Pues haz lo que quieras— desapareció de los ojos de ella. Carlota se sintió mucho más miserable que el día que terminó con su novio de muchos años. —“Esto no es real” dijo Carlota, a estas alturas del partido creo que se burlarían de mi si se llegaran a enterar que aún no he tenido la mazamorra de un hombre dentro de mi. Carlota aún no entendía que los caminos de Dios tenía trazos perfectos, y que si ella continuaba con su pureza intacta, es que en algún momento dado, eso a ella le salvaría la vida. Carlota salió enojada de aquel lugar, cuando buscó a su asistente Bibi, ya no la encontró, así que fue directo al aeropuerto y se sentó en la sala de espera, intentó fumar, pero no era su fuerte, tomó el teléfono y trató de llamar a Bibi por segunda vez, al no lograr su cometido, volvió para pedir un boleto para regresar a casa. Al volver a casa, se tiró en su taburete favorito, se dijo “oh mundo cruel” ni regalada me quieren para coger. Dio la vuelta para levantarse y miró a su madre despierta observando a ella. —¡Mamá! Se dijo con asombro. Al instante sintió la voz de su madre llamarla «hija mía» entre susurros. Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, ella se puso de pie, no había bebido alcohol, así que no podía estar borracha y esto no era un sueño. Entró al baño y se dió un merecido baño, al intentar acostarse vio que su teléfono vibraba y lo tomó, solo para darse cuenta que tenía más de cien llamadas perdidas. “¿Que está pasando? Se dijo. Devolvió la llamada y fue cuando su padre en la otra línea le respondiera y dijera en palabras exactas. —Hija querida, debemos ser fuertes en esto —¿papá? Balbuceó Carlota. —Tu madre nos ha dejado —la mente de Carlota se puso en blanco por los siguientes segundos, luego preguntó. —“Mamá se fue? ¿Adónde?” —sin darse cuenta que lo que le decía era que la muerte se había llevado a su madre. —¡Papá! ¿Dices que mi madre está muerta? —el padre cerró los ojos y dijo: —Si —hubo un silencio. Carlota quedó en un shock, ella no esperaba que esto podía estar pasando en su vida. —Ahora voy —dijo a secas. Media hora después bajaba en el ascensor, solo pensaba que la vida podía ser tan impredecible y que ella estaba muy sola, ahora no contaba ni con su madre. «Estoy sola mamá » Susurró. Un escalofrío volvió a envolver su cuerpo, se detuvo por un momento antes de arrancar el auto, se dió cuenta que tenía mucho dinero, pero no tenía verdaderos amigos, que era dueña o al menos heredera de dos grandes franquicias, pero su vida estaba vacía, lloró desconsoladamente. ••• En su casa, Hazard, quien había llegado unas dos horas antes, se sentía muy culpable el haber dejado atrás a esa mujer, pues no importaba si la tenía lejos o cerca, él siempre pensaba en ella para todo, debo casarme con ella, se dijo en su mente. Subió a la habitación de su hija y le dió un beso de buenas noches, se detuvo en su balcón solo en bata de dormir, sintió nostalgia de su vida, pero ya se dió cuenta que ya no pensaba siquiera en su esposa muerta, sino en esa odalisca mujer que le había robado su corazón y su mente. «¿Que es lo que espero de ella?» me gusta, entonces aceptaré lo que me pueda dar ella, más adelante voy a ver que más me puede dar y así ganarme su confíanza, yo he sido muy egoísta. Dijo pensativo. Marcó el número de Carlota, pero no recibió contestación. Decepcionado fue a la cama, y esa noche solo pasó soñando con ella, soñó que la veía llorar mucho y él no podía consolar a esa mujer. Al día siguiente, no acababa de tomar el desayuno, cuando sonó el timbre de su residencia, al abrír la puerta, estaba su hermano Neftalí de pié parado junto a su abuelo. —¿Que hacen aquí? —fue lo primero que preguntara con sorpresa. —¿No nos invitas a pasar? —dijo su hermano Neftalí, Hazard entendía si tan solo hubiese venido Neftalí, lo que no llegaba a entender, era la presencia de su abuelo. Y eso solo significaba una cosa, "problemas" se dijo. Neftalí pasó adelante, caminó hacia el comedor y se sentó, Hazard le hizo señas a la cocinera a que preparara algo liviano y rápido. Él suponía que su abuelo estaba aquí para decirle algo parecido a "cásate" con alguien que ni al caso. —Creo que debieron llamar y avisarme que vendrían hoy. —¡Qué!, ¿no te puedo dar una sorpresa así? —dijo el abuelo. —Me adelanté para dos cosas, primero para darte el sobre aviso de que ya encontré un buen prometido para tu preciosa hija Akamaal Ikraam. —¿Qué? —gruñó Hazard. —¿Que pasa hermano, no te gusta la idea? —¡Tanto tiempo vivir aquí, se te quiere pegar las costumbres de estos impíos! —reprochó el abuelo. —Les voy a pedir por las buenas, no toquen ese tema, dejen a mi hija en paz. —¡No, no lo haremos! —gritó el abuelo muy molesto, mientras que Neftalí mirara a su hermano con severidad. —No voy a dejar que arruinen la vida de Akamaal Ikraam, ella si será feliz. —¿Y que es ser feliz para ti Hazard? Te desconozco —gritó Neftalí. —Para mi la felicidad es vivir tu vida sin que otros te impongan sus deseos, sus reglas, si vas a cometer errores, los cometes, aprendes de ellas y sigues viviendo "tu vida" no como ustedes que desde ya quieren elegir a alguien para mi hija, no lo permitiré —gruñó el hombre , casi le salía los ojos al hablar acerca de su pequeña. —Papi, ¿pasa algo? —dijo la hija de ocho años de Hazard. —Sube a tu habitación mi pequeña, después te hablaré —la niña dió la vuelta y subió, lo que molestara más al abuelo. —¿Ves como la educas? Ni siquiera nos saludó. —dijo el abuelo. —Para quienes siempre trataron mal a su madre, es correcto que ella sea distante—dijo Hazard, lo que enfureciera a Neftalí. —¡Hazard! —gritó fuerte. —¿Que pasa? ¿Ahora vendrás a mi propia casa e impondrás tus reglas? —gimió Hazard a su hermano mayor. —Desde ahora te digo Hazard, no te busques otro reemplazo a tu odalisca esposa, no permitiré que vuelvas a casarte con otra blanca sucia —dijo Neftalí, lo que hiciera llorar a la hija de Hazard que no se había ido, se había quedado en las escaleras arriba. —Mamá no era sucia blanca —dijo la niña, quién había heredado de su madre una tez super blanca y ojos color celestes, sería diferente para Akamaal Ikraam vivir entre las niñas jóvenes de Arabia Saudí, si ella se parecía tanto a su madre. —¿Ves, ni a ti te obedece esta niña? Necesita ser criado allá en nuestras tierras —dijo Neftalí mirando detenidamente a Akamaal, la pequeña salió corriendo hacia su habitación. —No, no pienso ir a vivir allá con ustedes —respondió Hazard, él recibió una gran bofetada por parte de su abuelo. Se enderezó y dijo: —Te guste o no, no iremos a vivir con ustedes nunca más —sentenció Hazard, por lo que Neftalí le amenazara con mucha precisión. —Hay muchas maneras de obligarte a regresar a casa, hermano. «Ambos protagonistas se enfrentan a problemas de su vida, lo real, lo doloroso, está ahí, pero ¿encontrarán el camino a la felicidad?»
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD